El testimonio de personas que salvaron la vida del prójimo en situaciones extremas

En 'Fin de Semana' han repasado algunas de las historias más impactantes

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El testimonio de personas que salvaron la vida del prójimo en situaciones extremas

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Un total de trece pasajeros estuvieron a punto de perder la vida en una línea de autobús de Málaga el pasado mes de abril. Fue después de que el chófer perdiera el conocimiento como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria, lo que hizo que perdiera el control del vehículo que conducía al mantener el pie encima del acelerador. El caos se desató por unos segundos en uno de los barrios por donde la línea hacía la ruta. Choques en una decena de vehículos, árboles, farolas… los pasajeros pensaban que no saldrían de aquello con vida. Fue un milagro que apenas hubiera daños personales de consideración.

Finalmente, entre tres personas lograron arrancar el pie del conductor del acelerador. Una vez consiguieron frenar el autobús, tendieron en el pasillo al chófer. La prioridad era ya su reanimación. Por suerte, entre los pasajeros se hallaba el pediatra Francisco Luis y una médica de familia, que le practicaron al conductor la Reanimación Cardiopulmonar (RCP).

Francisco Luis, que aquella mañana se dirigía al centro de salud San Andrés-Torcal, donde atiende cada día a sus pacientes, asegura en ‘Imparables’ que vivió verdaderos momentos de pánico: “En el momento en el que se producían los choques, no pensaba nada. No fui consciente del peligro en el que estaba. Miré qué le pasaba al conductor sin más. Mientras, los golpes, los ruidos y los gritos se iban sucediendo. No fue hasta pasada las horas cuando me vinieron a la mente aquellas imágenes y sonidos.”

Retirar el pie del conductor del acelerador no fue tarea sencilla, dado el estrecho espacio de las cabinas de los autobuses: “Estaba en parada cardiorrespiratoria, inconsciente y con los músculos contraídos. Necesitamos la ayuda de tres personas para lograrlo. Yo en un principio pensé que sufría una epilepsia. Al comprobar que era más grave, le practicamos la RCP.”

Los minutos que tardaron en llegar los servicios de emergencia se le hicieron eternos a Francisco Luis: “El pulso del chófer regresó, pero enseguida volvió a pararse. Fue el equipo de emergencias quien le estabilizó. Nosotros dimos el primer paso de bombearle la sangre para que sobreviviera.”

Nuestro protagonista confiesa que no es la primera vez que se ve involucrado en un episodio de este tipo: “También me tocó actuar en un accidente de tráfico, o con alguna señora que ha sufrido una caída... Pero no me considero un héroe. Solo hice mi trabajo. Es cierto que en circunstancias anómalas y terribles, pero en ese momento no eres consciente de ello.”

El chófer permaneció durante varias semanas en las UVI del hospital. Por fortuna, ha recibido ya el alta. Un hecho que, como no puede ser de otra forma, celebra Francisco Luis: “Estoy más contento todavía, porque no las tenía todas conmigo. Aún no he contactado con él. Sí lo hice con su mujer, que me dio las gracias, y quedamos en que pronto hablaríamos para tomarnos una cerveza con él. Yo encantado de poder compartirla.”

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La comprometida decisión de Francisco que evitó la muerte de más de una decena de pasajeros

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La precisa reacción de José salvando la vida a un niño que pudo morir ahogado

Verano de 2014. José, vigilante de seguridad, estaba trabajando en la piscina municipal de Patrocinio, un barrio de Talavera. De repente, es avisado por un operario del Ayuntamiento de que algo había ocurrido en la entrada. José observó cómo una madre gritaba angustiada mientras se formaba un corrillo. Al asomarse, el vigilante vio a un chico de seis o siete años tumbado en el suelo con las manos en el cuello al borde de la asfixia, después de que pinchara un globo de agua en su boca, obstruyendo su laringe“En ese momento traté de abrirle la boca pero fue imposible. Le intenté hacer una compresión abdominal con el pie pero el muchacho se caía. Le cogí por el estómago y con los pies colgando le hice varias compresiones, hasta que echó el globo y empezó a recuperarse.”

José confiesa que cuando echa la vista atrás de lo ocurrido, tiene sensación de angustia: “En el momento del suceso te angustias. La clave es mantener la calma. Mi preocupación era lo que le pudiera ocurrir al chico.”

El vigilante de seguridad, ha explicado que supo cómo actuar gracias al curso de formación que recibió para ocupar el empleo actual. De lo contrario, posiblemente el niño ya no estaría aquí: “Fui consciente de ello después. A la hora de actuar tenía que mantener la calma y aplicar lo que sabía hacer. Pero sí, soy consciente de que salvé una vida gracias a ello. Por eso, es importante que toda la sociedad tenga unos conocimientos básicos de primeros auxilios.”

José se siente incómodo si alguien le reconoce como un héroe: “Para nada. Solo cumplí con mi trabajo. Nunca lo he pensado. Me sentaría hasta mal que me lo dijesen. Siempre que puedo ayudar lo hago. Es mi deber como ciudadano.”

La heroica decisión de Joaquín que salvó a un niño indefenso de ser ahogado

A sus 35 años, Joaquín es sargento primero de Infantería. Tras seis años destinado en la base militar de Recajo, en las proximidades de Logroño, hace unas semanas se trasladó a su Asturias natal. Lo que no esperaba es que unos días antes de su marcha, iba a dejar un sello imborrable entre los vecinos de la urbanización en la que residía, después de salvar la vida de un chico de 14 años, que estuvo a punto de morir ahogado en la piscina comunitaria: “Yo estaba tan tranquilo con mi hijo, un vecino amigo mío y su hijo. En un momento dado observé a un crío que se aproximaba a la mitad de la piscina, con cara descompuesta y de preocupación total. Le pregunté qué le ocurría. El chaval pidió ayuda rápidamente. Vimos que había algo flotando, y no nos imaginábamos que podía ser una persona. Cuando vimos que era un chaval, rápidamente sacamos al crío sumergido, que se llama Ismael.”

Ismael era casi un cadáver cuando lograron sacarle de la piscina: “Cuando le tumbamos en el bordillo, comprobé si tenía pulso. El chico estaba tieso. Pensé que no saldría con vida, porque desconocía cuánto tiempo había estado sumergido en el agua. En ese instante, pedí a mi hijo y al de mi amigo que se marcharan, para que no presenciaran este momento. Vi que no respiraba ni tenía pulso, hasta que apliqué las técnicas de primeros auxilios que aprendí en el ejército.”

Ismael, de 14 años, había sufrido una parada cardiaca, tal y como relata Ismael: “Mi mujer, que trabaja en el hospital, me comentó que el chico había permanecido bajo el agua hasta cuatro minutos como consecuencia de la parada cardiorrespiratoria. No le quedaron secuelas porque cuando practiqué la Reanimación Cardiopulmonar, su corazón comenzó a bombear. Le introduje oxígeno en los pulmones con el boca a boca.”

Joaquín vivió un episodio de infarto. Para él fue como un sueño, algo que no ocurrió: “Fue algo caótico. En un primer momento no sabes cómo actuar, y veía que el chico moría ante mí. Estaba prácticamente muerto. Tenía sensación de impotencia. Lo peor es que nadie de mí alrededor sabía realizar una RCP. Me tocó a mí asumir la tarea hasta que llegó la ambulancia.”

La primera noche, Joaquín no pudo conciliar el sueño: “Estaba preocupado, porque cuando se lo llevaron de la piscina me dijeron que iban a quedarle secuelas por el tiempo que pudo estar en el agua. Me quedé muy preocupado. Sabía que estaba vivo, pero no en qué condiciones. Cuando ya me llamó al día siguiente me quedé mucho más tranquilo.”

Dos días más tarde, los padres de Ismael y el propio afectado se pusieron en contacto con Joaquín, su salvador: “Hicimos una video llamada en el que me dijo que ya estaba mejor, en planta, tras dos días en la UCI. Estaba muy emocionado. Confío en que la relación continúe desde la distancia. Nos dimos los teléfonos. Si te soy sincero, el lío de la mudanza y el trabajo que dan mis dos críos han hecho que apenas haya tenido tiempo para pensar en lo que ocurrió. Solo lo recuerdo cuando estoy tumbado en la cama.”

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