La vida después de un accidente de tráfico: “Mi marido no superó la muerte de mi hijo y se quitó la vida”

Ángeles salió adelante pese a la ausencia de sus dos seres más queridos 

La vida después de un accidente de tráfico: “Mi marido no superó la muerte de mi hijo y se quitó la vida”

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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La muerte de José Antonio Reyes como consecuencia de un accidente de tráfico ha conmocionado al mundo del deporte, dejando una viuda y tres hijos huérfanos. Un despiste y el exceso de velocidad son los dos factores que apunta la investigación como causas del accidente. Y es que el vehículo del futbolista iba a una velocidad que superaban los 220 km/h, según la investigación. Solo en 2018, 1.180 personas murieron en las carreteras en España. Ellos pierden la vida, mientras sus familias están condenados al sufrimiento por la pérdida de su ser querido.

Es el caso de Ángeles. Perdió a su hijo en un accidente de tráfico el 23 de marzo de 2006. Cinco años más tarde, el dolor hizo que su marido se quitara la vida, tras no poder superar la pérdida de su hijo. Falleció en un municipio granadino, mientras se dirigía a su puesto de trabajo. La carretera secundaria era bastante insegura. Durante el trayecto, se cruzó con un vehículo mal estacionado: “mi hijo consiguió esquivar el coche, pero justo después apareció un todoterreno en el carril por donde circulaba, produciéndose un choque lateral.”

El hijo de Mari Ángeles murió en el acto. Fue un familiar cercano quien trasladó la mala noticia a la familia: “mi hermana era médica, y nos lo comunicó. Es una noticia que nadie sabe cómo decir. Yo, con el paso del tiempo, he logrado canalizar todo el dolor ayudando a personas que han cometido infracciones al volante. Mi marido no fue capaz.”

El conductor del todoterreno iba hablando por el móvil en el momento del accidente. Sin embargo, no se celebró ningún juicio, ya que en 2006 hablar por el móvil no estaba castigado penalmente. Tampoco se le realizó control de alcoholemia.

Mari Ángeles tiene recuerdos muy amargos de aquello, como es natural. Además, ha confesado que a raíz del terrible percance, su familia se desunió: “fue un mazazo. Mis sobrinos, por ejemplo, que siempre venían a casa dejaron de hacerlo bajo el pretexto de que su primo ya no estaba. En lugar de unirnos todos, nos separamos. Con mi marido la cosa tampoco funcionó bien. En estos casos, el 90% de las parejas acaban por separarse con el tiempo.”

El marido de Mari Ángeles se quitó la vida. No pudo soportar la ausencia de su hijo: “él trabajaba fuera durante la semana. Los fines de semana solía venir si el trabajo se lo permitía, y en casa lo pasaba muy mal. Siempre responsabilizaba a nuestro hijo de lo que le ocurrió, diciendo que no tenía juicio.”

Mari Ángeles asegura que nunca se sintió culpable por lo ocurrido: “no tengo ese sentimiento. Los primeros años fueron horribles. Mi marido siempre se preguntaba cuándo se nos iba a quitar el dolor en el pecho. Pero esto no se supera. Yo las dos muertes las he canalizado apuntándome al colegio, impartiendo clases en la autoescuela para ayudar a que los infractores recuperen sus puntos de carnet...”

Pese al dolor, Mari Ángeles extrae un mensaje positivo de esta experiencia: “lo único bueno es que cuando llego a la autoescuela, la mayoría de los conductores que pierden el carnet están enfurecidos porque se piensan que el Gobierno solo tiene afán de recaudar mediante las multas, pero cuando les cuento mis vivencias, quedan impactados y se dan cuenta de que han cometido una imprudencia.”

Mari Ángeles echa de menos mayor concienciación en la carretera, especialmente entre los jóvenes: “se tienen que dar cuenta que un coche es una máquina de matar. Te puede quitar la vida o dejarte lisiado para siempre en un segundo.”

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