La transmisión del conocimiento antiguo: ¿cómo llegó hasta nuestros días?

El periodista y sacerdote Josetxo Vera reflexiona en 'Siempre aprendiendo' sobre cómo llegó hasta nuestros días todo el conocimiento que estudiamos en los colegios

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La transmisión del conocimiento antiguo: ¿cómo llegó hasta nuestros días?

Josetxo Vera

Publicado el - Actualizado

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Ha sido comenzar el colegio y empezar a pensar cuantos libros hemos leído y cuanto conocimiento ha llegado hasta nuestros días. Es un gusto saber que la gente escribe las cosas, las conserva y luego otras personas te las cuenta. De esta forma podemos estudiar el teatro de los griegos, la sabiduría de los romanos, las matemáticas de los árabes y aprender un cúmulo de conocimientos allí escritos.

Siempre queda la sospecha si esto que estamos leyendo realmente lo escribió el que lo firma. ¿Cómo nos ha llegado hasta aquí? ¿Quién lo ha transmitido?

Me acuerdo siempre de un columnista de un periódico que inequívocamente cita dos o tres veces el pensamiento clásico, algún filósofo moderno. Citamos con alegría a los grandes filósofos de la antigüedad como Aristóteles o Platón y son conocidos y referenciados. Nos falta saber cómo nos ha llegado esta sabiduría de los griegos, su filosofía, su teatro, su geometría, las matemáticas. ¿De dónde salen las cosas?

En primer lugar, nos puede ayudar el camino del conocimiento y en segundo lugar es conocer cuáles obras son conocidas y han llegado hasta aquí. Una buena parte del conocimiento que tenemos hoy, el conocimiento clásico, lo recibieron, lo conservaron y lo hicieron crecer los musulmanes. El conocimiento griego y romano se conservó vivo en los primeros siglos de nuestra era, pero antes del hundimiento del Imperio Romano el mundo cristiano ya tenía interés en conservar ese conocimiento. Esa era la misión que tenían los copistas, reproducir los textos, difundir y conservar los libros.

Cuantas más copias había de un texto, más fácil era llegar al texto original. Los copistas eran ya una figura del Antiguo Egipto, gente relevante que ocupaba un escalafón alto en la administración de los egipcios y tenían un cierto reconocimiento. Con los pictogramas contaban la historia, siempre con una misión religiosa y política. Sus relatos han quedado escritos en las pirámides.

En el Antiguo Egipto eran gente importante, pero luego en la vida de los griegos y de los romanos en realidad eran siervos de la casa que se ocupaban que la biblioteca del señor tuviera mucho contenido. También estaban los libreros que tenían su propio taller de copistas e iban produciendo los libros que iban a vender.

Así se iba acumulando y distribuyendo el conocimiento. Esas eran las herramientas que había en ese tiempo para que el saber se siguiera acumulando. Con la llegada del cristianismo, muy pronto los monasterios asumen la misión de conservar y transmitir el conocimiento de esa época. El escritor en el Medioevo acostumbraba a escribir parte de su trabajo monástico en su celda. También otra fórmula para copiar era un taller donde uno de los monjes leía el texto que se iba a copiar y los monjes iban escribiendo. Era un lugar común preparado para eso, con buena iluminación y con una cierta comodidad para que los monjes pudieran cumplir esa labor.

Un impulso muy fuerte se recibe con la figura de Carlo Magno que tiene una preocupación por difundir esos conocimientos. Pide que todos los monasterios y los lugares de la Iglesia tengan una escuela para que la gente aprendiera a leer y a copiar unos libros y otros. De allí su preocupación por la educación, son las primeras escuelas. Intenta que esa educación llegase a todos y que se fuera levantando el nivel cultural. Carlo Magno invita a los sacerdotes a crear escuelas.

Este sistema de escuelas monásticas permitió conservar lo que se sabía del mundo griego y romano hasta nuestros días. Esta forma de transmitir el conocimiento hay que agradecérsela a gente que tuvieron una visión muy alta para el tiempo en el que vivían. Indudablemente a los grandes santos de los monasterios, a San Benito o a San Bruno, por ejemplo.

Un papel importante lo tiene también el mundo árabe. Los musulmanes reciben el legado de los griegos gracias a los cristianos de oriente y a las traducciones de los mismos califas. Por eso una parte fundamental de la cultura griega se transmite aquí gracias a los árabes que llegan a la Península Ibérica.

¿Cómo han llegado los textos bíblicos hasta nuestros días? En cuanto la Iglesia tiene conciencia de su misión, ya va estableciendo el grupo de los libros de la Biblia que configura su texto sagrado. Incorpora los textos del Nuevo Testamento, la Carta de los Apóstoles y muy pronto ya se establece cuáles son los libros que componen la Biblia de los cristianos.

De algunos de esos textos tenemos una evidencia física que tiene 2000 años de antigüedad. Hay textos de la Biblia que son coetáneos con el mismo Jesús.

La historia bonita con la que acabamos este Siempre Aprendiendo es la de Qumrán. Allí, a la orilla del Mar Muerto, había una secta de judíos que eran los esenios. Vivieron allí desde el año 80 a.C. hasta el 70 d.C. Tenían una forma de vida muy austera, vivían el celibato, se dedicaban a la purificación ritual. Cuando llegó la invasión de los romanos ven que llega su final.

Recogieron todos los textos que tenían escritos y los escondieron en las cuevas que tenían allí cerca. Como las condiciones ambientales son tan estables durante años y años, esos textos nunca fueron descubiertos hasta el año 1946 cuando unos pastores, jugando y tirando piedras a una cueva, escucharon el sonido de unas vasijas dentro de los cuales estaban los textos escritos. Los recogieron y en el año 1947 fueron encontrados por unos investigadores en un mercado que descubrieron que eran textos de la Biblia. Hasta en 10 cuevas había centenares de textos religiosos, muy valiosos y antiguos.

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