La valiosa aportación de la última encíclica del Papa: las religiones al servicio de la fraternidad

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos habla en 'Siempre aprendiendo' se detiene en el tema de la Fratelli Tutti sobre el diálogo entre las distintas religiones

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El aporte valioso de la última encíclica del Papa: las religiones al servicio de la fraternidad

Josetxo Vera

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Llevamos un par de semanas hablando de la última encíclica de Papa Francisco, “Fratelli Tutti”. En esta tercera semana dedicada a la encíclica vamos a hablar de una cuestión realmente importante: las religiones están al servicio de la fraternidad humana.

El Papa Francisco se embarca en esta encíclica en una cuestión fundamental y básica de la vida humana, todos somos hermanos. Y hoy vamos a sacar los textos que se refieren a las relaciones entre las diferentes religiones.

Dice el Papa Francisco que “todas las personas tienen el mismo valor, un valor infinito que les da el hecho de ser amadas por Dios”. Esto es común para todas las personas de todos los tiempos, con independencia de su credo, de su religión, de las ideas que profesen, políticas y personales. Todas las religiones valoran a cada persona en esta dimensión de ser Hijo de Dios.

A partir de esta valoración común ofrecen, cada una, una aportación valiosa para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad.

Cuando en una persona, dice el Papa Francisco, “hay una apertura al Padre de todos”, hay también un sólido fundamento para la fraternidad. A partir de que Dios es Padre de todos, se sostiene la fraternidad entre todos los demás. Desde la razón se puede aceptar la igualdad entre todas las personas. Para dar el paso a una visión de hermanos, hay que hablar de una paternidad común. La razón no puede entender que somos todos hermanos por qué es necesario creer que tenemos un Dios que es Padre. Este pensamiento nos puede llevar a una relación de fraternidad humana.

Los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien necesario para nuestras sociedades. Hablar de Dios es hablar de lo trascendente.

En las escuelas tiene que haber formación religiosa, se cuida la inteligencia, el físico y se ha de cuidar la dimensión espiritual que todos sentimos dentro de nuestro corazón. Nos damos cuenta de que hacer presente a Dios en las personas es un bien para toda la sociedad. Lo mismo ocurre con el diálogo entre personas de distintas religiosas, signo de crecimiento para la humanidad. El diálogo entre personas de distintas religiones busca establecer entre los hombres amistad, paz y armonía. Se trata de compartir valores y experiencias morales y espirituales en el camino hacia la verdad y el amor. No es un diálogo para la diplomacia o la tolerancia, sino para la fraternidad. Es un valor necesario del diálogo entre las distintas religiones.

Un tercer punto es la concepción de que Dios es amor. “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” y así lo explica Papa Francisco en su encíclica para resaltar que el culto sincero y humilde a Dios no lleva a la discriminación, al odio y a la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos.

De alguna forma esta visión de Dios como amor lleva a estas consecuencias. Por eso cuando el Papa habla de la violencia de que se da en las sociedades. La violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas fundamentales sino en sus deformaciones y debe ser condenado en todas sus formas y manifestaciones. Los líderes religiosos, insiste el Santo Padre, están llamados a ser auténticos “dialogantes”, a trabajar en la construcción de la paz no como intermediarios, sino como auténticos mediadores. También cada uno de nosotros estamos llamados a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros.

Otra propuesta que hace el Papa es la que se refiere a la libertad religiosa. Fratelli Tutti defiende la libertad religiosa para los cristianos, allí donde somos minoría, y para los no cristianos, allí donde ellos son minoría. La libertad religiosa se sostiene porque la aportación de las religiones al bien común permite encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes. Las cosas que tenemos en común son tantas y tan importantes que es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios.

Nuestro mundo está en crisis por un alejamiento de los valores religiosas. Se intenta desaparecer a Dios de la sociedad en la que vivimos. Cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada, sus derechos violados. La privación de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa deja a la humanidad radicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales.

Los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades, es amor y necesario. La Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones y considera con sincero respeto sus modos de obrar y de vivir, sus preceptos y doctrinas. Papa Francisco nos invita a crear espacios de encuentro entre distintas religiones. Trabajar conjuntamente en muchas propuestas para defender el bien común.

Necesitamos los creyentes espacios para conversar con las otras confesiones religiones con el objetivo el servicio a la sociedad. Cada uno desde sus propias convicciones, pero juntar los recursos de personas ayudan el bien común de la sociedad. Conversar y actuar juntos.

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