E26 - 'Los celos de Herodes'
Madrid - Publicado el
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Melchor, Gaspar y Baltasar entraron en Jerusalén preguntando el camino porque se habían perdido. Después de un largo viaje de un pueblo a otro, la batería de su GPS se había vaciado y la estrella había desaparecido. Ya no sabían a dónde ir. Notaban que estaban muy cerca de su meta, aunque carecieran de referencias.
En la ciudad reinaba Herodes, que tenía espías por todos los lados y se enteraba rápidamente de todas las noticias que circulaban por la ciudad. Los hace llamar a palacio y les invita a cenar. Los magos le cuentan con total sinceridad lo que andan buscando. Después de escucharles, Herodes se retira muy nerviosos a sus preciosos aposentos. Herodes no quiere oír hablar de ningún otro posible rey y se enfada consigo mismo y con todas las personas del palacio.
Pregunta entonces a los sabios donde nacerá el niño rey prometido. Después de algunas discusiones, le confirman que el futuro Mesías nacerá en Belén. Herodes no ha visto la estrella ni la verá jamás porque no tiene el corazón preparado. Solo ven la estrella los que buscan al rey de los judíos con el corazón recto. Y ese no es Herodes, porque él solo ve a sí mismo.
Mientras Herodes investiga, los Magos esperan. Y mientras esperan, descansan de su largo viaje. Llevan semanas de polvo, durmiendo al raso, montados encima de sus caballos. No les viene nada mal un descanso.
Jesús no quiere quitarnos nada de lo que hace la vida feliz y luminosa. Todo lo contrario. Cuantos más felices y tranquilos somos, más contento se pone. A Herodes le llaman 'El Grande' porque hizo muchos monumentos y ciudades enteras, pero vivía a 6 kilómetros del Hijo de Dios y no le pudo conocer. Los celos son tan malos y a veces tan difíciles de controlar.