E27 - 'Regalos'

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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¡Feliz fiesta de los Reyes Magos, de la Epifanía del Señor! No te enfades conmigo si empiezo diciéndote algo que a lo mejor te descoloca y es que últimamente me ha dado por pensar mal y en concreto de los Reyes Magos.

Tenemos una imagen muy bonita de ellos, sabemos que son santos y además, como has sido muy bueno, seguro que te habrán dado muchísimas cosas.

Me da a mí que Melchor se puso en camino porque, a pesar de sus riquezas, era tan avaricioso y ambicioso que seguía buscando más oro y pensaba que lo conseguiría si llegaba al lugar donde había nacido aquel rey que anunciaba la estrella. Pienso mal de Gaspar y me imagino que ese incienso que se dedica a Dios lo llevaba él para hacerse Sumo Sacerdote de la religión que ese nuevo rey iba a instaurar y así ser el más importante. Se me ocurre que Baltasar llevaba mirra como perfume para su propio uso, para no oler mal o si llegaba incluso a morir en el camino tuvieran con qué ungirle a él que era tan importante.

Ya sé que no es la imagen que tenemos de los Reyes Magos, pero, lo mismo que hicieron un viaje muy largo, caminando por el desierto, también podrían haber hecho un camino muy largo interiormente y que, en el momento en el que se encontraron con Jesús, no vivieron solamente un descubrimiento exterior, sino un cambio interior. Una revolución interior para los tres porque Jesús, pequeño en Belén, cambia los corazones.

Y si los corazones de los Magos se conmovieron hasta cambiar por completo, entonces es legítimo pensar que el oro, el incienso y la mirra no eran para Jesús, sino para ellos mismos. A nosotros nos pasa como a los Reyes: buscamos nuestro propio interés y cuando vemos a Jesús, que se entrega por amor, nos postramos de rodillas ante Él para ofrecerle todo lo que tenemos, incluso nuestras propias vidas.

¡Cuántos corazones se han encendido al contemplar a Jesús, pequeño en Belén!