Carta del archidiócesis de Valencia: «Diez años del Papa Francisco»
Enrique Benavent Reflexiona en su carta de esta semana sobre los 10 años de pontificado de Francisco, ahora que se acerca su aniversario
Madrid - Publicado el
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Se cumplen estos días 10 años de la elección del Papa Francisco. Quien vive en la actitud de profunda comunión que debe caracterizar la relación de los católicos con el Sucesor de Pedro, no puede más que dar gracias a Dios por lo que el Papa está aportando a la Iglesia. Sus gestos, sus palabras, su actitud de acogida hacia todas las personas sin condenas previas, y los planteamientos espirituales que sostienen sus enseñanzas son una invitación a que no vivamos en la Iglesia mirando únicamente el pasado, a no tener miedo de leer en los signos de los tiempos una invitación del Espíritu a afrontar los retos que el mundo actual plantea al anuncio del Evangelio, y a vivir una auténtica conversión pastoral en continuidad con las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Por ello, os invito a reflexionar sobre tres claves que nos pueden ayudar a entender su magisterio y su pontificado.
El papa Benedicto XVI en su encíclica
nos recordó que las exigencias de la moral cristiana no deben ser vistas como una negación de lo humano, sino como un camino para vivir el amor en plenitud. Francisco nos invita a dar un paso más: a presentar el cristianismo como el sí de Dios a cada persona, y a que no lo reduzcamos a un conjunto de verdades abstractas o de normas que prescinden de la situación concreta de cada ser humano. El camino de santidad es un proceso que todos estamos llamados a seguir, pero este proceso tiene un carácter progresivo. Por ello, nadie puede arrogarse el derecho de decidir sobre la salvación o la condenación del otro, ni de juzgar a nadie. El Papa quiere que la Iglesia sea percibida como un lugar de misericordia más que de juicio, y que presentemos las exigencias de la vida en Cristo como un estímulo para crecer en la amistad con Dios.
El cardenal Ratzinger en una conferencia a los catequistas en el jubileo del año 2000 dijo que la nueva evangelización no consiste en grandes eventos, y que cada vez que se siembra el Evangelio en el corazón de alguien, hay nueva evangelización porque acontece algo nuevo. El papa Francisco añade algo importante: la evangelización solo es posible cuando el cristianismo se vive y se anuncia con alegría. Su documento programático se titula precisamente La alegría del Evangelio. El tema de la alegría reaparece después en otras exhortaciones; y es que en el anuncio del Evangelio no solo es importante lo que decimos, sino cómo lo decimos y cómo lo vivimos. Que nuestro modo de evangelizar y nuestra vida no desdiga de lo que anunciamos.
La Iglesia tiene una larga historia y, por ello, en Ella encontramos muchas adherencias que no son esenciales ni en su estructura ni en su vida. Ha vivido y continúa viviendo en culturas muy diversas y ha de conocer las claves de comunicación de cada una de ellas para anunciar el mensaje de la salvación. En esto consiste la inculturación del Evangelio. El papa proviene de una iglesia sin tanta historia, con estructuras más sencillas y elementos culturales que no son exactamente los nuestros. Muchas de sus palabras y de sus gestos pueden ser una provocación saludable para nosotros, para que no nos aferremos a lo accidental y vivamos en un estilo más sencillo. De este modo, el rostro de Cristo será percibido con más claridad.
+ Enrique Benavent Vidal
Arzobispo de Valencia