Carta del arzobispo de Barcelona: «La vida contemplativa, savia para el mundo»
El cardenal Juan José Omella invita a rezar por las personas de vida contemplativa en la Jornada Pro Orantibus, que la Iglesia celebra hoy
Madrid - Publicado el
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Hoy, domingo de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada Pro Orantibus. En esta Jornada estamos invitados a rezar por todas aquellas personas que dedican su vida a orar por la Iglesia y por el mundo.
Vivimos en una sociedad materialista, acostumbrada a las prisas, en la que se valora más el tener y el hacer que el ser. Es por ello que muchas personas no comprenden bien la vocación a la vida contemplativa. Sin embargo, como dice el papa Francisco, nuestro mundo necesita a los contemplativos y a las contemplativas, «como el marinero en alta mar necesita el faro que indique la ruta para llegar al puerto.» (Constitución apostólica Vultum Dei quarere, 6)
Los monjes y las monjas se retiran del mundo para vivir de manera humilde y discreta. Es semejante a la vida oculta de Jesús en Nazaret, junto a María y a José. Nos puede parecer una vida en la que no sucedió nada extraordinario. Sin embargo, en ella Jesús se fue preparando para la misión que Dios le había encomendado. Las personas que se consagran a la vida contemplativa nos ayudan a valorar más nuestra vida sencilla de cada día. Es en la vida ordinaria donde nos encontramos con Dios y aprendemos a amar a nuestros hermanos.
Muchos contemplativos habitan en el corazón de las ciudades, pero también en lugares apartados en íntima comunión con la naturaleza. Viven la mayor parte de la jornada en soledad, rodeados de silencio. Este silencio no es solamente una ausencia de ruido. Es un silencio habitado por la Trinidad. Los contemplativos no necesitan palabras para manifestar su amor a Cristo. El testimonio de la vida monástica puede ayudarnos, en un mundo lleno de ruido, a encontrar un tiempo de silencio para estar a solas con el Señor.
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Y es que cuando oramos vamos al encuentro del Padre, a través de Cristo, movidos por el Espíritu Santo. Los contemplativos nos enseñan a encontrar a Dios en la creación, en los acontecimientos de nuestra vida y en el dolor de los pobres, de los enfermos y de los que sufren la soledad.
Queridos hermanos y hermanas, tal como decía una religiosa, la vida contemplativa se puede comparar a las raíces de un árbol. Estas permanecen siempre ocultas, pero por medio de la oración hacen que la savia llegue a todo el árbol de la Iglesia y del mundo. Oremos a la Santísima Trinidad por todos aquellos que han recibido la vocación a la vida contemplativa.
† Juan José Omella Omella
Cardenal arzobispo de Barcelona