Carta del arzobispo de Mérida-Badajoz: «Adviento»
Celso Morga nos recuerda en su escrito de esta semana que la conversión a la que nos llama el Adviento no es abstracta, debe centrarse en cosas concretas
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La celebración, el pasado domingo, de la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, nos avisaba del fin del año litúrgico y la llegada del Aviento, una palabra que viene del latín “ad-venio”, y quiere decir “venir, llegar”.
La Iglesia nos proporciona este tiempo especial para prepararnos a uno de los grandes momentos de nuestra fe: el nacimiento de Nuestro Señor, como nos regala la Cuaresma para prepararnos a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Así debemos afrontarlo.
Este tiempo litúrgico consta de cuatro semanas. Los dos primeros domingos nos invitan a meditar sobre la venida final del Señor, cuando llegue el fin del mundo. Por ello los evangelios de estos domingos nos animan a estar en vela, a estar preparados y a convertirnos por la cercanía del Reino de los cielos. Los otros dos se centran en el nacimiento de Jesús y su irrupción en la historia del hombre en Navidad, anunciándonos que Jesús nacerá de María, desposada con José, de la estirpe de David.
Como vemos, el Adviento tiene un doble significado: por un lado preparar la venida de Jesús en Navidad y por otro poner la vista en la venida definitiva de Nuestro Señor. “El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo. Él regresará a nosotros en la fiesta de Navidad, cuando haremos memoria de su venida histórica en la humildad de la condición humana; pero Él viene dentro de nosotros cada vez que estamos dispuestos a recibirlo, y vendrá de nuevo al final de los tiempos ´para juzgar a los vivos y a los muertos´” (Papa Francisco, Ángelus 3-XII-2017).
La conversión a la que nos llama el Adviento no es abstracta, debe centrarse en cosas concretas. “Ven, Señor Jesús, te necesitamos. Acércate a nosotros. Tú eres la luz: despiértanos del sueño de la mediocridad, despiértanos de la oscuridad de la indiferencia. Ven, Señor Jesús, haz que nuestros corazones distraídos estén vigilantes: haznos sentir el deseo de rezar y la necesidad de amar”, era la invocación del papa Francisco en su homilía en la Santa Misa con los nuevos Cardenales, celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, el 29 de noviembre de 2020, I Domingo de Adviento.
Los signos externos nos ayudarán a centrarnos en el significado de este tiempo litúrgico: las cuatro velas de Adviento que se encenderán cada domingo hasta llegar al último y el color morado de los manteles del altar y la casulla de los sacerdotes. También hay personajes que adquieren una importancia especial como el profeta Isaías, San Juan Bautista o la Santísima Virgen María.
+ Celso Morga Iruzubieta
Arzobispo de Mérida-Badajoz