Carta del arzobispo de Mérida-Badajoz: «La muerte, puerta de la vida»

Celso Morga nos invita a no tener miedo ante la muerte. «No dejemos que el miedo distraiga la esperanza que anima nuestra vida aquí mientras aguardamos la vida en plenitud»

Celsomorga

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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En días pasados nos referíamos enesta página de Iglesia en camino a lasantidad a la que todos estamos llamados. En este domingo de Cristo Rey,antesala del tiempo de Adviento, y apunto de concluir el mes de noviembre, no quiero dejar de hacer referencia a la muerte, el paso a la vida plena.

Los seres humanos estamos hechospara vivir, aunque el planteamientodel fin de nuestra existencia recorrela existencia misma. La literatura laaborda desde todas las perspectivasposibles, desde la esperanza que nacede la fe, hasta la desesperación debuena parte de los escritores y filósofosexistenciales, desde el “muero porqueno muero” de santa Teresa, que anhelael encuentro con el Señor, hasta Lanáusea de Jean-Paul Sartre, que percibela existencia del ser humano comoabsurda.

La sociedad postmoderna parecehaber tomado el camino de en medio,ni afrontarla con esperanza ni abatirnos por su inexorabilidad. Se trata demantenerla al margen de nuestras vidas como si olvidarla fuese desterrarla. Por ello, para algunos, hoy día, escasi obsceno hablar de la muerte enpúblico o en corrillos de amigos. ¿Porqué ocurre esto? Porque no le damosun sentido trascendente a la existencia. De esta manera no tiene sentidola muerte ni el dolor ni la existenciamisma cuando no equivale a disfrute.Para los cristianos, la vida, toda vida yla vida de todos, tiene sentido porquees obra de Dios, regalo suyo y camino a la vida verdadera, que empiezaaquí, aunque no plenamente. Por esola muerte, el paso, da sentido a lo quevivimos en “esta mala noche en unamala posada” a decir de la santa deÁvila.

“Si Cristo no ha resucitado, vana esnuestra predicación y vana también vuestra fe” (1 Cor 14,15). La resurrecciónde Cristo sostiene nuestra fe, que anima nuestra esperanza y nos lanza a lacaridad. La muerte solamente puedeser esperanzadora cuando se mira conperspectiva de resurrección. Por esocuando falta la fe, la muerte es la mayor desgracia y la vida un sinsentido.

“Quien resucitó al Señor Jesús tambiénnos resucitará a nosotros con Jesús” (2Cor 4,14). Envueltos en la cultura delmomento, a muchos cristianos les resulta difícil creer sin fisuras en la vidaeterna y tienden a edulcorar una realidad que se hace invisible sin los ojosde la fe. Con frecuencia oímos decirque vivimos en lo que dejamos aquío que vivimos en el recuerdo de losque quisimos. Es cierto que las obrasson importantes y el cariño que hemosdado también, no faltaba más, pero vivir no es recordar y menos añorar. Vivir es vivir.

¡No tengamos miedo! La llamada ano tener miedo es una de las que másse repiten en las Sagradas Escrituras. No dejemos que el miedo paralice o distraiga la esperanza que animanuestra vida aquí mientras aguardamos la vida en plenitud.

+ Celso Morga Iruzubieta

Arzobispo de Mérida-Badajoz