Carta del arzobispo de Santiago de Compostela: «Sin compromiso no hay trabajo decente»

Con motivo de la celebración de la Jornada por el Trabajo Decente, Julián Barrio recuerda que el modelo productivo actual es incapaz de generar empleo con un gran valor añadido

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente que se celebra el 7 de octubre se nos recuerda que el trabajo humano es una cuestión primordial en la sociedad y esencial para la vida de millones de personas. De ahí que se reivindique el trabajo como derecho y actividad para el cuidado de las personas, del bien común y del planeta.

Desde la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente se alerta de que la dignidad del trabajo y el trabajo decente son una prioridad humana y, por ello, una urgencia cristiana y un compromiso de toda la Iglesia. El lema “Sin compromiso no hay trabajo decente” es una llamada de atención a impulsar y participar en las acciones diocesanas como símbolo de que afrontamos todos una misma preocupación ineludible, y un objetivo por el que venimos trabajando de manera intensa en comunión con otras personas e instituciones.

Necesidad de crear empleo

En el Manifiesto de la Jornada se hace hincapié en que hay millones de personas trabajadoras que siguen sin poder acceder a un trabajo decente. El alto paro estructural exige comprometerse en la creación de empleo para garantizar el derecho al trabajo. Las condiciones de trabajo siguen siendo de carácter precario para miles de personas trabajadoras, fundamentalmente para las mujeres y los jóvenes.

Las iniciativas que se llevan a cabo colocan en el eje de la denuncia el trabajo precario, haciendo referencia a las formas de trabajo no permanente, temporal, ocasional, inseguro y contingente. Con esta jornada y otras iniciativas que se materializan durante el año, está surgiendo en el mundo un movimiento por el trabajo decente. Hizo relación al concepto de trabajo decente en 1999 el director General de la OIT, refiriéndose a la necesidad de generar oportunidades para que todos los hombres y mujeres accedan a un empleo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad, y dignidad humana. Se entiende por trabajo decente el que ofrece posibilidades para que los hombres y mujeres puedan desempeñar un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana, en el que los derechos son protegidos, contando con remuneración adecuada y protección social.

La dignidad del trabajo

Sin compromiso no hay trabajo decente de ahí que la iniciativa “Iglesia por el Trabajo Decente” considere que es urgente abordar esta situación y centrar sus reflexiones, sus dinámicas en la promoción de la dignidad del trabajo. Recordemos el compromiso de la Conferencia Episcopal Española, a través de su Pastoral del Trabajo, para hacer crecer este camino sinodal por el trabajo decente.

La realidad actual está visibilizando las consecuencias de un modelo productivo incapaz de generar empleo con un gran valor añadido y marcado por las altas tasas de precariedad laboral, según se denuncia en el Manifiesto de la Jornada. Se constata que se mantienen condiciones laborales tan precarias que unas veces rozan la vulneración de derechos y otras hacen imposible el sostenimiento de la vida.

Las entidades convocantes apoyan la propuesta del papa Francisco de estudiar la reducción de la jornada laboral, sin que ello redunde en bajada salarial, como medida de creación de trabajo decente. Consideran que debe aflorar el trabajo que se desarrolla en el ámbito de los cuidados y convertirse ya en trabajo decente. Además, mientras no se garantice el derecho a un trabajo decente, se necesita articular redes de solidaridad más ágiles y accesibles que permitan asegurar, frente al descarte y la exclusión, un mínimo imprescindible para la vida digna.

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

+ Julián Barrio Barrio

Arzobispo de Santiago de Compostela