Carta del obispo de Coria-Cáceres: «Marcha por la Paz»
Jesús Pulido nos recuerda hoy que la fe no consiste solo en creer en Dios, sino también en creer en el ser humano y en sus posibilidades y capacidades para sacar de sí lo mejor
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El próximo día 17 de diciembre tendrá lugar la Marcha por la Paz, que
organiza todos los años la Delegación diocesana de relaciones interconfesionales.
En nuestra diócesis se viene convocando desde 2002, hace ya 20 años, y está
bien arraigada en nuestro calendario pastoral. Surgió por iniciativa de los
jóvenes de la parroquia de Guadalupe de Cáceres, tras los atentados contra
las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001, para mostrar que no se puede
identificar terrorismo con religión y que todas las religiones bien entendidas conducen a la paz. Las guerras de religión, las guerras santas… son una herejía y una aberración para cualquier credo. Ninguna guerra es santa. ¡Solo la paz es santa!
Este era ya el mensaje de Asís, de los encuentros interreligiosos iniciados por San Juan Pablo II en 1986 y continuados por los sucesores, con el convencimiento de que nunca se puede invocar el nombre de Dios para pedir la
guerra o justificar la violencia. De ahí surgió el lema «todas las religiones por la paz» y se fomentaron en todo el mundo iniciativas interreligiosas.
La historia de la humanidad está plagada de guerras: entre los hitos más importantes del siglo XX destacan las dos guerras mundiales. Y el siglo XXI
va camino de ser también un siglo marcado por la violencia. El Papa Francisco no se cansa de decirnos que estamos asistiendo a la tercera guerra mundial a pedazos, una guerra persistente, que tiene numerosas manifestaciones. Una de ellas, muy cerca de nosotros, la guerra entre Rusia y Ucrania, cuyas consecuencias sufrimos especialmente en estos días…
La paz es una tarea y un compromiso de toda la humanidad, pero es importante que las religiones lideren la esperanza de un futuro mejor y abran caminos de colaboración, concordia, inclusión… La libertad religiosa es un antídoto contra el totalitarismo y una escuela de fraternidad. Las religiones son
constructoras de paz y no de guerra, de unidad y no de división. El diálogo
entre las diversas religiones no persigue lograr una síntesis de todas ellas, sino que tiene como objetivo compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor. El amor sin límites y el perdón que supera las ofensas son la base para una paz duradera que no se base simplemente en un equilibrio de fuerzas. Podríamos hablar de un ecumenismo de la paz, como fruto de la apertura a la trascendencia.
La fe no consiste solo en creer en Dios, sino también en creer en el ser humano y en sus posibilidades y capacidades para sacar de sí lo mejor, para vencer el pecado y el mal en el mundo, y para construir una nueva humanidad.
Si creemos en un único Dios y Padre, también tenemos que creer que todos somos hermanos y que es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias como hijos de un único Dios.
Jesucristo es el Príncipe de la paz. Como tal lo invocamos y lo esperamos en
este tiempo de adviento. Una actividad destacada en nuestra diócesis como preparación para la Navidad será la Marcha por la paz pidiendo especialmente
por el fin de la guerra en Ucrania. Será el sábado previo a la Navidad, el día 17 de diciembre, en Cáceres, desde la Estatua de Gabriel y Galán en el Paseo de Cánovas hasta el Kiosko de la música, donde se leerá un manifiesto por la paz.
¡Estamos todos invitados! Allí nos veremos.
El primer día del año, el día de la Maternidad de la Virgen María, celebraremos la Jornada Mundial de la paz, promulgada por el Papa san Pablo VI en 1968, durante la guerra del Vietnam. Si Jesús es el príncipe de la paz, María es Reina de la Paz.
Con mi bendición,