Carta del obispo de Guadix: «"Levántate y ponte en camino". Día del Seminario 2023»

A continuación presentamos el escrito del Francisco Jesús Orozco con motivo del Día del Seminario

franciscojesusorozco

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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El próximo día diecinueve de Marzo, cuarto domingo de Cuaresma, celebramos el día del Seminario en la Iglesia española y en nuestra Diócesis de Guadix, con el lema «Levántate y ponte en camino». Es un día muy significativo en la vida diocesana, pues sabemos que las vocaciones al sacerdocio son fundamentales para la vida de la Iglesia. Se nos invita a valorarlas pero también a mirar su escasez en nuestra realidad y a pedirlas insistentemente ante el Dueño de la Mies. Dios es quien llama, de ahí la grandeza y santidad del ministerio que se confía. Es tarea de toda la Iglesia promoverlas, cuidarlas y apoyarlas. Un jardín no florece si no se cultiva y se cuida con esfuerzo y celo constante.

La Subcomisión Episcopal para los Seminarios ha elaborado unos materiales muy sugestivos que nos invitan a vivir esta Jornada como un especial momento de oración, de promoción y de acción de gracias por el don de la vocación. Este regalo del Señor está enraizado en la común vocación a la santidad, «Sed santos como vuestro Padre celestial es Santo» (Mt 5, 48).

«Levántate y ponte en camino»: con este lema se nos resitúa en la experiencia de la propia Iglesia constantemente caminado: desde Abraham, invitado a marchar a tierras desconocidas, pasando por Moisés, llamado a liberar al pueblo de Israel esclavizado en Egipto, así como los profetas, los discípulos y el propio Pablo. Todos los grandes de la historia de la salvación han encontrado en este «ponerse en camino» el inicio de una nueva vida y de su propia realización personal. Han salido de sí mismos con una disponibilidad generosa y confiada; se han levantado y se han puesto a caminar con Jesucristo.

En nuestra Iglesia sinodal, siempre queremos caminar juntos, guiados por el Señor, que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6). Su presencia, su palabra, sus dones y gracias alientan, sostienen y explicitan el verdadero sentido de toda llamada; por ello, la presencia de las vocaciones sacerdotales es un signo seguro de verdad y vitalidad en una comunidad cristiana. Dios llama siempre, también al sacerdocio. También en el mundo actual son muy necesarios los sacerdotes. Queridos jóvenes, ¿estamos dispuestos a darle una respuesta generosa, comprometida y fiel al Señor? ¡Sí! Merece la pena ser Sacerdote, y sacerdote en nuestra Diócesis. No existe crecimiento verdadero y fecundo en la Iglesia sin la presencia de sacerdotes que lo sostengan y alimenten; sacerdotes que nos traen a Jesús en la Eucaristía y que son Cristo mismo en medio del mundo.

Debemos reconocer, no obstante, que el número de adolescentes, jóvenes y personas adultas que llaman a las puertas de nuestros seminarios es escaso. Esta realidad reclama una reflexión profunda, por parte de todos, sobre el alcance que damos a este hecho como creyentes y sobre nuestro compromiso personal y comunitario ante este signo de los tiempos. Los padres, sacerdotes, consagrados, catequistas y profesores, jugamos un papel decisivo en esta tarea. Estamos llamados por el Señor a «hacer camino juntos», y juntos, en la historia de la salvación, hemos de implicarnos en la promoción vocacional y en el cuidado necesario de nuestros sacerdotes.

Quisiera destacar, una vez más, la importancia decisiva e insustituible de la familia para descubrir y apoyar la vocación de sus hijos a una entrega de especial consagración. No sólo es importante pensar en una buena posición económica y social para ellos, sino, sobre todo, en una vocación personal a la que Dios les llama desde niños. De esa respuesta dependerá en gran parte su felicidad. En ocasiones, el adolescente y el joven pueden llegar a vivir como divididos y desgarrados entre su posible vocación sacerdotal y el apoyo que pueden recibir en su casa, en su ambiente, en el colegio o en otros ámbitos.

Quiero aprovechar esta Jornada para dar gracias a todos los bienhechores, que con su oración, acogida, cercanía y apoyo económico hacen posible seguir haciendo camino discipular. Ayudar al sostenimiento de nuestros seminaristas es una forma concreta de valorar a los sacerdotes que han sido importantes en nuestra vida. Especialmente doy gracias a los sacerdotes que se empeñan en el fomento de las vocaciones al ministerio sacerdotal en sus comunidades parroquiales. Es una bella misión, pues a través de su testimonio personal contagian la alegría por la vocación recibida, ayudando a suscitar una respuesta generosa en los adolescentes, jóvenes y adultos para seguir a Cristo. Viviendo con generosidad su entrega sacerdotal, con su cercanía, alegría y testimonio sabrán acompañar los deseos profundos que el Señor hace surgir en el corazón de aquellos que Él llama.

Es importante recordar lo que el Pueblo de Dios espera de sus sacerdotes y seminaristas: que sean santos. Es fundamental ayudarles a caminar en una progresiva conversión y cercanía a Dios; familiarizarse, en amistad íntima y personal, con el Buen Pastor, hablando con Él a todas horas, de corazón a corazón. Lejos de todo deseo de carrerismo o de cualquier ostentación, ayudarles a seguir con humildad las huellas de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, del que intentan, con paciencia y perseverancia, ser su imagen.

No es fácil este proceso vocacional en una sociedad tan despistada en las cosas de Dios. Lo sabemos y hay que acudir, por ello, a la fuente, que es Cristo, contando con la ayuda de la comunidad formativa del Seminario y de los propios sacerdotes que acompañan de cerca la formación de los candidatos. Agradezco al Rector y formadores su precioso servicio a favor de las vocaciones en nuestro Seminario diocesano de San Torcuato. Asimismo, agradezco a la Delegación diocesana de pastoral vocacional y juvenil, todas las actividades que realizan en la Diócesis y que están dando preciosos frutos. Los profesores de religión son en este camino un eslabón necesario para animar en la respuesta a la posible llamada. Recemos por nuestros seminaristas y apoyémosles, no sólo en esta jornada, sino durante todo el año.

Apoyados en la promesa del Señor que no abandonará nunca a su Iglesia, pedimos juntos que continúe regalándonos vocaciones sacerdotales, al tiempo que agradecemos el apoyo de los sacerdotes, familias y educadores.

Que el Patriarca San José, custodio de los seminarios y San Torcuato, santo Patrón de nuestra Diócesis, nos alcancen estas gracias.

Con mi afecto y bendición.

+ Francisco Jesús Orozco Mengíbar

Obispo de Guadix