Carta del obispo de Lleida: «Inscripciones en la escuela»
Esta semana Salvador Giménez defiende la asignatura de Religión y apela a las familias cristianas a ser coherentes con su fe en relación con la educación de sus hijos
Madrid - Publicado el
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Me parece que cada año tengo unos comentarios dominicales sobre la escuela, la educación en general, la generosidad de los docentes y la responsabilidad de los padres y de las familias en sentido amplio. Insisto siempre en la importancia de la materia de la religión católica en el curriculum escolar y la opción de elegirla con vistas a recibir una educación integral.
En los comentarios de este curso hago lo mismo. La motivación me llega de la lectura de algunos titulares periodísticos sobre el descenso de la matrícula en la asignatura de religión en todas las comunidades autónomas. Se da a entender que eso es una consecuencia clara del alejamiento del mundo escolar de los valores y virtudes que se desprenden de “lo religioso”. A simple vista parece lógico aunque hay unos matices que conviene no olvidar, sobre todo en estos momentos cuando se abren las inscripciones en los distintos colegios y, al inicio de una etapa educativa, se debe optar por esta materia.
Antes de anotar las concreciones para optar por la clase de religión, quiero resaltar la importancia de los padres y de las familias en general. La responsabilidad en la educación de los hijos reside en los padres y nadie la puede suplantar o eliminar. El mantenimiento de la opción en el sistema educativo es un derecho de los padres y no es un privilegio de la Iglesia o de los obispos que la autoridad administrativa concede a modo de gracia especial. Apelo a las familias cristianas para que sean coherentes con su fe y quieran completar correctamente la educación de sus hijos.Ya que de hecho se esfuerzan en utilizar indistintamente su palabra y su ejemplo en el interior del hogar, piden la colaboración necesaria de las parroquias (catequesis, tiempo libre, formación juvenil) y de los colegios (conocimientos, destrezas y habilidades, actitudes…). Los tres ámbitos constituyen un conjunto para una educación que atienda todas las dimensiones de la persona.
Pero vayamos a las concreciones que nos motivan los datos estadísticos:
1.- Es una materia que ha sido tratada de forma desigual e injusta en el curriculum por parte de las distintas administraciones educativas desde hace muchos años. En las distintas leyes educativas se han producido cambios en su tratamiento que han desorientado a los interesados. En un momento ha habido una materia alternativa, en otro se ha suprimido ésta quedando la religión como una materia más; se suprimió para el recuento de la media en las notas; que no contara para el acceso a las becas públicas; se puso una serie de trabas en el horario escolar y un largo etcétera.
2.- Las inscripciones no han gozado de celeridad ni transparencia por parte de directivos.
3.- Los profesores de la materia se han prestado, cuando el centro los requería, a colaborar en otras tareas educativas. En cambio han tenido que ir a los tribunales para defender sus derechos laborales ganando en muchos casos los juicios planteados.
Podríamos añadir algunas otras cuestiones que se repiten constantemente: que no debería ser materia curricular por no tener una base científica; que cada iglesia debe formar a sus fieles… hasta convertir en héroes a quienes eligen esta materia. Observamos que se eliminan o se reducen los programas de las materias que llamamos humanísticas en favor de las técnicas con un lamento de diversos grupos de docentes a los que no se escucha. Habría que potenciar el amplio mundo de los valores, de las virtudes, de los conocimientos filosóficos, literarios o clásicos.
Os aconsejo a todos a no renunciar a vuestras convicciones y, sin temor, os inscribáis en la Enseñanza Religiosa Escolar
+ Salvador Giménez Valls
Obispo de Lleida