Carta del obispo de Lleida: «El último escrito del curso»

En su última carta Salvador Giménez Valls desea que «el descanso del verano no os haga olvidar vuestra responsabilidad en la vida y en la misión de la Iglesia»

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Redacción Religión

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Cuando se acaba un período de nuestro tiempo en la actividad a la que nos dedicamos, es bueno hacer balance, evaluar y agradecer su interés a todos los que han hecho posible el trabajo de cada uno. Es el caso de nuestro FULL DOMINICAL que empieza su publicación el primer domingo de septiembre y finaliza el último domingo del mes de julio. Durante los domingos de agosto se continúa distribuyendo en las parroquias y se presenta en formato reducido, sin el comentario del obispo, como dejando constancia de tiempo vacacional.

Este comentario es el último del actual curso pastoral que, como toda obra humana, ha tenido sus luces y sus sombras. En todo momento y en cualquier circunstancia queremos dar gracias a Dios por los colaboradores de la Delegación de Medios (una oración por Miguel Ángel, el delegado, fallecido a principios del mes de mayo y cabeza y coordinador de todas las tareas), por las gentes de la imprenta y distribución, y, sobre todo, por los lectores y responsables parroquiales que acercan el contenido del FULL a muchas familias.

Repasando los títulos de los 48 artículos se constata una pluralidad de motivos de reflexión: información de alguna fiesta significativa, tanto local como eclesial; comentario sobre una realidad eclesial implantada en nuestra diócesis, Cáritas, Manos Unidas, Vida Creixent, IREL, Pastoral de Jóvenes y Vocacional; apunte sobre alguna Jornada que nos afecta; llamada a participar en el Sínodo de Obispos y en la Asamblea Diocesana; cuestiones sobre moral cristiana; impulso a la colaboración con otras entidades civiles por parte de comunidades eclesiales y un largo etcétera.

Es una gama variada de asuntos que ayudan a evaluar la vida de nuestra diócesis. Por supuesto que el desarrollo de muchas actividades de parroquias y comunidades es mucho más rico que el conjunto de los comentarios, siempre de índole subjetiva y escritos por una sola persona. La vida diocesana tiene la fuerza de la comunidad aunque el obispo tiene la responsabilidad y la obligación de orientar y acompañar con sus indicaciones a los cristianos y ofrecer su opinión con respeto y afecto a todos los que leen estos escritos.

Entre los aspectos positivos quiero hacer mención del trabajo y la participación de muchos grupos en el Sínodo de los Obispos, cuyo resultado final se produjo el día 28 de mayo en la Asamblea Diocesana y el día 11 de junio con el conjunto de diócesis de España, la tarea ordinaria de Delegaciones y parroquias; el interés mostrado por la catequesis de la iniciación cristiana; la organización arciprestal; la respuesta decisiva de las comunidades cristianas ante la dramática situación de los refugiados y emigrantes.

Entre los aspectos negativos destaca el descenso constante de la práctica sacramental y el reducido atractivo social de la propuesta cristiana; la falta de vocaciones al ministerio y a la vida consagrada; el compromiso menguante de los jóvenes en las actividades eclesiales; la responsabilidad de los laicos en la marcha de las parroquias; la reducción de comunidades de vida consagrada; la falta de sensibilidad para conseguir para todos los derechos humanos; la aceptación, consciente o inconsciente, de la tragedia del aborto y de la eutanasia.

Seguramente no basta la enumeración de los datos. Hace falta estudiar las causas que provocan estos aspectos para mejorar su funcionamiento y mostrar satisfacción por las consecuencias positivas que vemos a nuestro alrededor. Tenemos un mensaje grandioso. Quienes lo seguimos hemos de esforzarnos por hacerlo siempre creíble. Que el descanso del verano no os haga olvidar vuestra responsabilidad en la vida y en la misión de la Iglesia.

+ Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida

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