Carta del obispo de Tarrasa: «Creemos en un solo Dios»

Escrito semanal de Salvador Cristau Coll con motivo de la solemnidad de la Santísima Trinidad

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de la Santísima Trinidad. Con esta expresión, los cristianos hacemos referencia al misterio de Dios mismo, al misterio de su ser. Y si podemos hablar de ello, a pesar de ser un misterio, es sólo porque Él mismo nos lo ha revelado.

Hoy la Iglesia celebra también la jornada Pro Orantibus, es decir, por aquellas personas, los monjes y las monjas contemplativos, dedicados a Él sólo, a orar por el mundo, a alabarlo en nuestro lugar, de todos aquellos que deberíamos hacerlo y no lo hacemos como deberíamos, y oramos especialmente hoy también por ellos.

Como dice San Pablo en la carta a los Romanos, los hombres, con la razón natural podemos llegar al reconocimiento de la existencia de Dios, de un Dios creador y ordenador de toda la creación: “Desde que el mundo fue creado, el poder eterno de Dios y su divinidad, que son invisibles, se han hecho visibles a la inteligencia a través de las cosas creadas” (Rm.1, 20).

Pero llegar a conocer el misterio más íntimo de Dios, que son tres personas en un solo Dios, esto nadie habría podido imaginarlo ni pensarlo ni descubrirlo si no nos lo hubiera revelado Él mismo.

Porque ha sido Jesús quien en los Evangelios nos ha dejado la presentación más profunda de Dios mismo, de quién es y de cómo es Dios. Que Él, Jesús, es el Hijo, y que por tanto hay un Padre, y que hay un Espíritu Santo. Y son varios los momentos en que Jesús nos ha hablado de ese Dios que sólo él conoce.

“Nadie conoce al Hijo, fuera del Padre, y nadie conoce al Padre fuera del Hijo y de aquellos a los que el Hijo lo quiere revelar” (Mt.11, 27). De hecho, lo reveló en muchas ocasiones, continuamente con su vida y sus palabras, aunque hay algunos momentos especialmente importantes como cuando en su bautismo en el río Jordán, dice el evangelio que: “En el momento en que salía del agua, Jesús vió que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y vino una voz del cielo que decía:” Tu eres mi Hijo amado, a quien he elegido” (Mc.1, 10).

Pero pensemos qué puede significar que Jesús comparta su vida, su intimidad, su ser, descubriendo lo más íntimo que lleva en el corazón, compartiéndolo con nosotros, ¿qué podemos entender que significa esto? Seguramente todos entendemos que cuando una persona hace esto es porque tiene mucha confianza, mucho aprecio, e incluso mucho cariño, amor en definitiva.

Esto es lo que ha hecho Dios con nosotros, con los hombres que ha creado. Y así toda la revelación ha llegado a su momento culminante al enviarnos a su mismo Hijo: “En muchas ocasiones y de muchas formas, Dios antiguamente había hablado a los padres por boca de los profetas; pero ahora, en estos días, que son los definitivos, nos ha hablado a nosotros en la persona del Hijo, por medio del cual ya había creado el mundo” (Hbr 1, 1-3).

Recordemos que Jesús, antes de dejar este mundo, antes de la Ascensión, dijo a sus discípulos: «Dios me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id a convertir todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». (Mt 28, 19-20).

Hoy la Iglesia celebra este misterio de la Santísima Trinidad. El misterio de un solo Dios en tres Personas que se aman y nos aman porque Dios es amor. Un misterio de amor y de intimidad, un misterio que nos manifiesta la confianza que ha depositado en nosotros.

+ Salvador Cristau Coll

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