Carta del obispo de Tarrasa: «Domund 2022»

Cuando decimos que todos somos misioneros, no es una forma de hablar, es una realidad que forma parte de nuestra vida desde que hemos recibido el Bautismo

salvadorcristau

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Celebramos un año más la Jornada del Domund, el Domingo Mundial de las Misiones. Éste es un día para orar por las misiones y para tomar conciencia de que todos somos misioneros y debemos estar comprometidos en ayudar a aquellos hermanos que han ido a tierras lejanas a predicar el Evangelio, a llevar el Reino de Dios. Y cuando decimos que todos somos misioneros, no es una forma de hablar, es una realidad que forma parte de nuestra vida desde que hemos recibido el Bautismo.

Ya en 1975, el Papa San Pablo VI escribía en su Exhortación apostólica “Evangelii nuntiandi” unas palabras que sitúan muy bien este tema: “Nosotros queremos confirmar una vez más que la labor de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más acuciantes. Evangelizar constituye, en efecto, la felicidad y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, para ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa” (E N 1975).

La Iglesia universal nos convoca hoy, pues, a la celebración de un nuevo día de las misiones, de un nuevo día del Domund, este año con el lema “Seréis mis testigos”.

Estas palabras pertenecen al último diálogo que Jesús resucitado tuvo con sus discípulos antes de la Ascensión al cielo, como se describe en los Hechos de los Apóstoles: “El Espíritu Santo vendrá sobre vosotros y recibiréis su fuerza, para que seáis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra” (Hch 1, 8).

Efectivamente, según este relato de los Hechos, fue inmediatamente después de la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos que por primera vez se dio testimonio de Cristo muerto y resucitado con el denominado discurso misionero de san Pedro a los habitantes de Jerusalén. Así, los discípulos de Jesús, que antes eran débiles, temerosos y vivían encerrados, empezaron el período de la evangelización del mundo. El Espíritu Santo les fortaleció, les dio valentía y sabiduría para testimoniar a Cristo ante todos.

Ahora somos nosotros, los cristianos que vivimos en este momento de la historia, los testigos de la Resurrección porque Cristo, el Señor, está con nosotros y vive en nosotros. Pedimos hoy especialmente por los misioneros de nuestra diócesis y por todos los que predican la Palabra de Dios y comunican su vida a tantos hermanos en lejanos lugares y seamos generosos con nuestra colaboración a sus necesidades. Seamos valientes también nosotros en dar ejemplo y testimonio de Jesús en el mundo.

+ Salvador Cristau Coll

Obispo de Tarrasa