Madrid - Publicado el
2 min lectura
La Fe se vive muy fácilmente cuando todo está iluminado. Sin embargo cuando la situación se torna dificultosa la realidad cambia. Hoy celebramos al religioso y Beato español, Francisco Palau. Nace en Aytona (Lerida) en el año 1810. Su familia es muy humilde y religiosa. Y el pueblo es tierra de Santos. De hecho, allí nacerá su sobrina nieta Teresa de Jesús Jornet, que fundará las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
Volviendo al Padre Palau, un día siente la vocación sacerdotal e ingresa en el Seminario Diocesano. Cuando pasan varios años hace la opción de entrar en los carmelitas descalzos. Por entonces vive momentos de persecución. Prueba de ello es que el Convento donde se alojaba será incendiado y le tocará salir de allí.
La impronta que deja es la de un hombre Santo porque se queda hasta el final para ayudar a un religioso ciego a salvarse. Ordenado sacerdote en Barbastro los primeros momentos de su ministerio serán en su tierra natal. Allí cuidará de la vida espiritual y de los necesitados. Pero siente la necesidad de un mayor alejamiento de la situación y se adentra en una gruta.
Es llamada “La Cueva del Padre Palau”. Pero los conflictos no cambian y debe alejarse de la tierra, exiliándose a Francia. También encuentra a Dios en el destierro y toca a muchas almas. De vuelta a España crea la Escuela de Virtudes con dinámicas de catequesis y de atención a los necesitados. Su acercamiento a obreros irrita al Gobierno Liberal que le destierra a Ibiza injustamente.
En esta ocasión Dios le inspira el carisma que iba a forjar la Orden Terciaria Carmelita Seglar. También fue exorcista y tuvo ocasión de exponer esta labor en el Concilio Vaticano I. El Beato Francisco Palau muere en el año 1871 en la ciudad de Tarragona.