Carta pastoral del obispo de Segorbe-Castellón: Infancia Misionera
Casimiro López reflexiona sobre el lema de esta Jornada y asegura que los niños también necesitan sentirse parte de la Iglesia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Este domingo celebramos en toda la Iglesia en España la Jornada Mundial de la Infancia Misionera. Esta Jornada es la fiesta de los niños y las niñas que viven con alegría el don de la fe y rezan, ofrecen y recaudan donativos para que la luz de Jesús llegue a todos los niños del mundo. Este año se quiere poner de relieve la comunión de todos los que creemos en Cristo, para descubrir la belleza de formar una sola familia, la familia de los hijos de Dios. Por ello el lema reza Uno para todos y todos para Él.
‘Uno para todos’ es Jesús, el Hijo de Dios, que ha venido a nuestro mundo para nuestra salvación, para hacernos partícipes del amor y la vida de Dios a todos. Es lo que acabamos de celebrar en la Navidad. El Niño-Dios nacido en Belén es la buena Noticia, motivo de una gran alegría para todo el pueblo de Israel, como anuncia el ángel a los pastores, y para toda la humanidad, a quien representan los magos de Oriente que vinieron hasta Belén siguiendo la estrella, y al encontrar al Niño se llenaron de gran alegría y, cayendo de rodillas, lo adoraron y ofrecieron oro, incienso y mirra. Jesús nace para todos y quiere llegar a todos. A cuantos creen en Él, les da el poder de ser hijos de Dios (cf. Jn 1,12). En el bautismo, renacemos a la vida de Dios, que nos hace sus hijos queridos en su Hijo Jesús, nos hace hermanos y amigos de Jesús, nos incorpora a su familia, la Iglesia, y nos envía a todos a la misión de anunciar el Evangelio para que Jesús llegue a todos.
De ahí surge el “Todos para Él”. Todos los bautizados, también los niños y las niñas, estamos llamados a vivir para Cristo y llevar a todos la alegría del Evangelio, la alegría de ser amados por Dios personalmente en su Hijo, Jesús. Cada uno lo hará según su edad, cada uno desde su vocación personal, concreta; cada uno con sus talentos y dones. Pero lo hemos de hacer todos juntos, remando en la misma dirección para poner todo bajo el cuidado y la mirada del Señor.
Por esta razón, el recién fallecido Papa emérito Benedicto XVI la última vez que estuvo en España, para la JMJ de 2011, nos dijo: “Permitidme que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario” (Homilía, 21-8-2011).
Los niños y las niñas necesitan hacer la experiencia de formar parte de esta familia de los hijos de Dios, la Iglesia, de sentirse parte activa de su vida y de su misión, para amarla como propia y de saberse necesarios para que Jesús y el Evangelio lleguen a todos, en especial, a los más pequeños en los países de misión.
Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón