Carta pastoral de Mons. Francesc Pardo i Artigas: Navidad desde el nuevo año y desde la fiesta de Reyes
El obispo de Girona reflexiona sobre el porqué de la representación de los Reyes Magos que llegan hasta el pesebre para adorar al Niño Jesús
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Esta semana he pensado nuevamente en la Navidad de Jesús, pero a partir del hecho del inicio de un nuevo año y de la fiesta de la Epifanía o de Reyes.
Estos días decimos y nos dicen: “¡Buen año!”, “¡Feliz año nuevo!”. Ciertamente es un deseo, y está bien deseárnoslo, pero convendría que fuese también un compromiso para cada uno de nosotros: “Yo haré todo lo posible porque para ti sea un buen y feliz año”.
Ahora bien, para conseguir este compromiso no basta con la buena voluntad. Hay que buscar ayudas y hace falta - quizá - renovar algunas actitudes.
¿Podemos prescindir de Dios para afrontar los retos del año que hemos empezado?
Recordemos la bendición que los sacerdotes ofrecían al pueblo de Israel al inicio de un nuevo año: “Que el Señor te bendiga y te guarde, que el Señor te haga ver la claridad de su mirada y se apiade de ti; que el Señor gire hacia ti la mirada y te dé la paz”.
Solo contando con Dios, con su bendición, con su amor que perdona y nos fortalece para querer siempre mediante su luz y paz, podemos afrontar un nuevo año. Y desde la fiesta de Reyes o de la Epifanía.
Hace años que me pregunto: ¿por qué tantos niños que admiran la representación de la narración evangélica del Reyes no llegan hasta Jesús y solamente se quedan con los personajes y los regalos?
Cuando yo estaba en mi primera parroquia, los Reyes, con su séquito, después de pasar por el Ayuntamiento llegaban a la iglesia parroquial, entraban y se acercaban a venerar la imagen del niño Jesús. Yo les dedicaba un breve saludo y hacíamos una plegaria. Al acabar y despedirlos, el Rey negro siempre nos dirigía unas palabras: “Hasta aquí queríamos llegar, hasta encontrar a Jesús, tal como hicimos la primera vez. Si no fuera así no tendríamos que salir de casa”. Y a mí, al oído, me decía: “Ya lo ve: pasamos por los palacios… pero nuestro destino es el pesebre. Usted ya me entiende”.
Hoy hay que explicar el porqué de la representación y donde acabó la primera comitiva de los Reyes. No acabó en el palacio de Herodes, no acabó en el centro de Jerusalén, sino en el lugar donde estaba el niño con su madre, para adorarlo y reconocerlo con los dones de oro, incienso y mirra.
Al menos nosotros, sacerdotes, pero también padres, abuelos, educadores y - ¿por qué no? - los locutores de las cabalgatas de los Reyes…. deberíamos explicarlo y comentarlo. Hay que hablar de Jesús y de su nacimiento.
Cada cual a su manera debemos explicar que Jesús nació porque Dios nos quiere tanto que ha querido ser uno de nosotros. Así lo podemos escuchar, lo podemos sentir cercano, y saber qué nos quiere ofrecer si nosotros lo acogemos.
Esta es la gran noticia de Navidad. Este es el canto de los ángeles, como mensajeros de Dios, anunciando la gran alegría para todo el pueblo, y también para nosotros.
Esta es la causa de la alegría de Navidad y de Reyes, una alegría que es un don y que queremos manifestar y compartir en medio de las preocupaciones y sufrimientos, y por eso nos hacemos los regalos de Reyes.
¿Seremos capaces de explicarlo?
¡Buena fiesta de Reyes junto a Jesús!
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