Benjamín, el joven malagueño que va a pasar sus vacaciones de verano en Siria

Un joven malagueño de 31 años pasará sus vacaciones de agosto en Damasco -Siria- para apoyar como animador

Benjamín, el joven malagueño que va a pasar sus vacaciones de verano en Siria

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Benjamín Morales es un malagueño de 31 años que se ha ofrecido para pasar el mes de agosto en Damasco participando como animador en las actividades de los salesianos en aquel dolorido país. El interés por Siria le surgió en 2017, cuando participó en “Confronto”, un encuentro de 250 animadores salesianos de Europa y Oriente Medio que tuvo lugar en Turín.

Allí entabló amistad con varios jóvenes sirios con los que compartió sus durísimas experiencias, aunque lo que más le impresionó fue que, a pesar de todo, los veía felices de verdad. Desde entonces ha mantenido contacto con ellos, interesándose por su vida y contrastando con ellos la información que salía aquí en los medios de comunicación. Así ha podido transmitir a los niños y jóvenes de su centro salesiano las noticias que le llegaban de Siria.

Pero eso no le bastaba, mientras iba surgiendo la inquietud de ir allí y ver las cosas por sí mismo, sobre el terreno. Hace unos meses, en una reunión de coordinación de los centros juveniles se planteó sacar adelante el intercambio de animadores, entonces se sintió preparado y propuso ser él quien fuera a Siria este verano.

El 31 de julio volará hasta Beirut con las maletas llenas de material escolar, balones, juegos… Y allí comenzará la aventura: cruzar por tierra la frontera con Siria en un taxi alquilado. Espera que alguien del Líbano pueda acompañarle, o que alguien se acerque desde Siria para hacer el viaje con él. Pero en todo caso no piensa arredrarse.

Al llegar a Damasco, podrá reencontrarse con alguno de los amigos que hizo en Italia, que le esperan con los brazos abiertos. De hecho, lo que más ha movido a Benjamín a dar este paso es conocer la necesidad que ellos tienen de que todo vuelva a la normalidad. Y que alguien de fuera viaje hasta allí, es también una forma de que esa normalidad regrese. Y de mostrar la comunión de la Iglesia con sus miembros más débiles y necesitados.

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