La doctora que atiende a los pobres enfermos y sin recursos en la clínica del papa Francisco

Lucía Ercoli no cuelga la bata cuando termina en la clínica del papa. Tiene su propia organización, una clínica ambulante...y una vocación enorme

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Cada miércoles, o cada domingo, El Vaticano se llena de fieles y turistas que vienen a escuchar al papa Francisco. Muchos acentos y banderas se juntan en la Basílica de San Pedro para recibir la catequesis del pontífice, rezar por él y con él o, simplemente, vivir la experiencia.

No obstante, hay otra multitud que puede pasar más desapercibida en la gran plaza vaticana. También es internacional, pero se identifica por su atuendo: una bata blanca. Este grupo de "batas blancas" se encuentra siempre bajo la columnata derecha de la plaza. Esas personas que portan las batas blancas y ese lugar forman la clínica "Madre de la Misericordia"

La clínica "Madre de la Misericordia" es un centro que abrió el papa Francisco en 2015 para que los más necesitados tuvieran a dónde acudir a curarse. Esta obra va a cumplir cinco años en 2019 y ya acuden a ella también los pobres de las periferias. La doctora Lucía Ercoli lleva los mandos de esta clínica de 30 profesionales sanitarios a los que también se suman médicos voluntarios

El trabajo en la clínica vaticana

Su responsabilidad es la Dirección de Salud e Higiene de El Vaticano, además de dirigir la clínica. Esta segunda parte de su trabajo son tres días a la semana: martes y jueves por la tarde y sábados por la mañana. Acuden esos días entre 60 y 80 personas, según recoge la revista Famiglia Cristiana. Además, tres veces al mes, esta clínica se hace "móvil" y se desplaza por los suburbios para atender a más personas en situación de segregación o marginación. 

Esta labor ha ido creciendo, en afluencia y también en espacios y especialidades. En la actualidad, disponen de tres ubicaciones más: una para las visitas, una farmacia interna y una sala de espera. Una de las afecciones más comunes de estas personas: el alcoholismo y los problemas de salud en los que deriva. "Llegan los pacientes más dispares, lo necesitan todo. Sobre todo, siendo bebedores, son alcohólicos, tienen problemas gastríticos porque comen mal y viven en la calle, muchos necesitan el otorrino", como cuenta uno de los médicos voluntarios.

En el caso de la atención a las mujeres, también han avanzado. Durante un año dispusieron de un servicio específico para las embarazadas y mujeres vulnerables. Una de las ayudas más avanzadas que prestan, y de la que no dispondrían si no estas mujeres, es el trabajo para la detección de posibles cánceres. Y, al final, también han atendido a los niños con los que muchas veces vienen. 

Por el acceso de los pobres a la sanidad

Lucía hace mucho bien. Sin embargo, también critica que, hoy en día, más que a los pacientes, se atiende a las patologías. Tiene un recado también para los legisladores. Denuncia las dificultades de muchas personas para poder inscribirse en el sistema sanitario y se cuestiona si se cumple de forma eficaz el artículo 32 de la Constitución Italiana: 

La República protegerá la salud como derecho fundamental del individuo e interés básico de la colectividad y garantizará asistencia gratuita a los indigentes. Nadie podrá ser obligado a sufrir un tratamiento sanitario determinado, a no ser por disposición de una ley. La ley no podrá en ningún caso violar los límites impuestos por el respeto a la persona humana

Doctora todoterreno: en El Vaticano, los suburbios, en Bosnia, de día y de noche

Si el trabajo de Lucía parece excesivo, a todo ello suma otro trabajo. Es el que desempeña como jefa de una organización sin ánimo de lucro, que se llama "Medicina Solidale". Con esta entidad, se dedica a hacerse cargo de los niños y los necesitados que están enfermos. El motivo, que a la pobreza le es indiferente la nacionalidad, "une transversalmente a inmigrantes, romaníes e italianos", dice. 

Esta cruzada particular por los necesitados tiene aún un paso más. Ese paso es la clínica ambulatoria en la que atiende junto a su esposo, dentro de esa organización. Además, "La fonte di Ismaele" ha servido para que su marido recupere la fe y la vocación. "Cuando pensé que la experiencia de la fe se estaba acabando, nació "Medicina Solidale" y la única realidad que nos recibió fue una iglesia, Santa María Madre del Redentor, de la cual el actual Obispo Lojudice era el párroco ... ", recoge Famiglia Cristiana. Ese obispo es con el que fundaron esta clínica ambulante. 

Este deseo de cuidar a los demás y poner sus talentos al servicio de los necesitados les viene de antes. En los 90, hacían voluntariado nocturno con Cáritas. También, se fueron con su párroco a Bosnia a ayudarle en los viajes que hacía cada 15 días a ese país durante la Guerra de los Balcanes. 

Madre de dos mil niños...o más

La religión tampoco es un impedimento para su trabajo. De hecho, en Bosnia, le hablaron de un sitio que también podía necesitarles. "Fuimos a cristianos y musulmanes. Allí nos contaron sobre un orfanato en Bielorrusia en condiciones extremadamente críticas. Fuimos y desde ese momento dirigimos nuestra atención a los niños vulnerables, que luego continuó con "Medicina Solidale". En las clínicas ubicadas en los suburbios de Roma, de hecho, hay principalmente mujeres y niños".

Si fuera poco, es madre de tres hijos adoptados. Y de muchos más, ya que "los niños que vienen a la clínica se sienten como si fueran todos míos. Y cuando me preguntan cuántos hijos tengo ... creo que dos mil o más ... ".

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