EN 'EL ESPEJO'

El sacerdote que reza por Yemen, donde se vive "la peor crisis humanitaria del mundo”

El Vicario Apostólico en Arabia Saudí, Paul Hinder, lleva cuatro años sin poder ir a Yemen por una guerra que suma ya 57.000 muertos

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José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Hoy recordamos en El Espejo la situación en Yemen, y lo hacemos a través de los ojos del Vicario Apostólico de Arabia Saudita, Paul Hinder, que desde hace cuatro años no ha podido pisar ese país debido a la guerra que lo asola.

“Espero poder volver a ver Yemen con mis ojos, antes de dejar mi episcopado en Arabia", ha dicho Mons. Hinder, que estuvo por primera vez en ese país en 2014, cuando ya se observaban señales del conflicto. En aquella ocasión, bendijo un altar de la catedral y presidió la toma de posesión de un párroco. Son hechos cotidianos en la vida de un obispo, pero en Yemen tenían carácter extraordinario. Después, la escalada de la violencia bloqueó todas las iniciativas pastorales.

En la comunidad cristiana yemení está viva la memoria del ataque yihadista al complejo de las Misioneras de la Caridad en marzo de 2016en el que fueron asesinadas 4 religiosas y otras 12 personas. Los terroristas secuestraron entonces al P. Tom Uzhunnalil, salesiano indio que fue liberado tras un año de cautiverio. En semejante contexto Mons. Hinder sueña realizar la visita pastoral a Yemen pero reconoce que su cumplimiento está lejano.

En Yemen se respira todavía un clima de gran tensión y violencia. A veces surgen señales de mejora pero luego el proceso se bloquea porque falta la capacidad de alcanzar un compromiso. La guerra comenzó como un conflicto interno entre el gobierno sostenido por Arabia Saudí y los rebeldes huthíes, apoyados por Irán. Se estima que, hasta el momento, la guerra ha provocado 57 mil muertos y la ONU considera que ha provocado “la peor crisis humanitaria del mundo”: 24 millones de yemeníes necesitan ayuda urgente para sobrevivir.

De vez en cuando el Vicario Apostólico logra hablar con alguno de los cristianos que están todavía en el país, que no esconden su preocupación por el futuro de la Iglesia y de Yemen. Su mayor deseo es la paz y la posibilidad de vivir su fe y de tener de nuevo un sacerdote que se pueda ocupar de sus necesidades espirituales y materiales.

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