Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz: "Extremadura, una sociedad herida con sed de esperanza"
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Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz y el Observatorio Diocesano de la Realidad Social, presentan el documento de denuncia "Extremadura, una sociedad herida con sed de esperanza".
Este Año de la Misericordia proclamado por el Papa Francisco, tiempo de esperanza que coincide, además, con el tiempo de Cuaresma, tiempo de reflexión y conversión, nos motiva a reflexionar sobre la vida de muchos de nuestros hermanos que viven situaciones injustas y que han sufrido por esta economía que excluye, que mata, que descarta a los últimos, a los que considera no necesarios, a los que no le interesan. Ante esta situación, no podemos permanecer indiferentes.
A pesar de la aparente mejora de las variables económicas en estos últimos meses, no deberíamos olvidar la herida de la pobreza, situación que en 2014 alcanzó a un tercio de los extremeños. Como esto se repite año a año, lo damos por sabido. Quizá nos hayamos acostumbrado a oírlo y no le demos la importancia que merece, porque no llama la atención. Otros, simplemente, no se creen los datos, incluso algunos cristianos, que piensan que la situación no es tan grave como las estadísticas indican.
Sin embargo, los números son tozudos y los datos oficiales muestran que en 2014 el 40% de los extremeños vivían en situación de pobreza o exclusión social o que 146.400 personas sufrieron el desempleo en 2015, lo que supone una tasa de paro del 29. El desempleo incide de forma cruel en los jóvenes menores de 25 años, con una tasa de paro del 55%.
El desempleo femenino, el juvenil y el de larga duración, se muestran como los problemas más importantes relacionados con el empleo y apuntan a una cronificación a medida que pasa el tiempo. Tenemos ejemplos recientes como el cierre de la mina de Aguablanca en Monesterio que nos muestran la importancia de un trabajo digno y estable para lograr el pleno desarrollo personal y el dolor que provoca la inestabilidad.
El crecimiento económico por sí sólo no es suficiente, como recordaba el Papa en la Evangelii Gaudium y también plantea el VII Informe FOESSA. En la encuesta realizada en Extremadura, el peso de la población en la integración precaria (43,2%) y la exclusión moderada (18,2%) supera a los respectivos valores nacionales (40,6% y 15,7% respectivamente). Por tanto, estamos hablando de una sociedad vulnerable y la evolución experimentada desde entonces no nos hace pensar que estos valores se hayan reducido.
Nuestros datos coinciden con los datos de esta encuesta: parejas jóvenes con hijos (3,1 personas), Nde nacionalidad española o de un país de la Unión Europea, familias en riesgo de pobreza, con baja intensidad laboral, que viven con lo justo, han agotado los apoyos familiares y las prestaciones por desempleo, incluso trabajan en actividades de economía sumergida y acuden a Cáritas para solicitar ayuda económica para afrontar las necesidades básicas.
Así, nos llama la atención el incremento de personas que acudieron por primera vez a Cáritas, se trata de familias "normalizadas" que se han visto atrapadas en la espiral de un paro de larga duración, de todos o la mayoría de sus miembros y que están desprovistas de los medios básicos para subsistir. Estas personas han pasado de la vulnerabilidad a la pobreza.
Por otro lado, también nos interpela la cronificación, ya que el 57% de las personas atendidas llevan más de tres años recibiendo ayuda de Cáritas. El paro prolongado, la falta de liquidez para hacer frente a un excesivo endeudamiento y la insuficiencia de los recursos de los servicios sociales, así como el endurecimiento de requisitos y condiciones ha hecho que muchas familias sean demandantes regulares de la ayuda de nuestra institución.
No podemos olvidar que la asistencia para dar una respuesta urgente de primera necesidad (alimentación, pago de alquileres, consumo energético, etc.), ha sido y sigue siendo necesaria, pero no debe crear dependencia. Los obispos españoles en el documento "La Iglesia, servidora de los pobres" observan que el aumento de la pobreza durante la crisis nos ha obligado a dar una respuesta urgente de primera asistencia, lo que ha restado tiempo y disponibilidad para atender a tareas tan importantes como el acompañamiento y la promoción de la persona. Y esto no sólo ha sucedido en Cáritas, también se extiende al resto de Entidades y a la Administración Pública.
La situación que vivimos y los indicios que tenemos de la sociedad post-crisis nos hablan de una sociedad muy desigual y precaria. La preocupación por la desigualdad y la exclusión, nos lleva a la transformación de la sociedad, modificando sus valores y estilos de vida. Debemos construir una sociedad distinta donde la persona sea el centro.
Responder a la crisis significa modificar el modelo económico y social que vivimos, no responder a los problemas con viejas políticas, que no se demostraron eficaces antes ni ahora, construir una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales egoístas, abandonar esa lógica del beneficio personal en lo económico que se traduce en una lógica individualista en lo social. Como ejemplos concretos, la puesta en marcha de un sistema estatal de garantía de ingresos permitiría atajar eficazmente la pobreza y, en especial, la pobreza severa, la necesidad de un empleo digno con un salario digno, ya que hoy día estar trabajando no garantiza estar libre del riesgo de pobreza o asegurar un acceso universal a la salud.
Con este documento, queremos animar a la comunidad cristiana a seguir la llamada del Papa Francisco a ser parte de "una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.
(Jesús Pérez Mayo – Director de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz)