Omella cree que el sínodo “ayudará a la Iglesia a renovarse” y a acabar con los prejuicios que la acompaña
El cardenal anima a los fieles a participar en este proceso que, a su juicio, contribuirá "a la cohesión, a la humanización y al bien común de España"
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El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha remarcado que frente a quienes opinan que la Iglesia debe modernizarse por estar quedándose atrás, “la sinodalidad ayudará a la Iglesia a renovarse bajo la acción del Espíritu y gracias a la escucha de la Palabra”, ha expresado en su discurso inaugural con el que se inicia la Asamblea Plenaria.
De esta manera el arzobispo de Barcelona se ha referido a la fase diocesana del sínodo, en la que se llama a laicos, religiosos y fieles (incluso los que se sienten más alejados de la Iglesia) a la participación y escucha para conocer sus demandas sobre cómo quieren que sea la Iglesia del futuro. Una fase que estará abierto en cada país hasta el 15 de agosto, y que culminará en octubre de 2023 en Roma, con la celebración del Sínodo de los Obispos sobre Sinodalidad que estará presidido por el Papa.
A juicio del cardenal Omella este Sínodo convocado por el Papa Francisco va ayudar a superar la imagen que para algunos sigue prevaleciendo de 'la Iglesia como sociedad de desiguales donde unos mandan y otros obedecen, unos enseñan y otros aprenden, unos celebran y los demás asisten', ha remarcado.
“Tenemos una oportunidad única para tomarnos en serio que somos Pueblo de Dios que caminamos juntos hacia el Reino prometido. Tenemos una oportunidad única para no ser una masa de espectadores o consumidores de unos servicios religiosos, sino un pueblo de actores y trabajadores, cada uno según su condición, en la Historia de la Salvación”, ha expresado.
El Sínodo ayudará “a la cohesión, a la humanización y al bien común de España”
El arzobispo de Barcelona ha continuado haciendo un llamamiento “a todos, obispos, sacerdotes, religiosos, laicos; a todas las estructuras eclesiales de comunión, a los consejos pastorales, a los consejos presbiterales, a todas las organizaciones cristianas, movimientos, asociaciones, comunidades religiosas, a todas las parroquias, a los comprometidos con pastorales especializadas, en los hospitales, en las escuelas, en las cárceles, en los centros de acogida de inmigrantes; a los jóvenes, a los niños, a los adultos y a los ancianos; a los que se sienten marginados, a los que pertenecen a grupos ya configurados y a todos los que viven o quieren vivir su fe. Hacemos un llamamiento a todos a involucrarse en el proceso sinodal que hemos comenzado. Vale la pena intentarlo, echar las redes de nuevo... Es el Señor el que hace el milagro”.
Omella ha contrapuesto este espíritu sinodal frente al tiempo de pandemia, marcado por el miedo, la soledad y el individualismo: “El camino sinodal es todo lo contrario, es una llamada al entusiasmo, al encuentro, a hacer familia, a avanzar juntos sin miedo porque somos el Pueblo de Dios que quiere caminar unido bajo la guía y la protección del Espíritu Santo”.
“Todo este esfuerzo y trabajo eclesial del camino sinodal tendrá, sin duda, efectos positivos de renovación y comunión no solo para la Iglesia, sino también para todo nuestro país. Sí, los católicos, que estamos presentes en todos los ámbitos de la sociedad, en la medida que entremos en la dinámica sinodal que nos propone el Papa, ayudaremos a la cohesión, a la humanización y al bien común de España”, ha sostenido.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española ha reconocido que la fe ha ido perdiendo fuerza en la cultura de nuestro país, aunque Omella hace autocrítica y lo atribuye, en parte, “a las inconsistencias internas de la Iglesia y de los cristianos, y, también hay que decirlo claro, de nosotros, los propios pastores de la Iglesia, y por ello pido perdón, pues con nuestra falta de testimonio e incoherencias, por nuestras divisiones y falta de pasión evangelizadora, en no pocas ocasiones contribuimos, no sin escándalo, a la desafección y a la falta de confianza en la jerarquía, en la propia Iglesia”.
“El Sïnodo no es un parlamento ni un sondeo de opiniones”
Para el presidente de la Conferencia Episcopal Española, la sinodalidad “es un reto necesario y providencial para este momento de nuestra sociedad y de la Iglesia, pues la sinodalidad tiene como base fundamental la corresponsabilidad y la participación de todos los bautizados en la edificación de la comunión y en la tarea evangelizadora. El Concilio Vaticano II proclamó con carácter general que la misión de la Iglesia no es exclusiva de los pastores (ni siquiera colegialmente), sino que todos los bautizados (cada uno en su condición) están llamados a participar en ella”, recuerda.
El cardenal ha agregado que esta corresponsabilidad “pasa por escucharnos los unos a los otros y, juntamente, escuchar al Espíritu de Dios que habla a sus hijos. Para ello es esencial ponerse en clima de oración, que ayuda a discernir y reconocer la voz de Dios en las palabras de los hermanos. Es cierto que el diálogo va a generar diferencias. No nos gusta encontrarnos y escuchar al que no piensa como nosotros. No nos tienen que dar miedo las diferencias. El diferente, el otro que no piensa como yo, me puede ayudar, me enriquece y, lo más importante, el Espíritu Santo me puede hablar a través de él”.
El presidente del episcopado ha precisado que el Sínodo no es un parlamento ni un sondeo de opiniones, sino un momento eclesial cuyo protagonista es el Espíritu Santo: “No es asamblearismo ni tampoco democracia, es sinodalidad. En un estilo sinodal se decide por discernimiento, sobre la base de un consenso que nace de la común obediencia al Espíritu. Los parlamentos pueden aprender mucho de este camino sinodal. ¡Sí, miremos lo que nos une y caminemos juntos hacia ello! Apartemos los monólogos y las ideologías que nos enfrentan y nos impiden caminar hacia el bien común”, ha subrayado.