El testimonio de Paz, una hija que atiende a su madre en el centro de cuidados paliativos de Laguna
Paz Poveda habla sobre el final de la vida, con su madre atendida en el centro de cuidados paliativos de Laguna
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Paz Poveda se encuentra en un momento difícil de su vida. Su madre, Rosario de Agustín Jiménez, de 97 años, lleva ingresada 15 días en el centro de cuidados paliativos Laguna, en Madrid. “El dolor está ahí. Es mi madre, tenga la edad que tenga, pero el amor también continúa en cada momento. Mi madre solo quiere una cosa: que le des la mano”.
¿Cómo vives el final de la vida de tu madre en el centro de cuidados paliativos?
Con mucha paz. Hay una frase que mi madre siempre, siempre me repetía: "hija que nada te quite la Paz." Creo que es el mejor consejo que podía darme. El Centro de Paliativos de Laguna es un trocito de Cielo en Madrid.
Es fácil acompañar a mi madre aquí. Además ella solo quiere una cosa: que la des la mano. Nada más.
¿Qué te ofrecen los médicos, enfermeros, psicólogos?
En el centro donde estamos nos dan mucha tranquilidad. Desde Olga, la persona que todas las tardes está en la recepción y te recibe con una sonrisa; las auxiliares; Toñi, que aunque ese día no le toque la habitación de mi madre pasa a darla un abrazo; enfermeras, médicos. La humanidad se palpa. De verdad que te acompañan continuamente. Están ahí para todo, para cualquier duda. El cariño con el que tratan a mi madre, el respeto, es impagable. La atención es increíble. Se trata de eso al final de la vida: que nos puedan ofrecer un cuidado integral, atendiendo a cada persona en todas sus dimensiones, con toda la dignidad posible. Por eso no podemos olvidar a D. José, el capellán. Para mi madre verle a diario y poder comulgar es el mayor regalo.
¿Cómo os enfrentáis la familia a estos momentos duros?
Somos una familia educada en la Religión Católica y eso ayuda muchísimo.
Mi madre ha tenido una vida plena. 12 hijos, de los que vivimos 11, tiene 29 nietos a los que adora, 13 bisnietos y dos de camino además de sus 8 hijos políticos que siempre les ha tratado como hijos, hijos.
Yo hablo por mí pero se que mi madre se irá de cabeza al cielo y es un verdadero regalo poder estar con ella estas semanas. Es un placer poder aprovechar hasta el último momento con ella, aunque a su vez son los momentos más duros. La fe ayuda a afrontarlo así, con paz. Te repito es un regalo. Y quiero agradecérselo a mi marido y mi hijo q últimamente les tengo un poco abandonados el permitirme el estar tan cerquita de mi madre.
¿Te ha cambiado en algo tu manera de enfrentarte a la enfermedad?
Siempre cuando acompañas alguien muy cercano al final de su vida, siempre se aprende. Además ellos te sorprenden. Recibes tú más de ellos que ellos de tí.
¿Dirías algo a los que están a favor de la eutanasia?
No creo, ni apruebo la eutanasia... Es verdad que te cuesta entender el dolor y el sufrimiento de los que más quieres. Pero la solución no es la eutanasia. Por ello admiro tanto los centros de paliativos porque realmente hay que ayudar y acompañar al enfermo para que no sufra, no tenga dolor, este tranquilo.... y dejar que se marche en paz. Una muerte digna no es matar al paciente es tener una buena muerte. Y en Centro de Paliativos de Laguna lo saben muy bien.
Desde tu parroquia estáis preparando el Congreso de Laicos 2020. ¿Qué vais a aportar?
Llevamos trabajando meses en la formación de muchos temas, incluidos los que se refieren a la vida, a la enfermedad, la soledad, tan presente en nuestros días… Será un camino, un proceso para ahondar en el acompañamiento, la fe y la visión de la vida que queremos dar a la sociedad de hoy. Será una oportunidad para un mayor compromiso.