El cardenal Osoro a los jóvenes de Madrid: "Existimos gracias al amor infinito de Dios"
En el día de la Jornada Mundial por la Paz, la catedral de la Almudena acogió una vigilia de oración Adoremos
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Coincidiendo con la Jornada Mundial por la Paz, los jóvenes de Madrid se reunieron el viernes 1 de enero en la catedral de la Almudena para "dejarnos iluminar por Jesús, que es la luz, la paz y la esperanza" en la vigilia de oración Adoremos. Según la archidiócesis de Madrid, tras un momento de adoración ante el Santísimo con ecos del salmo proclamado –"el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros"–, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, comenzó su meditación aludiendo al Amor, "con mayúsculas". "Existimos gracias al amor infinito de Dios" y por tanto, dijo, "queda vencido el nihilismo y podemos pasar de la angustia a la confianza".
Dios ha puesto en el corazón de todo ser humano un "deseo de vida". Los hombres "estamos sedientos", afirmó, "de descubrir que hay Alguien que nos quiere, que nos ama". Como ha explicado la archidiócesis, un Dios que se hizo hombre, al que "no tenemos que buscarlo en el cielo" porque "está precisamente donde los seres humanos hemos dejado de buscarlo –indicó el purpurado–: está en nuestra propia carne, se ha hecho presente con nuestras propias fragilidades, con nuestro dolor y con nuestras alegrías y nuestras penas".
Al hacerse hombre, Dios asumió las debilidades y fragilidades, "nuestra vulnerabilidad tal como la estamos viviendo en este tiempo de pandemia". El nacimiento de Jesús no fue un mero hecho histórico, destacó el cardenal Osoro, sino "algo que afecta a nuestro modo de entender la vida y de estar en el mundo". Dios viene "sin pedirnos nada", advirtió; al contrario, "me lo entrega Él todo", la vida y "lo que más necesito, que es el amor".
Esta fuerza de amor, explicó arzobispo de Madrid, es "más poderosa que todas las tinieblas, más poderosa que la muerte, más poderosa que todos los infiernos". "Dejemos que entre en nuestra vida –animó–, dejemos que nos ame, que nos abrace". Él "quiere entrar en tu casa; ¡recíbelo!», concluyó.