La historia de la ermita San Nicolás, el albergue sin electricidad que acoge peregrinos del Camino de Santiago
'Diario de un Peregrino' conoce la historia de la ermita de San Nicolás de Puente Fitero, en la provincia de Burgos, regentada por el italiano Paolo: "Esto estaba en ruinas"
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Hoy en día es difícil imaginar un hotel o un albergue que no proporcione algunos servicios básicos como la electricidad. ¿Qué clientes podría recibir un albergue así? Unos muy especiales, como son los peregrinos del Camino de Santiago.
En la frontera que separa la provincia de Burgos con Palencia se encuentra la Ermita de San Nicolás de Puente Fitero, uno de los puentes más largos del Camino, y cuya historia hemos conocido con Javier Escartín en ‘Diario de un Peregrino’.
En la ermita, que está regentada desde hace treinta años Paolo, de origen italiano, se lava los pies a los peregrinos tras un largo día de recorrido. Pero también se cuidan los detalles. En el interior podemos encontrar la imagen de Santiago Apóstol elaborada con piedra de Galicia, una campana antigua con la que se da aviso a los peregrinos para poder lavarles los pies en la capilla o una imagen de los tres últimos papas.
“El 30 de julio de 1991 comencé a restaurar la ermita para su uso como albergue. Antes era un lugar en ruinas. No tenía ni tejado, solo estaba la parte de la capilla, pero dejé de ser un lugar de paso en el Camino de Santiago. Era unas ruinas de los Campos de Castilla”, explica Paolo.
Paolo ya barruntaba la posibilidad de rehabilitar la ermita en la década de los años ochenta, cuando el Camino de Santiago volvió a adquirir notoriedad gracias al mensaje emitido por el Papa Juan Pablo IIen 1982, coincidiendo con el Año Santo Compostelano: “Decía que Europa nació en el Camino de Santiago, y aquello despertó el interés”, comenta el gerente de la Ermita de San Nicolás de Puente Fitero.
A ello se sumó la IV Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en la capital gallega en 1989, que contó con la asistencia del Pontífice. Era la tercera vez que el Santo Padre polaco viajaba a nuestro país: “Me di cuenta a principios de los años noventa de que la peregrinación a Santiago iba a aumentar. Por eso, busqué un lugar donde acoger a los peregrinos y este lugar me gustó mucho”, explica en un perfecto castellano Paolo.
Sobre la ausencia de electricidad en el albergue, Paolo ha precisado en ‘Diario de un peregrino’ que a los peregrinos no les importa, sino más bien al revés: “Les gusta mucho el encanto de las velas”. A la hora de apañarse para, por ejemplo, hacer la cena, el responsable de la ermita ha apuntado que las realizan con bombonas de butano. Además, calientan agua para la ducha. Pero el valor añadido es el lavado de pies a los peregrinos, ya que considera “que es un gesto importante”.
A lo largo de estas tres décadas, la Ermita de San Nicolás de Puente Fitero ha recibido peregrinos católicos, pero también de otras confesiones, como musulmanes o judíos: “Por unas horas sienten que se encuentran en comunidad. A mí me conmueven aquellas personas que hacen el Camino de Santiago en nombre de sus padres o familiares que han muerto”.
Preguntado por cómo imagina Paolo el futuro del Camino de Santiago a medio-largo plazo, tiene claro cuál debe ser el objetivo: “Unir Roma con Jerusalén y Santiago. Que haya un Camino que una estas tres ciudades”, reflexiona.
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