La historia de Teo, párroco de 15 pueblos en el medio rural: "Peleamos por que sus habitantes tengan dignidad"

El sacerdote forma parte del Movimiento Rural Cristiano, compuesto por una serie de curas que luchan contra la despoblación en el mundo rural

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La historia de Teo, párroco de 15 pueblos en el medio rural: "Peleamos por que sus habitantes tengan dignidad"

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Teo se levanta al alba, a eso de las siete de la mañana. Tras la oración, sale al campo a correr (sin música, para propiciar la reflexión). Enseguida acude al colegio para impartir clases de Religión. Ya por la tarde (con un poco de siesta previa para cargar las pilas) dedica su tiempo a visitar algunas de las quince parroquias que lleva de la comarca de Aliste (Zamora). Por la noche relaja el ritmo, aunque las reuniones y la planificación de la agenda en los próximos días no le permite dormir más de seis o siete horas diarias. Los fines de semana tampoco se descansa, ya que las celebraciones litúrgicas son una constante.

Sí, con este párrafo habrás podido imaginar que estamos describiendo la vida de un sacerdote en el medio rural. Esta es, a grandes rasgos, la vida que lleva Teo Nieto. Una vida ajetreada que sin embargo adora: “Si te planteas estar presente en todos los lugares es imposible. Lo importante no es llevar quince parroquias, sino acompañar a los vecinos de esos pueblos con sus realidades”, afirma en Aleluya.

Una tarea gratificante pese a no estar exenta de peligros, dado el mal estado de las carreteras que comunican las localidades de la comarca zamorana. Al día realiza una media de 138 kilómetros con su Opel Astra en esos caminos lleno de obstáculos: “En una ocasión me llevé por delante a una manada de jabalíes. La fauna salvaje está descontrolada. Las comunicaciones han ido mejorando, pero aún están muy mal. Ahora en invierno con las lluvias y las heladas hay que conducir con mucho cuidado. Las administraciones deberían dar un paso adelante para invertir en infraestructuras” reclama el párroco.

Y es que la despoblación en algunas zonas del interior de la Península hacen mella en todos los núcleos, incluido el clero: “Hay una seria falta de vocación, pero acompañar a los pueblos en este proceso de envejecimiento es bonito, porque estamos presentes y sufrimos las mismas dificultades que los hogareños. Es la cruz que tenemos que asumir. Lo importante es portar esperanza desde la Iglesia”.

Pese a su vocación de servicio, el párroco castellano-leonés ha vivido capítulos complicados. Algo natural si tenemos en cuenta que oficia más funerales que bautizos y matrimonios: “Siempre impacta la muerte de un vecino mayor, porque le has estado acompañando en su última etapa vital. Pero lo peor es cuando un padre entierra a su hijo. Lo he tenido que experimentar en ocasiones y es tremendo”.

Aunque el optimismo es lo que mejor define el carácter de nuestro protagonista, es consciente de que el mundo rural en España avanza a una velocidad mucho más lenta que en la ciudad. Por ello, pertenece al Movimiento Rural Cristiano, que lucha por la dignidad de sus habitantes: “Somos muchos curas los comprometidos por esta causa. Es un estilo que denominamos 'Pastoral rural misionera' y que no siempre se entiende".

La falta de empleo o el déficit de servicios son los dos principales enemigos del medio rural aunque, tal y como apunta Teo, lo más urgente es cambiar la mentalidad de que quien opta por vivir en el pueblo es un ciudadano de segunda o no sirve para hacer otras cosas: “Es una idea muy interiorizada aquí, lo que hace que muchos jóvenes se marchen”.

Prueba de ello es el instituto en la cabeza de la comarca, Alcañices, donde imparte clases de Religión. Hace un década contaba con más de 200 alumnos. Hoy apenas llegan a 118. La mayoría de los alumnos que un día pasaron por las manos de Teo, ya no viven en los municipios aledaños: “Tarde o temprano los chavales se marchan para viajar o estudiar, lo cual es bueno. Pero hay que inculcarles que no desprecien el pueblo y piensen en volver. Ya empieza a haber casos”.

Lo que nunca cambia, y es innegable, es que en el medio rural se crean grandes hermandades entre los vecinos: “Me siento uno más. Siempre tengo la casa abierta para recibir gente. Cuando llega la época de las lechugas, no me faltan lechugas. Cuando es época de matanza no falta el chorizo. Es la forma que tienen de mostrar su gratitud”.

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