La Iglesia se vuelca con los refugiados, también en tiempos de covid: así trabajan sus redes
'Aleluya' ha tenido la ocasión de contactar con cuatro testimonios que trabajan de manera incansable con los refugiados
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El pasado domingo, 27 de septiembre, se celebró la Jornada Mundial del Migrante cuyo lema ha sido “Como Jesucristo, obligados a huir”. El Papa Francisco ha dedicado su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado a los desplazados internos, un drama a menudo invisible que ha agravado la crisis mundial causada por la pandemia de la covid-19 .
Los obispos de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad de la CEE han publicado un mensaje para esta jornada, en el que caben destacar tres puntos fundamentales. En primer lugar, hay que asegurar los derechos de toda persona obligada a desplazarse. Los obispos españoles piden poner rostros a todas estas personas vulnerables, ya que, no son cifras, son personas. Se trata de sensibilizar a la comunidad cristiana que reconoce a Jesús en cada persona obligada a huir.
En segundo lugar, hay que adoptar medidas que respeten la dignidad de los migrantes. El futuro, señalan los obispos, va a suponer una dificultad mayor, entre otras causas, por los nuevos problemas en las fronteras y por el riesgo de que se produzcan situaciones de expulsión de migrantes. Por eso, piden a las instituciones de la Iglesia trabajar en red, uniéndose al esfuerzo de las otras instituciones de la sociedad civil.
Por último, hay que conjugar nuevos verbos propuestos por el Papa: “Acercarnos como prójimos” ; “Escuchar” el grito de los más vulnerables, de los desplazados; “Compartir”, para crecer juntos, sin dejar fuera a nadie; “Involucrar”, porque solo con la colaboración de todos es posible encarar la crisis y “Colaborar” porque este no es el tiempo del egoísmo, porque el desafío que afrontamos nos une a todos y no hace acepción de personas.
La Misión de la Iglesia, en materia de migraciones, surge de la Misericordia de Jesucristo por los más desprotegidos, desfavorecidos, vulnerables, pobres y necesitados. El canal de Cope Religión, ‘Aleluya’, ha querido hablar con 4 entidades españolas que tienen en común la ayuda a los migrantes en varias partes de España.
El trabajo de los Mercedarios con los más necesitados
Abdellah Laruki tiene 32 años y llegó a España desde Marruecos con catorce, es decir, menor de edad. Fue acogido a través del sistema estatal de tutela para menores extranjeros no acompañados (MENA), por una comunidad de frailes mercedarios.
Los mercedarios pertenecen a la orden religiosa de la Virgen de la Merced que crearon la primera casa de acogida para menores en 1987. A partir de aquel momento, empiezan a crear más pisos por la zona de Madrid. En la actualidad disponen de un total de “diez pisos de acogida para jóvenes y mujeres en riesgo”. El objetivo es “darles una respuesta hasta que cuenten con la documentación adecuada para poder enfrentarse a la vida de manera autónoma”.
Sobre estos últimos meses, Abdellah revela en 'Aleluya' que ha tenido “más dificultades durante esta época de pandemia para convivir con el virus. Los pisos son para muchas personas y obviamente es un riesgo, pero en todo momento estamos muy atentos a todas las medidas de sanidad”.
Abdellah ha llamado la atención sobre uno de los grandes problemas del sistema de acogida: “Es verdad que cuando uno cumple 18 años, el regalo de cumpleaños es dejar el centro de menores y salir a la calle. Lo normal es que hayas aprendido el idioma, pero no tienes suficiente autonomía, no tienes recursos, ni red social… al final acaban en la calle y algunos delinquiendo”.
“Yo soy educador social, he trabajado durante siete años con los menores y ahora trabajo con los jóvenes. Nuestro objetivo es principalmente que ellos se sientan acogidos y desarrollar un itinerario de crecimiento personal que se diseña con ellos” añade Abdellah. “Lo primero, obviamente, es el idioma y luego intentar que tengan una formación profesional para que puedan incorporarse al mercado laboral” subraya el joven trabajador.
El trabajo del Servicio Jesuita a Migrantes
El Servicio Jesuita a Migrantes-España (SJM-E) es una red que trabaja por la defensa de los derechos de las personas migrantes y su pleno acceso a la ciudadanía, a través de acompañamiento, servicios, incidencia pública, promoción de la hospitalidad y el análisis de las situaciones que producen vulneraciones de derechos de las personas migrantes.
Desde el Servicio Jesuita a Migrantes precisan en el canal de Religión de COPE.es, 'Aleluya', que “desde el comienzo de la pandemia, junto con la red Migrantes con Derecho, hemos puesto el foco en la acogida residencial”. “Durante estos meses hemos comprobado como los impactos socio-económicos golpean duramente este aspecto de los migrantes. El objetivo es prevenir la “informalidad” que durante la emergencia sanitaria hemos visto crecer muchísimo” añaden desde la entidad.
La organización avisa que han comprobado cómo las “personas que trabajaban sin tener un contrato fijo o las empleadas de hogar que han perdido su trabajo, no estaban vinculadas a ningún tipo de proyecto de ayuda”. Por eso desde el Servicio Jesuita a Migrantes han emprendido varios proyectos “para poder ayudar a migrantes, menores, mujeres o personas solicitantes de asilo”.
Durante estos meses, se han puesto en marcha dos recursos para evitar que nadie se quede sin hogar. De esta forma, los jóvenes que acaban de cumplir los 18 años y abandonan el centro de menores, “normalmente no saben a quién tienen que acudir y hemos visto que necesitan muchísima ayuda”. Por eso han creado pisos para acoger a una treintena de chicos y chicas que acaban de cumplir la mayoria de edad. El segundo proyecto es para acoger a sesenta mujeres con sus hijos menores. Siete viviendas que servirán para aliviar los problemas derivados de la covid-19.
El testimonio de la Diócesis de Albacete
‘Aleluya’ ha contactado con Miguel Jiménez, delegado del Secretariado Diocesano de Migraciones de la Diócesis de Albacete. El objetivo del Secretariado es “lograr una nueva consciencia eclesial. Una Iglesia que, a imagen de Jesucristo, no conozca fronteras, capaz de salir de sí misma y adentrarse, por Amor, Misericordia y Caridad, en territorios ‘extranjeros’. Una Iglesia que sea Madre y hospital de campaña para todos, en la que los Migrantes tengan un lugar y una atención especial en su corazón y les ofrezca su rostro materno y universal por el hecho de existir y de ser hijos de Dios”. La persona Migrante, nos dice Miguel, “es una riqueza, un acontecimiento gratificante y una oportunidad de renovación para la comunidad y para la sociedad”.
La realidad concreta en la Diócesis de Albacete pide atender a todos los grupos, colectivos o personas que trabajan directamente con el tema de la movilidad humana en el acompañamiento y trabajo directo con emigrantes. Lo hacen, añade Miguel, “en pisos de acogida, en formación y promoción educativa, sensibilizando y denunciando a través de gestos y campañas, exposiciones o reuniones la realidad del emigrante y del refugiado, colaborando con los programas y acciones de otras Instituciones Diocesanas en varias parroquias de la Ciudad”. Además, se ocupan de la atención y mediación jurídica, la atención en el centro penitenciario de “la Torrecica” y a través de una lavandería solidaria.
Melilla, "un lugar de tránsito y de esperanza"
Otra ciudad de España donde los migrantes son protagonistas para la Iglesia en estos últimos meses es Melilla. La situación en los Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) en Melilla es insostenible. A día de hoy, el centro dobla su capacidad con 1.300 inmigrantes en las instalaciones, cuando la capacidad es de 700.
El responsable de Cáritas en Melilla, Fernando Moreno, ha precisado a ‘Aleluya’ el trabajo incansable que están haciendo para acompañar a los migrantes en un sitio, recuerda Fernando, “que principalmente es de tránsito”. En Melilla hay varias entidades eclesiales que están acompañando a los migrantes: el Servicio Jesuita a Migrantes tiene una oficina de acompañamiento jurídico, las Hijas de la Caridad acompañan sobre todo los jóvenes menores no acompañados y una comunidad intercongregacional, las Hermanas Apostólicas del Sagrado Corazón y la Hermandad del Ángel de la Guarda, acompañan con la oración y a nivel personal todos los migrantes que piden ayuda. Fernando subraya el trabajo de esta comunidad: “Es una ayuda personal y integral a la persona, a nivel social y emocional”.
Caritas Melilla trabaja en coordinación con todos ellos y apoyando cualquier tipo de labor. También, nos dice Fernando, “hacemos mucho trabajo a través de los círculos del silencio. Una vez al mes hacemos una manifestación publica en silencio y en solidaridad con las personas migrantes para sus derechos. Llevamos cuatro años haciéndolo y no tenemos intención de parar”.
“Seguiremos acompañando con el acompañamiento en tránsito porque Melilla al final es eso, un lugar de tránsito y de esperanza para un futuro mejor” concluye Fernando.