¿Por qué San Pedro Alcántara es el protector de los celadores y guardias nocturnos?
Este miércoles, 20 de octubre, la Iglesia celebra a este santo franciscano nacido en la localidad cacereña de Alcántara en 1499
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Este miércoles, 20 de octubre, la Iglesia celebra San Pedro de Alcántara, franciscano y santo español del siglo XVI, protector de los celadores y de los guardias nocturnos, debido a su costumbre de pasar las noches sin dormir en oración constante.
Su nombre verdadero era Juan de Garavito y Vilela de Sanabria. Nació en la localidad cacereña de Alcántara en 1499, en el seno de una familia noble. Empezó a estudiar leyes en la Universidad de Salamanca, pero abandonó los estudios al descubrir que Dios lo llamaba a su servicio.
Se hizo fraile franciscano y posteriormente fue ordenado sacerdote. San Pedro de Alcántara fue impulsor de la Reforma de Trento y ayudó a otros a conseguirlo también.
Desde los primeros momentos de su juventud, viendo la clara llamada de Dios, ingresa en los Franciscanos de los que llegó a ser Provincial. Fue uno de los promotores y gestores de la reforma franciscana en España, desempeñando diversos cargos. Su fama de santidad corrió por todas partes, hasta el punto de que Santa Teresa de Jesús, contemporánea de él, le tuvo como su confesor y guía espiritual, incluso a la hora de realizar la reforma en el Carmelo.
Incluso él fue quien se interpuso entre ella y la Inquisición para que no le detuviesen dando la cara en favor de la condición íntegramente cristiana que tenía la “Santa andariega”. Muchos fueron, además, los monarcas que le consultaron y le pidieron consejo, trabando con él una gran amistad, dada la fama de Santidad que acerca de él había corrido por toda la Península.
Es el caso del monarca portugués Juan III. Precisamente, además, Portugal y España fueron los dos lugares donde trabajó en bien de la difusión de la Buena Noticia del Evangelio. Su vida siempre estuvo impregnada de mucha austeridad y penitencia, mostrando una faceta de extrema dulzura en el trato con los demás. Esta forma de proceder le acompaña a San Pedro de Alcántara hasta su muerte ocurrida el 18 de octubre del año 1562.