¿Sabías que las flechas amarillas del Camino de Santiago fueron pintadas por un sacerdote?

En el último episodio de ‘Diario de un Peregrino’, nuestro peregrino Javier Escartín ha salido de Villafranca del Bierzo y ha llegado hasta O Cebreiro, una etapa de casi 28 kilómetros en la que ha llegado a pisar, tras más de 600 kilómetros, suelo gallego.

Llegado a O Cebreiro, Javier ha tenido la oportunidad de encontrarse con José, sobrino de Elías Valiña. Elías fue sacerdote y está considerado como el gran impulsor del auge de las actuales peregrinaciones a Santiago de Compostela, cuando aún no pasaban tantos peregrinos por aquel entonces. “Fue una de las personas más importantes en volver a reactivar a todo el mundo que tenía un sentimiento jacobeo” le dice José a Javier.

Elías fue sacerdote en la parroquia de O Cebreiro desde el 1956 hasta el 1989, año en el que falleció: “Se vino aquí con mi madre y su idea era venirse aquí por amor al Camino de Santiago. En esos años pasaban muy pocos peregrinos, no era un tránsito muy grande”.

Preparar la “invasión de peregrinos”

Para impulsar el Camino realizó una cartografía del Camino de Santiago junto a otros saberes, así como pintar las peculiares flechas amarillas. Las flechas que indican el camino son de este color amarillo ya que se ven tanto de día como de noche.

José le cuenta además una anécdota muy curiosa de Elías Valiña: “Estaba en Navarra pintando las flechas amarillas, durante los años '80, y se encontró con una patrulla de la Guardia Civil en el medio del monte. Elías le dijo que era un cura de Lugo y obviamente no le creyeron y se lo llevaron al cuartel. Cuando ya lo identificaron, Elías les dijo que estaba preparando una “invasión de peregrinos” y que estaba intentando reactivar el camino”.

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Disfruta de nuevo de la etapa 26 de Diario de un Peregrino: desde Villafranca del Bierzo hasta O Cebreiro

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Elías Valina , el padre del camino moderno

José tiene claro que Elías “sabía su misión iba a funcionar”. Elías Valina es el padre del camino moderno, el sacerdote que cogió pintura amarilla y comenzó a llenar de flechas el norte de España, puso los cimientos de una invasión, la de los miles y miles de peregrinos que cada año caminan hasta Santiago.

No pudo ver el final de su obra, la respuesta multitudinaria a su llamada para retomar el peregrinaje hasta la tumba del apóstol. Pero en O Cebreiro, su hogar, y en cada piedra, cada sendero y cada puñado de tierra el recuerdo de Elías Valiña sigue presente. Porque el Camino le debe todo a él.

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