Adalberto Jiménez en su visita a Asturias: "Queremos salvar la Amazonía, que son los pulmones del planeta"

Cáritas diocesana de

ha acogido esta semana la visita del presidente de la REMAM-Ecuador y obispo de Aguarico, Adalberto Jiménez y del indígena kichwa,

. Ambos son los representantes del proyecto: “

”, que

lleva apoyando desde el año 2018.

Visitaron la delegación de medios de la diócesis, donde concedieron una entrevista para el programa El Espejo de Cope Asturias. El prelado quiso agradecer a los “misioneros asturianos que estuvieron cerca de 20 años trabajando en el Vicariato de Aguarico, y a los obispos que visitaron estos trabajos”. Se trata del recientemente fallecido Gabino Díaz Merchán, así como Carlos Osoro y Jesús Sanz.

Esta visita de los representantes ecuatorianos a Asturias forma parte de una gira más amplia que les está llevando por otras diócesis españolas y a participar en Ginebra, en el Foro anual de la ONU sobre Empresas y Derechos Humanos. En ella, tendrá un papel especial Carlos Ajón, representante elegido por las comunidades afectadas en las cuencas de los ríos Napo y Coca en Ecuador.

Salvar la Amazonía

Tal y como afirmaba Jiménez, el objeto de acudir a Ginebra responde a la llamada del Papa Francisco de “

. Salvar los pulmones del planeta, que es un tema que interesa a todo el mundo.

”.

Ayuda de Cáritas de Oviedo y Gijón

“Han sido las Cáritas de España y entre ellas Cáritas de Oviedo y Gijón quienes nos han ayudado enormemente en tres aspectos: primero, creando una conciencia y la escuela de Derechos Humanos para forjar líderes que aprendan y defiendan ellos su propio territorio; en segundo lugar, también la siembra de los huertos familiares, ya que quedó todo destruido por el derrame y en tercer lugar, la plantación de árboles: nos hemos propuesto plantar un millón de árboles en la Amazonía. Pensarán ustedes que ya hay muchos árboles allí, pero la realidad es que existe una gran deforestación, y necesitamos sembrar y cuidar”.

Por su parte, Carlos Ajón indica que “estos derrames que sucedieron hace dos años en las provincias de Sucumbíos y Orellana afectaron a las familias de más de 150 comunidades que vivimos allí, vulnerando nuestra vida tanto en la alimentación, como en el agua o en el terreno”. Unas comunidades cuyo nivel de pobreza ya era previamente el más alto del país. Añade que “a las familias indígenas que vivimos en el lugar nos ha afectado mucho porque no tenemos agua, tenemos que buscarla en otros lugares, y también la alimentación se vio afectada, ya que nosotros vivíamos de la pesca para sustentarnos, así como de la siembra de yuca o plátano, que tampoco podemos realizar, por lo que nos ha influido mucho en nuestro modo de vida”.

La ayuda que se está recibiendo hasta el momento se ha centrado en la formación de la Escuela de Derechos Humanos, para ayudar a que las comunidades aprendan a defender sus propios territorios, pero también se han recibido tanques de agua de 500 litros, de material no oxidable y con posibilidad de potabilizar el agua de la lluvia; además de la siembra de árboles, “en el Vicariato llevamos más de 15.000 sembrados ya, y otros 3.000 en el vivero, con la ayuda de Cáritas”, explica Jiménez.