Caravaca de la Cruz: el gran milagro que le convirtió en una de las cinco ciudades santas del mundo
Según la tradición cristiana, una reliquia de la cruz en la que Jesucristo fue crucificado se encuentra en el municipio murciano, que este 2024 celebra un nuevo Año Jubilar
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Según la tradición cristiana, una reliquia de la cruz en la que Jesucristo fue crucificado está en el municipio murciano de Caravaca de la Cruz, concretamente en la basílica del Real Alcázar de la Vera Cruz.
El interior del templo esconde en un espectacular relicario un fragmento del madero en el que fue crucificado Jesús y que, por su fama de milagroso, hace que, desde muchos siglos atrás, el Santuario sea un lugar de peregrinación.
Por ello, Caravaca de la Cruz es junto con Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana, una de las cinco ciudades santas de la cristiandad que, cada siete años celebra su año jubilar, gracia que le fue concedida por Juan Pablo II. Desde el pasado 7 de enero la está celebrando este año.
El rey moro que se convirtió al cristianismo gracias a dos ángeles
Cuenta la leyenda que, en época del rey moro Abu-Zeit, segunda mitad del siglo XII y comienzos del XIII, entre los prisioneros cristianos que tenía en las mazmorras del castillo de Caravaca de la Cruz, había un sacerdote, el Padre Ginés Pérez de Chirinos, al que el monarca, picado por la curiosidad de los ritos cristianos, le propuso oficiar Misa y lo preparó todo para que así fuera.
El sacerdote, sin embargo, le comentó que no podía oficiarla porque para ello necesitaba un crucifijo. Fue en ese momento cuando, según el milagro, entraron dos ángeles por una de las ventanas sujetando una Cruz que en su interior contenía un fragmento de aquella en la que fue crucificado Jesucristo. El rey, asombrado por aquel milagro, se convirtió al cristianismo.
Como siempre, es difícil establecer la frágil línea que separa la realidad de la leyenda. En este caso, lo que sí está confirmado por los expertos es que el rey Abu-Zeit y su familia, efectivamente terminaron convertidos a la religión cristiana.
La Corona de Castilla reconquistó Caravaca, junto al resto del reino de Murcia, en el año 1243 mediante la firma del Tratado de Alcaraz con los descendientes del monarca Ibn Hud. El Rey Alfonso X 'el Sabio' concedió la encomienda de Caravaca a la Orden Militar de los Templarios en 1266. La desaparación de la Orden del Temple provocó la entrega de la encomienda de Caravaca a la Orden Militar de Santiago en 1344. El Gobierno santiaguista se prolongaría hasta el siglo XIX.
El milagro del vino con el que curaban a los enfermos
No es el único milagro que se atribuye a la requilia de la cruz en la que fue ejecutado Jesús. También durante el periodo musulmán, la leyenda cuenta que sitiaron el castillo de Caravaca y, para forzar a que los caballeros templarios y los vecinos que estaban en su interior se rindieran, envenenaron el agua de todos los pozos de los alrededores.
Viendo que estaban condenados a una muerte segura, un grupo de caballeros consiguió romper el cerco musulmán y llegar hasta las proximidades de Lorca donde, al comprobar que el agua también allí estaba contaminada, llenaron sus odres de vino y regresaron al castillo.
Después de bendecir el vino con la Cruz de Caravaca, se lo dieron a beber a los enfermos. Asombrados al ver que se curaban milagrosamente de sus males, decidieron volcar parte de los odres en los pozos y el agua antes turbia y envenenada, se volvió potable, permitiéndoles resistir y, finalmente, derrotar a los musulmanes que los habían sitiado. Una historia inmortalizada en un monumento, 'Los caballos del vino”' a los pies del castillo.
El regalo del Papa Pío XII a Caravaca de la Cruz
Cuenta la historia que cuando Napoleón invadió España, viendo que sus tropas arrasaban con todo a su paso, los caravaqueños decidieron que aquel preciadísimo relicario que guardaba un fragmento de la Santa Cruz, fuese escondido por los vecinos. Cuando los franceses fueron expulsados y la ocupación terminó, lo devolvieron a su lugar. Sin embargo, poco antes de la Guerra Civil, alguien robó el relicario y nunca se volvió a encontrar.
Los dos pequeños fragmentos del lignum crucis que hoy se veneran, fueron regalados en 1945 por el Papa Pio XII y a la Basílica Santuario de la Vera Cruz, siguen llegando cientos de miles de peregrinos.