El cardenal Omella en su mensaje de Navidad: "No consideremos enemigo al que piensa diferente"

El arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal ha pedido "un triple encuentro" en estas fechas: "Con Dios, con quienes nos rodean y con los que más sufren"

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Sara de la Torre

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La promesa se ha cumplido. Así ha comenzado el mensaje de Nochebuena del cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelina y presidente de la Conferencia Episcopal Española. "Estábamos esperando un alumbramiento, un nacimiento y esta noche ha llegado: Jesús ha nacido. Es la gran noticia, la noticia que quiere cambiar nuestra vida y que tenemos que difundir con una mirada, con una sonrisa, con un gesto de caridad, de amor. Una vida que empieza es siempre motivo de alegría. El nacimiento de Jesús es motivo de alegría y esperanza de una vida mejor, de un mundo mejor, de un Reino que no es de este mundo".

El purpurado ha subrayado que "Jesús es la luz que ilumina tantos lugares oscuros de nuestro tiempo y de nuestra historia; tantos corazones que están rotos por la tristeza, por la amargura, por la enfermedad y por el dolor; tantos lugares azotados por la guerra, el hambre y el sufrimiento".

Recordar a los que no están

Por ello, ha explicado que estos días de reencuentros familiares, "de recuerdo y añoranza" por los seres queridos que ya no están entre nosotros, "notamos su ausencia más que nunca". Son fechas "para encontrarnos espiritualmente con ellos en la oración". El recuerdo de los que nos faltan "nos hace también pensar en los seres queridos que están lejos o que no vemos hace tiempo. Nos invade un profundo sentimiento de nostalgia y deseamos tenerlos cerca. En Navidad aflora el deseo de comunión plasmado por el Creador en nuestro corazón. En estas fechas la luz de Jesús ilumina y enciende nuestro corazón, nos hace dirigir la mirada hacia los que están a nuestro lado y hacia aquellos más necesitados, sedientos de una mirada amorosa. La luz de Navidad nos invita a vivir la caridad, el amor fraterno y el amor filial".

Comprometámonos con la paz

En esta noche de paz quisiéramos que la paz reinara en el mundo, sin embargo, no es así. "Miramos con tristeza hacia Belén y toda la Tierra Santa, vemos a los que sufren en Israel y en Gaza porque sus seres queridos padecen la guerra. Nos desconsuela también ver lo que pasa en Ucrania, en Yemen, en Sudán y en tantos lugares en los que falta la paz".

Esa paz no está en nuestras manos, "pero la pedimos con insistencia al Señor para que cambie el corazón de los que están en guerra; para que ellos, sus familias, sus pueblos, puedan vivir en paz". "Comprometámonos con la paz que sí está en nuestras manos, la paz más cercana: la paz en nuestras familias, en nuestros trabajos y en nuestra sociedad. Que el Príncipe de la Paz nos ayude en esta exigente misión".

Ante la tentación de la crispación, de la polarización, "de considerar al que piensa diferentes como un enemigo", aprovechemos este tiempo de Navidad "para fortalecer los vínculos de comunión que brotan del amor fraterno, que nos dan coraje para alcanzar metas nuevas y que nos sostienen cuando la vida se tuerce, se agita o se rompe. Lo dice muchas veces el papa Francisco, si quieres llegar rápido vete solo, pero si quieres llegar lejos vete acompañado".

Triple encuentro

Ojalá que estos días de Navidad podamos vivir la alegría de un triple encuentro. "En primer lugar, un encuentro con Jesús, el Salvador. El encuentro personal con Él sostiene nuestra vida. Adorarle, recibirle, tratar con Él las cosas grandes y pequeñas de nuestra vida".

Un encuentro también "más profundo con los más cercanos: con la familia, con los amigos, con los miembros de la parroquia o comunidad. Que estos días, quizá de descanso, de más tiempo libre, los podamos aprovechar para compartir con los demás, fortalecer las relaciones y engrandecer las amistades".

Y, tercero, un encuentro con los que sufren cerca de nosotros: "con los pobres, con los que están solos, con los que están enfermos o con los que están tristes. Llevémosles la alegría de la Navidad, la esperanza de que, con Jesús, la vida tiene sentido y los duelos, las dificultades, las injusticias e incluso el pecado y la muerte no tienen la última palabra".

En el contacto con los más necesitados crece nuestra alegría porque tenemos un encuentro con Jesús, "que vive en ellos. Os pido que no dejéis que nadie pase solo estos días. Que haya una silla y un plato siempre a punto en vuestros hogares". Por último, ha pedido "no dejae de mirar a Jesús, de encarnar su ternura, de acoger su corazón, de mirar a los demás con sus ojos. No dejemos de hacer presente a Jesús en nuestra vida. Dios ha decidido entrar en nuestra historia para rescatarnos desde la ternura de un recién nacido".

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