El cardenal Omella pide que "intensifiquemos" nuestra oración por los frutos del Sínodo

El presidente de la CEE pide que "este camino sinodal aporte sus frutos gracias a la obra del Espíritu Santo"

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Redacción Religión

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Con ocasión del inicio de la primera sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el. cradenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha pedido que se intensigique la oración "para que este camino sinodal aporte sus frutos gracias a la obra del Espíritu Santo".

Esta semana empezarán en el Vaticano los trabajos de la primera sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: "El trabajo ya lo estamos iniciando todos los participantes de la próxima Asamblea General con unos días previos de retiro espiritual. En la asamblea sinodal, queremos seguir con atención lo que nos diga el Espíritu, haciendo resonar en el corazón las palabras que el libro del Apocalipsis, en los capítulos dos y tres, dirige a las siete comunidades de Asia: El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias".

Tal y como ha explicado en su carta dominical, "la vigilia ecuménica de oración y los tres días de retiro que hemos celebrado nos ayudarán a ponernos en sintonía con el Espíritu. Queremos que sea Él quien inspire y acompañe nuestra reflexión y el discernimiento, partiendo de lo que cada uno de nosotros lleva en su corazón, fruto del trabajo realizado en cada diócesis de origen".

Un consejo permanente

El Sínodo de los Obispos nació en 1965 por iniciativa de Paolo VI quien, en el "Motu proprio" Apostolica sollicitudo, lo define como "un consejo permanente de los Obispos para la Iglesia universal". Realiza así una petición formulada por el Concilio, en ese momento casi al final, especialmente con ocasión del debate sobre la colegialidad. Incluso entonces Pablo era consciente de que el Sínodo cambiaría con el tiempo. De hecho, en el "Motu proprio" escribe: «Como toda institución humana, con el paso del tiempo podrá ser perfeccionada».

La evolución del Sínodo ha ido de la mano de la progresiva acogida del Concilio, en particular de la visión eclesiológica en la que se basan las relaciones entre el pueblo de Dios, el colegio episcopal y el Obispo de Roma. El Papa Francisco lo expresa reflexionando sobre la dimensión sinodal constitutiva de la Iglesia con ocasión del cincuentenario de la institución del Sínodo (2015): «Una Iglesia sinodal es una Iglesia de escucha, [...] una escucha en la que todos tienen algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: unos escuchando a otros; y todos escuchando al Espíritu Santo".

En 2018, la constitución apostólica Episcopalis communio avanza en la línea de perfeccionar el Sínodo: de un evento puntual -una asamblea de Obispos dedicada a tratar un tema- lo transforma en un proceso dividido en diferentes fases, al que participa toda la Iglesia y todos en la Iglesia están invitados a participar. Sobre esta base renovada se concibió el proceso del Sínodo 2021-2024, titulado Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión. Esto explica su estructura, mucho más compleja que la de los sínodos anteriores.

En primer lugar, este proceso ha previsto una larga fase de consulta y escucha del pueblo de Dios en todas las Iglesias del mundo, que se desarrolló en varias etapas: comenzó a nivel local (parroquial y luego diocesano), para luego avanzar al de las conferencias episcopales nacionales y terminar con el continental. En este proceso, la escucha se ha convertido en una oportunidad de encuentro y de diálogo, dentro de cada Iglesia local y entre ellas, en particular las que pertenecen a una misma región, y también a nivel de la Iglesia universal, gracias también a los estímulos del Documento Preparatorio y del Documento de Trabajo para la etapa continental elaborado por la Secretaría General del Sínodo, el segundo en particular a partir de los elementos recogidos de la escucha del Pueblo de Dios.

Incluso la dinámica eclesial a nivel continental, que este sínodo valora fuertemente, encuentra inspiración en el Concilio, en particular en el decreto Ad gentes que en el n. 22 afirma: «Por tanto, es deseable, por no decir muy conveniente, que las conferencias episcopales se reúnan en cada vasto territorio sociocultural, para poder aplicar, en plena armonía entre sí y con uniformidad de decisiones, este plan de adaptación".

La fase de discernimiento, tarea que incumbe principalmente a los pastores, acentúa también su carácter procedimental, gracias a que la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos se desarrollará en dos sesiones, marcadas por un tiempo para las oportunas reflexiones para profundizar y sobre todo interrogar una vez más al pueblo de Dios. La mayor articulación del proceso no puede dejar de repercutir en la composición de la asamblea sinodal. Mantiene su carácter episcopal fundamental, dado que las tres cuartas partes de sus miembros son obispos. A ellos se suman sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, laicos y laicas, elegidos entre aquellos que se han comprometido más intensamente en las diferentes etapas del proceso sinodal. Su tarea es precisamente llevar el testimonio y la memoria de la riqueza de ese proceso en el seno de la asamblea responsable del discernimiento.

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