La carta de despedida de Mons. Luis Ángel de las Heras a sus fieles de Mondoñedo-Ferrol

En su mensaje, el obispo ha asegurado que "Mondoñedo-Ferrol ha ensanchado mi corazón de misionero y pastor"

La carta de despedida de Mons. Luis Ángel de las Heras a sus fieles de Mondoñedo-Ferrol

Redacción Religión

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El Papa Francisco a nombrado a Don Luis Ángel de las Heras Berzal nuevo obispo de León. De esta manera, el Santo Padre acepta la renuncia presentada por el aún titular de la diócesis leonesa, Mons. Julián López Martín, que desde el año 2002 es el encargado de la gestión del Obispado.

Don Luis Ángel de las Heras gestionaba desde 2016 y hasta ahora el obispado de Mondoñedo-Ferrol. Tras conocer la noticia de su nombramiento, ha querido enviar una carta a los fieles:

El mensaje íntegro de Mons. De las Heras;

Seguiré a vuestro servicio en Mondoñedo-Ferrol hasta poco antes del 19 de diciembre, fecha en la que iniciaré, Dios mediante, el ministerio pastoral en aquella diócesis hermana de san Froilán. Agradezco al Santo Padre su confianza por esta nueva misión. Oremos por sus intenciones, como siempre pide, y orad por mí, que también lo necesito.

Los años que he pasado entre vosotros han sido un tiempo de gracia del Señor que me emociona. Os estoy inmensamente agradecido por la acogida, la colaboración y las muestras de afecto recibidas. Mondoñedo-Ferrol ha sido bendecida con una incomparable belleza de la creación en sus montes, valles, ríos y mares, prueba de la bondad y del cuidado de Dios hacia estos pueblos. Pero la mayor riqueza y bendición del Señor se encuentra en las personas de fe, amables, sencillas y hospitalarias que peregrináis por estas tierras del norte de Galicia.

Desde mi agradecimiento a todas y a cada una de las personas que he encontrado en Mondoñedo-Ferrol, permitidme, sin embargo, que, en primer lugar, muestre mi especial gratitud a cada uno de los sacerdotes que tan preciosas como imprescindibles responsabilidades desempeñan por toda la diócesis, sobre todo a quienes ya están en edad de jubilación y continúan la tarea y, desde luego, a los enfermos y retirados.

Mención particular merecen el Sr. Vicario general, los Vicarios de pastoral, el Ecónomo diocesano, el Canciller secretario, los arciprestes, los miembros del Consejo de Gobierno, del Cabildo Catedral, del Consejo Presbiteral, del Colegio de Consultores y de la Casa Sacerdotal.

También expreso mi admiración y agradecimiento, sin orden de preferencia, a las personas consagradas de vida activa y contemplativa; a los formadores, seminaristas y al diácono; a los educadores, trabajadores y voluntarios, laicos y religiosas, en los centros de acogida de menores; a los miembros de las comunidades educativas de nuestros colegios; a los profesores de religión; a las personas empleadas, voluntarias y religiosas de las residencias de ancianos; a los encarcelados y a sus familiares; a la familia del Centro de Inclusión “Gabriel Vázquez Seijas”; a los inmigrantes y sin techo; al equipo directivo, técnicos y voluntarios de Cáritas diocesana; a los enfermos y personas con discapacidad; a los buenos amigos y hermanos de las cofradías, las asociaciones, los movimientos y los distintos grupos de fe, oración y vida; a los queridos parroquianos, fieles asiduos al templo y a los sacramentos, catequistas y monitores, voluntarios de Cáritas y de pastoral de la salud, sacristanes, miembros de consejos, así como de corales y coros; a los trabajadores de la curia, de la Domus Ecclesiae y del Seminario Santa Catalina; a los delegados y otros responsables diocesanos; al vicecónomo y demás laicos del Consejo Diocesano de Asuntos Económicos y a los laicos del Consejo Diocesano de Pastoral.

Es una gran riqueza la de nuestra Iglesia de Mondoñedo-Ferrol y tenemos que dar muchas gracias por tantas personas que se desviven por los demás. Os encomiendo a todos al Señor con la intercesión de Nuestra Señora de los Remedios y San Rosendo.

Cuando me presenté en 2016 a esta querida diócesis como obispo misionero, daba gracias al Señor porque me había regalado una nueva familia. Así os acepté y me comprometí a dejarme acompañar por vosotros y acompañaros para encontrar juntos a Cristo y dar testimonio de fe, esperanza y caridad. Gracias, porque me he sentido muy bien acompañado. Mondoñedo-Ferrol ha ensanchado mi corazón de misionero y pastor. Perdonad mis errores y deficiencias en el camino recorrido. Lo mejor que nos ha sucedido es que el Buen Pastor nos ha apacentado a todos.

Aunque me saben a poco estos cuatro años y medio, me siento muy afortunado. He descubierto en esta Iglesia particular un tesoro cristiano de incalculable valor. Disfruta de un rico pasado, es consciente de su presente crucial y afronta el futuro con confianza y esperanza. En su compromiso de renovación intenta ser una diócesis misionera, misericordiosa y samaritana, comunidad de comunidades al estilo de los primeros cristianos. La diócesis de Mondoñedo-Ferrol queda grabada con letras de oro en mi corazón.

Me complace poder expresar una palabra de gratitud para toda la Iglesia en Galicia. Para el Sr. Arzobispo de Santiago de Compostela, D. Julián Barrio y los Obispos de la Provincia Eclesiástica, D. Luis Quinteiro, D. Alfonso Carrasco y D. Leonardo Lemos. Igualmente, para los responsables y animadores de la vida consagrada, Cáritas diocesanas y pastoral vocacional que he tenido la suerte de acompañar durante estos años.

Agradezco también la buena relación y el camino compartido con las autoridades civiles, militares, académicas y con los agentes sociales tanto de las provincias de A Coruña y Lugo como de la Xunta y demás instituciones de Galicia.

Quiero dedicar una palabra de reconocimiento y gratitud a los profesionales y medios de comunicación presentes en la diócesis, especialmente a COPE y al Servicio Diocesano de Comunicación. Han colaborado intensamente, y espero lo sigan haciendo, para satisfacer la necesidad de comunicarnos, sentirnos unidos y conectados, transmitiendo buenas noticias en medio de las serias dificultades que nos rodean. Más en esta situación de pandemia, con fuertes crisis y graves problemas laborales que nos acucian, entre los que destacan la planta de Alcoa en San Cibrao y la Central Térmica de As Pontes. Reitero que estamos del lado de los trabajadores y sus familias.

Finalmente, dos mensajes. El primero es que recemos confiados y esperanzados para que esta diócesis tenga un nuevo pastor lo antes posible. El segundo es que este curso está programado con un plan pastoral, unas orientaciones y un calendario que serán de ayuda en cada comunidad cristiana, en cada arciprestazgo y en cada rincón de la diócesis. El plan pastoral, el plan diocesano de Unidades Pastorales, los esfuerzos de conversión de cada discípulo misionero y la preferencia clara por los más vulnerables —pobres, marginados, inmigrantes, ancianos, enfermos…—, constituyen un extraordinario plan de Fraternidad y Esperanza, que no defraudan porque están fundadas en Jesucristo, nuestro Señor.

Junto a mi gratitud, recibid un abrazo fraterno y la bendición del Señor hoy y siempre”.

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