Carta pastoral de Mons. Sebastià Taltavull: En la V Jornada Mundial de los Pobres
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«A los pobres, los tenéis siempre con vosotros» (Mc 14,7)
Todo el mundo conoce la anécdota. En el momento en el que, en la capilla Sixtina, el cardenal Jorge Bergoglio es elegido como Sucesor de Pedro y Obispo de Roma, recibe la amable sugerencia de un amigo suyo, el cardenal Humes, que le dice en voz baja: «¡No te olvides de los pobres!» Inmediatamente Bergoglio decide ponerse el nombre de Francisco, que hasta este momento lo ha identificado como Papa. Este es el hecho, una sugerencia que él asume y que hoy resuena en toda la humanidad y está siendo la consigna de un pontificado que está mostrando a toda la humanidad la verdadera y radical cara del Evangelio. Es curioso que esta claridad de mensaje cree diversidad de opiniones cuando descubren la proa que el papa Francisco ha puesto a toda su actuación como Pastor de la Iglesia. Es curiosa la aceptación general de esta toma de postura, pero también es evidente el nerviosismo de los que querrían una Iglesia diferente.
Sin embargo, está claro que tenemos que atendernos al Evangelio e, incluso a pesar de nuestras incoherencias, serle fieles, ya que, en él, en las palabras y la actuación de Jesús, se encuentra la ruta de nuestro caminar cristiano si queremos ser sus seguidores incondicionales. El papa Francisco nos invita a ser realistas y coherentes, ya que parte de la constatación que leemos en el Evangelio de Marcos cuando dice: «A los pobres, los tenéis siempre con vosotros» (Mc 14,7). Una afirmación de lo más constatable, hoy y siempre. Jesús lo dice en el marco de una comida en Betania en casa de un tal Simón, llamado «el leproso”. Llega una mujer con un frasco de perfume y lo vacía sobre la cabeza de Jesús. En seguida la reacción de indignación. «Habría podido venderlo y dar el dinero a los pobres» –le dicen a Jesús–. También Jesús reacciona a favor de esta mujer y les dice que la dejen estar, que no la molesten, reconociendo que con él ha hecho una bona acción, que, pobres, tendrán siempre para hacerles el bien siempre que quieran. En cambio a Él, no siempre lo tendrán. La acción es simbólica y es para preparar el cuerpo para la sepultura. Jesús dirá al final: «Os aseguro que cuando el Evangelio se anuncie en todo el mundo, también recordarán a esta mujer y dirán lo que ha hecho» (Mc 14,9).
La visión que da Jesús va más allá de cualquier expectativa de los que estaban en la mesa o lo escuchaban. Jesús les recuerda que el primer pobre es Él, el más pobre entre los pobres, porque los representa a todos. Así lo explica el papa Francisco. Jesús actúa también en nombre de los pobres, de las personas solas, marginadas y discriminadas y, por eso acepta el gesto de aquella mujer. Dice textualmente en su mensaje para esta Jornada de los Pobres que «ella, con su sensibilidad femenina, demostró ser la única que comprendió el estado de ánimo del Señor. Esta mujer anónima, destinada quizá por esto a representar a todo el universo femenino que a lo largo de los siglos no tendrá voz y sufrirá violencia, inauguró la significativa presencia de las mujeres que participan en el momento culminante de la vida de Cristo: su crucifixión, muerte y sepultura, y su aparición como Resucitado».
El papa Francisco se fija en «esta fuerte “empatía” entre Jesús y la mujer, y el modo en que Él interpretó su unción, en contraste con la visión escandalizada de Judas y de los otros. Abre un camino fecundo de reflexión sobre el vínculo inseparable que hay entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio». Estas palabras vienen completadas por el mensaje que, en esta Jornada, entre muchas otras indicaciones, tenemos que hacer nuestro: «El rostro de Dios que Él revela, de hecho, es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres. Toda la obra de Jesús afirma que la pobreza no es fruto de la fatalidad, sino un signo concreto de su presencia entre nosotros. No lo encontramos cuando y donde quisiéramos, sino que lo reconocemos en la vida de los pobres, en su sufrimiento e indigencia, en las condiciones a veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir. No me canso de repetir que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino» (cf. Mt 5,3).
Os invito, queridos amigos y amigas, a leer todo el mensaje entero, ya que en él encontraremos muchas sugerencias que nos indicarán cómo hacer realidad la opción por los pobres que todo cristiano, si quiere ser seguidor de Jesús, tiene que hacer. En él está una invitación a la conversión, sabiendo que en muchos momentos hay que ir a contracorriente, en primer lugar de uno mismo y, después del ambiente hedonista y consumista que nos rodea. Estamos ante la invitación a no perder nunca de vista la oportunidad que se nos ofrece de hacer el bien. El papa Francisco acaba el mensaje con unas palabras de don Primo Mazzolari: «Quisiera pedirles que no me pregunten si hay pobres, quiénes son y cuántos son, porque temo que tales preguntas representen una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón. […] Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta. Los pobres están entre nosotros. Qué evangélico sería si pudiéramos decir con toda verdad: también nosotros somos pobres, porque sólo así lograremos reconocerlos realmente y hacerlos parte de nuestra vida e instrumentos de salvación.»
+ Sebastià Taltavull
Obispo de Mallorca
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