La CEE presenta su Instrucción Pastoral "Un Dios de Vivos" y pone en cuestión la nueva ley de eutanasia

Los obispos han publicado este nuevo documento en el que ofrecen algunas pautas para las celebraciones de las exequias funebres

La CEE presenta su Instrucción Pastoral "Un Dios de Vivos" y pone en cuestión la nueva ley de eutanasia

Redacción Religión

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La Instrucción pastoral “Un Dios de vivos”, sobre la fe en la resurrección, la esperanza cristiana ante la muerte y la celebración de las exequias, se ha presentado hoy, 22 de diciembre, en la sede de la Conferencia Episcopal Española. Este documento se aprobó en la pasada Asamblea Plenaria de la CEE celebrada del 16 al 20 de noviembre.

En el acto de presentación han intervenido los presidentes de las dos Comisiones Episcopales que han redactado de manera conjunta el documento: Mons. Enrique Benavent, de Doctrina de la Fe, y Mons. José Leonardo Lemos, de Liturgia; además del secretario general de la CEE, Mons. Luis Argüello.

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Las palabras del secretario general de la CEE, Mons. Luis Argüello

El secretario general de la CEE ha empezado la presentación de la Instrucción pastoral “Un Dios de vivos” explicando que “en los últimos años ha venido confluyendo una doble motivación: por una parte, el trabajo del Papa con la Evangelii Gaudium que tiene como componente esencial la propuesta de la victoria de Jesucristo sobre la muerte. Al mismo tiempo, en los últimos años desde las diocesis españolas han llegado preguntas sobre la forma de abordar nuevas situaciones de las celebraciones de las exequias”.

Mons. Luis Argüello ha añadido que “no podíamos imaginar que en este 2020 la muerte iba ser una de las protagonistas. Por si fuera poco, en España se está tramitando una ley de eutanasia en la que se aborda también el sentido del sufrimiento. Cuando empezamos a redactar esta Instrucción no podíamos imaginar lo que iba a llegar”.

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Las verdades fundamentales del mensaje cristiano sobre la resurrección y la vida eterna

En esta Instrucción pastoral los obispos españoles recuerdan las verdades fundamentales del mensaje cristiano sobre la resurrección y la vida eterna, así como sugerencias para el acompañamiento de las personas que sufren por la muerte de un ser querido. “La atención y cercanía en los momentos difíciles del duelo -afirman los obispos - es una acción pastoral de la Iglesia que requiere una preparación, una formación y una espiritualidad adecuada. Deseamos que las celebraciones exequiales sean signo de la auténtica esperanza cristiana y ayuden a los fieles a crecer en ella”. Por ello, manifiestan que “el anuncio de la muerte y resurrección de Jesucristo constituye el núcleo de la fe cristiana y el fundamento de la esperanza”.

Mons. Enrique Benavent, obispo de Tortosa, ha afirmado, al principio de su discurso, que “la iglesia tiene el deber de anunciar el Evangelio de la Vida, un deber que tiene que anunciar en todos los momentos de la vida que se caracteriza, muchas veces, por una cultura que no valora la vida humana, caracterizada por un humanismo que convierte los deseos en derechos, sin límite ético”. También el obispo de Tortosa ha querido subrayar que “la Ley de eutanasia pone en cuestión el valor de la vida humana”.

“El mensaje cristiano es un sí a la vida, presente y eterna. La necesidad de recordar esto es urgente en el momento que estamos viviendo, una situación universal de fragilidad, de vulnerabilidad extrema. El Evangelio es un mensaje de la esperanza, que va más allá de los límites de nuestra vida” ha afirmado Mons. Benavent.

Acompañar en el momento de la muerte

Mons. Benavent ha explicado que el documento se divide en cuatro partes y un apéndice. La primera parte analiza “La situación actual y retos pastorales”; la segunda explica “La fe de la Iglesia; la tercera cómo “Acompañar en el momento de la muerte”, la cuarta la importancia de “Celebrar las exequias cristianas” y el apéndice ofrece “Orientaciones sobre los columbarios”.

En el primer apartado, los obispos afirman que en las últimas décadas se ha vivido en nuestra sociedad una profunda transformación en la vivencia de la muerte y en la forma de afrontarla. Subrayan que, ante circunstancias dramáticas como la que estamos viviendo actualmente a causa de la covid-19, “vemos actitudes de generosidad, servicio y solidaridad que muestran lo mejor que hay en el corazón del ser humano, que dignifican a las personas y a la sociedad y que fortalecen la fraternidad. En estos casos, se ofrece ayuda psicológica a las personas para que gestionen sus emociones, pero social y culturalmente se evita la cuestión de Dios·. Sin embargo, aun cuando muchos ponen en paréntesis la fe, en esos momentos dolorosos “solicitan la presencia de la Iglesia y su acompañamiento”.

En una segunda parte, explican que la fe en la resurrección de Cristo, “constituye el fundamento de nuestra esperanza”. Esta fe se expresa en el Credo con dos afirmaciones inseparables, que no se pueden entender la una sin la otra: “Creemos en la resurrección de la carne y en la vida eterna”. Además, añaden que “al confesar nuestra fe en la resurrección de la carne afirmamos que la salvación afecta al ser humano en su totalidad, a «todo el hombre”.

En este sentido, frente al drama de la muerte, “la presencia y la cercanía de la Iglesia junto a las personas que sufren la muerte de un ser querido es un testimonio elocuente de misericordia y de esperanza”.

Por tanto, la misericordia lleva a estar cerca de los que sufren, a compartir su dolor y a no banalizar el acontecimiento de la muerte y el sufrimiento que conlleva. “La fe cristiana consuela y acompaña la pérdida de los seres queridos desde la esperanza que viene del Resucitado”.

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Celebraciones de exequias cristianas

Este acompañamiento en la muerte es un reto para la Iglesia: “no puede haber auténtico consuelo cristiano si no se anuncia fielmente el contenido de la fe”. Asimismo, indican en la instrucción pastoral, que “la celebración de las exequias y la oración por los difuntos han de manifestar con claridad la fe en la resurrección y la esperanza cristiana en la vida eterna”. En este sentido, subrayan que los signos y la celebración de las exequias deben manifestar el respeto y la veneración debidos al cuerpo del difunto. Con todo, no hay razones doctrinales para prohibir la cremación. Sin embargo, la Iglesia, aunque permite la cremación, “recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados”.

También en este documento ofrecen orientaciones para la cremación de los cuerpos cristianos que han fallecido. Sostienen que el centro de las exequias cristianas es “Cristo Resucitado y no la persona del difunto”. “Los pastores – añaden - han de procurar con delicadeza que la celebración no se convierta en un homenaje al difunto. Eso corresponde a otros ámbitos ajenos a la liturgia”. También recuerdan que las exequias son incompletas sin la celebración de la Eucaristía.

En el apéndice del mismo dan a conocer también las normativas sobre los columbarios, que son “lugares idóneos para depositar las cenizas después de la muerte y de la cremación de los difuntos”. Estas normas provienen tanto de la Instrucción Ad resurgendum cum Christo de la Congregación para la Doctrina de la Fe como de la Junta de Asuntos Jurídicos de la CEE.

Sobre este apéndice ha querido hablar Mons. Lemos, obispo de Orense que ha explicado que “vivimos nuestra fe a través de ritos y gestos. Sabemos que estos ritos son algo propio y necesario para la psicología religiosa del ser humano, incluso para los no creyentes”. El obispo de Orense ha subrayado la importancia de estos ritos y que “con el cumplimiento de esas rubricas que ofrecemos se puede realizar algo bello. Puede ser el cauce a través del cual la ternura de la Madre Iglesia llega a las personas que están sufriendo".