El colegio que "enamoró" a la duquesa de Alba: Una formación integral que acoge a todo el que llega
El centro Salesianos Estrecho trabaja por el desarrollo de la personalidad de los alumnos, la capacitación para el ejercicio de actividades profesionales y el compromiso social
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El colegio Salesianos Estrecho está situado en el barrio de Tetuán, de Madrid. Un distrito «que acoge a todo el que llega» y donde el colegio «forma a los alumnos de una manera integral, es decir, lo más importante es la persona». Así lo explica Rosa Chivite, profesora del centro, que da clase a quinto de primaria. «Nuestra filosofía e implicación pivota en la ayuda a aquellos alumnos más desfavorecidos y se les apoya en los problemas que puedan surgir fuera y dentro del centro».
La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad y, de hecho, es la base del progreso humano, tanto personal como comunitario. El mundo avanza cada paso sobre el conocimiento que ha sido recogido y compartido por las generaciones anteriores hasta nuestros días y ahora somos nosotros los que contribuimos a ese progreso con la educación.
Consciente de su importancia, la Iglesia se implica desde hace siglos creando instituciones educativas en todos los niveles, desde la tierna infancia hasta la enseñanza universitaria o profesional y la formación de adultos. Numerosas congregaciones y organizaciones de la Iglesia tienen en su carisma la educación en cualquiera de sus formas.
Este centro trabaja “por el pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos, la capacitación para el ejercicio de actividades profesionales y el compromiso para la construcción social”.
Óscar Vázquez, director del colegio, explica que «el espíritu de don Bosco estuvo presente desde los inicios del colegio, que no siempre fueron fáciles». Además, a través de numerosas fotografías de archivo, recogen el papel de la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, que “amadrinó” el centro y lo visitó en numerosas ocasiones, participando en el día a día e incluso en el servicio de comedor.
La misión salesiana
El centro, que cumple 100 años en este 2022, quiere hacer a lo largo sel curso “memoria agradecida de tantos que nos han precedido trabajando por los jóvenes y las clases populares de nuestro barrio: antiguos alumnos, bienhechores, animadores, educadores, salesianos cooperadores, tantos y tantos amigos de don Bosco”.
Una historia en la que hay muchos protagonistas “que han seguido trabajando generosamente por la misión salesiana. De muchos de ellos el paso de los años ha borrado su memoria, pero sus nombres están escritos para siempre en el cielo, en el corazón de Dios, esculpidos en el alma de tantas personas”.
Después de cien años “queremos seguir siendo a imagen de san Juan Bosco” personas de encuentro, de acogida cariñosa, de alegre conversación. “No basta amar a los jóvenes”, explican, “es preciso que se sientan amados”.