¿Cómo educar para que aprendamos a discernir y a movernos con sentido crítico en el mundo digital?
El libro "Huella Digital: ¿servidumbre o servicio?" responde desde la vocación de "encuentro y discernimiento" a algunas de las cuestiones sobre la inteligencia artificial
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Cada vez que nos movemos con el teléfono móvil encendido, con cada "clic" que hacemos en una web o con cada compra electrónica que realizamos, dejamos rastros digitales que se almacenan en ingentes repositorios de información, a partir de los cuales las grandes corporaciones tecnológicas construyen patrones y previsiones de comportamiento.
Los datos son el combustible de los sistemas de inteligencia artificial; sirven para esa publicidad personalizada que nos quiere empujar a comprar justo aquello que queremos o podríamos querer. Pero también sirven para fines de interés general: la prevención de riesgos naturales, la gestión de la justicia, una distribución objetiva del crédito y del seguro, el diagnóstico de enfermedades y la gestión de pandemias.
¿Cómo enfocar su regulación?
Más allá de la privacidad, objeto de disposiciones legales exigentes en Europa, estos usos de la huella digital plantean problemas éticos nuevos, desde el concepto de libertad del consumidor hasta la veracidad de los resultados y el control por terceros de decisiones delegadas a procesos automatizados y a "máquinas que aprenden". ¿Cómo enfocar su regulación? ¿Qué elementos deben tener en cuenta los responsables de empresas e instituciones a la hora de automatizar o implementar algoritmos? ¿Cómo educar para que el ciudadano aprenda a discernir y a moverse con sentido crítico en el mundo digital?
La respuesta, en el libro,editado por la editorial Tirant lo Blanch, Huella Digital: ¿servidumbre o servicio?, que desde esta vocación de “encuentro y discernimiento”, como la define el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, recoge las reflexiones realizadas durante dos años en el seminario del mismo nombre, en el que tecnólogos, filósofos, economistas, sindicalistas y profesionales del mundo de la política, las nuevas tecnologías, los medios de comunicación o la publicidad (como Victoria Camps, Richard Benjamins, Alfredo Pastor, Albert Cortina, Jesús Avezuela, Julio Martínez, Sara Lumbreras), que han analizado las implicaciones del uso de la huella digital y cómo ayudar a su gobernanza.
Un lenguaje que va más allá
Uno de los ámbitos donde más se percibe este impacto de la tecnología basada en el uso de algoritmos es el de la comunicación y la publicidad. Precisamente por eso la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid fue el lugar elegido para la presentación del libro con la presencia de varios autores de sus autores, como Juan Benavides, catedrático de Comunicación; Alfredo Marcos, catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valladolid; Richard Benjamins, Chief AI & Data Strategist de Telefónica; Patricia Núñez, catedrática de Ciencias de la Comunicación Aplicada de la UCM, en un coloquio moderado por el profesor de la misma facultad, José Olivares.
La forma de comunicar ha cambiado
Un libro que, en palabras del decano de la Facultad de Ciencias de la Información, Jorge Clemente, aborda un asunto fundamental, porque la huella digital “ha cambiado la forma de comunicar y de percibir la realidad, además de generar más polarización y menos libertad”.
En primer lugar, porque, para el catedrático Juan Benavides, la comunicación es cada vez más pobre y simple, con un discurso y unos lenguajes que acaba contagiando todos los ámbitos, incluyendo el de la política. “Tengo la teoría de que el éxito del lenguaje publicitario ha triunfado en el lenguaje público y no se va más allá”. Y en esto influyen de forma muy significativa las redes sociales que nos dicen hasta cómo tenemos que orientar el titular y no facilitan “el espíritu crítico”.
Alfredo Marcos quiso comenzar su intervención clarificando términos. Porque, para el catedrático de Filosofía de la Ciencia, un primer paso para que ese mundo digital “no nos deconstruya a nosotros” es dejar de mitificarlo. Los términos aprendizaje profundo, inteligencia artificial, etc., son “retóricas” para dar poder a una máquina que, en sí misma, no es inteligente si no es por la intervención humana.
Incluso el propio tecnólogo, Richard Benjamins, reconoció cómo nuestro rastro digital contribuye a la polarización de las sociedades, no por la tecnología en sí misma, sino por las personas que están detrás de ella. Se está creando, no sólo “un modelo de negocio para generar más negocio”, sino para convertirnos en “sociedades infantiles” y fácilmente influenciables, que jugamos, además, con desventaja frente a China. Mientras en Europa, por ejemplo, la herramienta de Tik Tok es utilizada para recomendar información sobre ciencia, en Europa es usada para la frivolidad.
Alfabetización algorítmica
Este cambio vertiginoso que perciben las generaciones más maduras es prácticamente imperceptible para las generaciones de los llamados “nativos digitales”, para los que es el único universo conocido. Para esta generación “no existe un mundo off y un mundo on”, explicó Patricia Núñez, catedrática de Ciencias de la Comunicación Aplicada, y directora de la Cátedra Complutense Extraordinaria de Marketing y Comunicación Infantil y Adolescente, pero eso no significa que la forma de relacionarse con la tecnología implique solo apretar un botón, “sino también ser críticos a la hora de ver los contenidos y de crearlos”.
Alfredo Marcos, muy contrario a esa tendencia de llenar las aulas de IPads, reivindica para estos entornos “la calma analógica”. “Uno va a la escuela para que le enseñen mundos antiguos, para que le abran otros mundos”. En un futuro, del mismo modo que ocurre con los hijos de Silicon Valley, cree que “quien pueda permitirse el lujo de aislar a sus hijos de la digitalización lo hará”.
Ese es, en definitiva, el objetivo de este libro, como concluyó el director del Seminario ¿Huella Digital: servidumbre o servicio?, Domingo Sugranyes, “crear un movimiento de conciencia y discernimiento para llevar también a las aulas", para que cuando haya que to