El contundente mensaje de Omella a los políticos: “No es momento para que los brotes populistas se cuelen”
El presidente de la CEE recuerda en su discurso de apertura de la Plenaria que es momento de “encontrar soluciones que ayuden a salir a flote a las familias que se están hundiendo"
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El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, insta a la clase política a cesar el enfrentamiento entre sus líderes ya que, a juicio del Arzobispo de Barcelona, “corremos el riesgo de dar pábulo a la desesperanza” de una sociedad castigada por la pandemia.
Durante su discurso inaugural de la Asamblea Plenaria que celebran los obispos desde este lunes y hasta el viernes, El presidente del organismo episcopal alerta que la desunión política nos puede llegar a “hundir nuestra autoestima colectiva y a dejarnos vencer por el pesimismo, hasta el punto de creer que somos incapaces de superar esta crisis y vernos como una sociedad sin futuro”.
“No es momento de divisiones, no es momento para dejar que los brotes populistas irresponsables e ideológicos traten de colarse. Es el momento de la cohesión, de la cordialidad, de trabajar unidos, de mirar a largo plazo liberándonos del cortoplacismo de las elecciones o de la bolsa”, ha remarcado.
Así las cosas, el presidente de la CEE ha abogado por “encontrar soluciones que ayuden a salir a flote a las familias que se están hundiendo, a los empresarios que no tienen más remedio que cerrar sus negocios. Por tanto, es conveniente evitar distracciones inútiles y polarizadoras que no conducen a la solución de la grave crisis que nos afecta”, ha reflexionado el Arzobispo.
El cardenal Omella aboga por recuperar el espíritu de la Transición
El cardenal ha reivindicado en su discurso el espíritu de concordia que reinó durante la Transición española hacia la democracia, por lo que apunta que romper el consenso no conduce a nada: “La mejora de nuestro sistema político constitucional y democrático de derecho no puede pasar por las propuestas de deslegitimar y poner en peligro las instituciones básicas que han mantenido durante estas décadas aquel gran acuerdo nacional y han dado a nuestro país prosperidad y convivencia en la diversidad de sus pueblos”.
Reducir la crispación, una tarea de todos
El Arzobispo de Barcelona ha continuado manifestando que la tarea de reducir la crispación y de promover la cultura del encuentro “no solo corresponde a los medios de comunicación y a las figuras públicas, sino también a cada uno de nosotros. Lo podemos hacer en nuestros contextos diarios, en las conversaciones, en las redes sociales, en la formación de los niños y jóvenes, en los mensajes que ponemos en circulación en la sociedad. Ellos y nosotros, administración pública y sociedad civil, hemos de resolver conjuntamente la dramática situación ante la que nos encontramos”.
El papel de la Iglesia como sembrador de esperanza
Frente a esta desunión política, el cardenal Omella ha reivindicado el papel de la Iglesia a la hora de crear esperanza: “No debemos ser ingenuos ni negar las pérdidas que estamos sufriendo, pero podemos ser mucho mejores de lo que a veces creemos. Tenemos que esperar y suscitar con confianza lo mejor de nosotros mismos y de los demás”.
Además ha tenido un mensaje de esperanza para los jóvenes, que se están viendo castigados económicamente por la crisis que trae la pandemia de la covid-19: “Están sufriendo una importante quiebra de sus proyectos de futuro y no tienen todavía la perspectiva histórica de haber vivido otras duras crisis que hemos logrado superar”.
El Arzobispo de Barcelona no ha querido olvidar tampoco a los mayores y a los niños, dos de los colectivos que más han sufrido, por diferentes motivos, las consecuencias de esta difícil situación: “Han vivido un confinamiento de muchas semanas sin poder ir a la escuela, salir a la calle o estar con sus abuelos. La situación que vivimos está sometiendo a la sociedad a un intenso estrés que agudiza las diferencias entre unos y otros. Ante el riesgo de que aflore el resentimiento y la división, debemos potenciar la comunión para vencer este desafío que no es solo sanitario, sino también económico, social, político y espiritual”.