¿Cuál es la situación actual de los sacerdotes en España? El tema a debate en las Jornadas del Clero de la CEE
José Antonio González Montoto, de la archidiócesis de Oviedo ha asistido a estas Jornadas que se han celebrado en Madrid del 23 al 25 de mayo: "Hay un ambiente muy fraterno"
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“Tú eres la única persona que me valora y quiere por mí mismo, que no quiere sacar nada de mí”. Esta es la frase que un feligrés le dijo al sacerdote José Antonio González Montoto, de la archidiócesis de Oviedo. “En definitiva, esto es lo que buscan y quieren las personas de los curas”, reconoce el sacerdote, de 82 años y 54 de ministerio (fue ordenado en 1969 por el cardenal Tarancón), que sigue “en primera línea de trabajo”.
“Quieren y esperan de nosotros que seamos hombres de Dios, hombres cecanos que les acompañen como un hermano en todas las etapas de la vida”. Pero, ¿y quién acompaña a los sacerdotes?
Una mirada esperanzada
González Montoto ha asistido desde del 23 al 25 de mayo a las Jornadas de delegados del Clero que han abordado la situación actual del clero con “una mirada esperanzada”. Este ha sido el tema propuesto por la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios y sobre el que han trabajado más de treinta vicarios y delegados del Clero de las diócesis españolas.
Las claves para cuidar a los sacerdotes de hoy
El encuentro comenzó con la intervención de Joan Enric Vives Sicilia, presidente de la Comisión y del presidente de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, Jesús Vidal Chamorro, obispo auxiliar de Madrid “que expusieron las claves para cuidar a nuestros sacerdotes hoy”. Entre otras cosas, “hemos hablado de cómo tiene que ser nuestra presencia en la sociedad, que la gente sienta que existimos para ellos, que nos entregamos a los demás, que ese es el sentido de nuestra vida". Por otro lado "trabajar sobre el aislamiento, es decir, que no nos vean como miembros fuera de la sociedad, sino en medio de ella, acompañarla y estar acompañados nosotros también".
¿Hay espacio en nuestra sociedad para encajar la cruz?
Una vida que no está exenta de dificultades y que según este sacerdote viene marcada por la crisis de Dios en la sociedad actual. “Se vive como si Dios no estuviera. Parece que su presencia no interesa en ningún estrato de la sociedad porque hay una desconfianza en general y no hay sitio para encajar el sufrimiento y la cruz como parte de nuestra vida”. Por eso, “tenemos que transmitir que nosotros somos felices con nuestra vocación aunque Dios no sea una máquina que soluciona los problemas de forma mágica”.
Tampoco se soluciona “con una varita” la crisis vocacional y las cifras descendientes del número de sacerdotes. “Hemos hablado de nuestro desgaste y también de nuestro cansancio. Cada vez somos menos y más mayores. Antes las parroquias eran como una familia, todos se conocían, y ahora en cambio el sacerdote vive un poco en soledad, con más de veinte parroquias y muchos de ellos tienen que hacer el rally dominical para llegar a dar misa a todas ellas”.
Condiciones y condicionantes
Sobre los los condicionamientos y condiciones actuales para el ejercicio del ministerio, "se ha ahondado en la crisis de Dios en la cultura, la crisis de la Iglesia, la crisis en la antropología, en la identidad social que hace que a los sacerdotes nos miran como sospecha por el tema de los abusos, la falta de candidatos, la fragmentación de vida o el clericlaismo”.
Un planteamiento en el que también ha tenido un papel protagonista la colaboración de los laicos, “su compromiso para analizar las claves y propuestas en este proceso sinodal que nos tiene que llevar también a una corresponsabilidad de todo el Pueblo de Dios”.