La curiosa forma de la Iglesia en Filipinas de combatir la violencia del gobierno de Duterte
Desde ayer, todas las iglesias y conventos de la diócesis de San Carlos, Filipinas, repican sus campanas también como un llamado a la oración
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Hoy contamos en El Espejo que las campanas de todas las iglesias va a sonar cada día en una diócesis filipina. Es la curiosa respuesta de la Iglesia en protesta por la ola de violencia en la que están implicados miembros de la seguridad del Estado.
Desde ayer, a las ocho de cada mañana, suenan las campanas de todas las parroquias, iglesias y conventos de la diócesis de San Carlos, en la provincia de Negros Occidental, en el centro del archipiélago filipino, en protesta contra la ola de homicidios que se abate sobre agricultores y activistas por los derechos humanos. El obispo de San Carlos, Gerardo Alminaza, ha asegurado que el repique de campanas se mantendrá hasta que cesen los asesinatos.
La campaña de protesta promovida por la Iglesia local se inscribe en un contexto de violencia que parece no tener fin. En los últimos tres días han muerto al menos siete personas en varios tiroteos en distintos puntos de la provincia. “Dejemos que el sonido de las campanas - subraya Mons. Alminaza - nos recuerde que estos asesinatos no tienen sentido y son inhumanos. A su vez, el sonido de las campanas pretende llamar a una oración comunitaria para que Dios que toque el corazón de los autores de estos crímenes y para que el gobierno adopte medidas eficaces para proteger a la población.
Según la ONG filipina pro-derechos humanos Defend Negros, que ha organizado la iniciativa #StoptheKillings, desde enero del 2017 se habrían registrado al menos 74 víctimas en el contexto de homicidios extrajudiciales. El obispo se ha dirigido a los funcionarios públicos exigiéndoles que rompan su silencio, porque éste envalentona a los criminales. También se ha dirigido a la policía y al ejército, para que eviten alimentar el clima de miedo, respeten la ley y mantengan la paz.
Esta apelación se refiere a la ola de homicidios desatada en el contexto de la lucha contra la droga que ha lanzado por el presidente Rodrigo Duterte, que está bajo la lupa de Naciones Unidas, que ha decidido iniciar a una investigación. De hecho, las fuerzas del orden han intensificado la represión procediendo a realizar arrestos y acusaciones arbitrarias (deteniendo incluso a sacerdotes y religiosas) contra cualquiera que proteste o se oponga a esta política rechazada contundentemente por los obispos filipinos.