"Nos dedicamos única y exclusivamente a esto": El compromiso total de José y Leo con los niños y familias vulnerables a los que apoyan

En 2014, José y Leo crearon una asociación que apoya a más de 40 familias vulnerables y a unos 115 niños, ofreciendo desde apoyo con los deberes hasta comida diaria

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Sofia Gómez Pérez

Madrid - Publicado el

4 min lectura

En 2014, en Madrid, un simple encuentro con una madre de origen chino que necesitaba ayuda con los deberes de su hijo marcó el inicio de lo que hoy es una asociación que apoya a más de 40 familias vulnerables: 'Los chicos de Jose y Leo'. José Luis Pau y Leo Gutiérrez, los nombres detrás de este proyecto transformador, compartieron su historia en 'Ecclesia Domingo' de TRECE.

Todo comenzó cuando Leo fue abordada por una madre a la salida del colegio. Como cuenta Leo, la madre le preguntó: "Oye, ¿tú quieres ser mi amiga?". A partir de esa pregunta sencilla, Leo se ofreció a cuidar de sus hijos debido a la barrera del idioma y el miedo de la madre por la seguridad de los niños. Lo que empezó como una ayuda puntual pronto fue a más: "Empezamos a recoger a sus hijos y se fueron acercando más mamás a preguntarnos que si podíamos ayudarles también".

Creciendo Contra Viento y Marea

La demanda creció rápidamente. En el primer curso llegaron a tener siete niños, luego 21, y finalmente 32 en su casa de 60 metros cuadrados. Lo que comenzó como una ayuda para conciliar la vida laboral y familiar de algunas madres, principalmente no españolas, se convirtió en un apoyo integral. Leo explica la diversidad de las familias que atienden: "Tenemos familias de todo el mundo. Lo que más son sudamericanos, pero también muchos niños árabes, chinos, españoles".

Su hijo Iker, que ahora tiene 15 años, ha crecido en este ambiente de constante ayuda. Leo comenta sobre su naturalidad al vivir rodeado de tantos niños: "Se ha acostumbrado a vivir con ello. De hecho, cuando estábamos en casa, su habitación era un aula más, o sea, su cama estaba plegada, ahí se abría una mesa y él estaba con los de su curso y su habitación era una aula más".

A pesar de las crecientes necesidades y las limitaciones de espacio y recursos, José y Leo no pueden decir que no a una familia que lo necesita. "Todos los días decimos hasta aquí, porque se nos está yendo de las manos. No nos caben, no tenemos sillas ni mesas, pero siempre hay una llamada que cambia el no por el, bueno, venga'" confiesa Leo. La razón es simple y poderosa: "te llaman porque no pueden, y te dicen no sé qué hacer,  necesito a alguien como vosotros para que mi hijo pueda hacer los deberes, comer con vosotros, y que no esté solo en casa".

La logística diaria es un desafío constante. Llegaron a cocinar para más de 90 niños, con la ayuda de una voluntaria y la colaboración de iniciativas solidarias como el restaurante Docamar y la fundación 'Comida para Todos'. La pandemia también supuso un punto de inflexión para José, quien perdió su trabajo con 52 años, como bien relata: "Se te viene un poco el mundo encima. Le dije a Leo, '¿Dónde voy yo ahora con 52 años después de estar trabajando toda la vida en un sitio?' Y ella me dijo, 'No te preocupes que nos apañaremos'. Y nos hemos apañado. Ahora no trabajo ni puedo trabajar porque nos dedicamos única y exclusivamente a esto".

Un Llamado a la Solidaridad

La dedicación de José y Leo es total, abriendo su local desde las 7 de la mañana hasta tarde. Su labor va más allá del cuidado diario, ofreciendo asesoramiento y creando un vínculo con los niños, hasta el punto de que Leo es conocida como "la madre tigresa" en los colegios por defenderlos. El impacto en los niños es evidente: "en los coles nos dicen que se nota mucho los que vienen a la asociación porque dice hacen mucha piña entre ellos. Son como hermanos, pasan todo el día juntos. Se defienden entre ellos y juegan entre ellos".

Cuando se les pregunta por qué dedican su vida a esta labor, José responde con humildad: "Yo creo que esto ha ido surgiendo y al final ves que estás haciendo algo, que cuando te vas a dormir por la noche te vas satisfecho, contento de haber visto un crío que había suspendido todo, y ves que sale adelante". Para Leo, la motivación es clara: "la satisfacción de ayudar a los demás es muy reconfortante. Llego a casa feliz de haber hecho algo con buena intención".

Actualmente, la asociación necesita ayuda de distintas formas. Como explica José: "Necesitamos mucho voluntariado, gente que venga a echarnos una mano con todo o económicamente a través de donaciones". La legalización del nuevo local también supone un reto económico.