Esta es la enigmática imagen que colgó en la pared del hospital que marcó a una familia para siempre
La imagen que colgó en la habitación de un centro hospitalario de Toledo impactó a esta familia cuando peor lo estaban pasando
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Todo parecía tranquilo en el hogar de Marisa y Esteban, en una noche cualquiera del mes de octubre. Sin embargo, la vida de ambos y de su única hija dieron un vuelco durante aquella madrugada del año 2006.
Como cada noche, Marisa se despertó para asistir a su pequeña, que por aquel entonces tenía ocho años, y acompañarla al baño. La novedad es que Marisa sentía un intenso dolor de cabeza, diferente a la sensación de jaqueca o migraña que en ocasiones sufría. Decidió tomar un calmante para paliar el dolor antes de volver a la cama. A primera hora de la mañana, volvió a despertar, con un dolor aún más intenso. No era normal lo que le estaba ocurriendo.
Todas las alarmas se encendieron de manera definitiva cuando Marisa comprobó que, al tratar de explicar lo que le estaba ocurriendo a su pareja, no era capaz de articular palabra: "Se me enredaba la lengua", recuerda Marisa.
La familia se dirigió al hospital
A partir de aquel momento, Esteban reaccionó a la desesperada. Todo parecía indicar que se trataba de un ictus. Los tres llamaron a un taxis para dirigirse al servicio de urgencias del Hospital Virgen de la Salud de Toledo, ciudad donde residen.
Marisa se encontraba mareada, con náuseas y vómitos a su llegada al centro sanitario. Tras una primera inspección médica, las alarmas no se disiparon. De hecho, los médicos comunicaron a su marido, que se encontraba en la sala de espera junto a su hija, que Marisa podía fallecer en las próximas horas si no hallaban la patología que sufría.
Esteban no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Con apenas 38 años su pareja, una mujer sana y sin historial médico de gravedad hasta entonces, podía ver truncada su vida. El ictus quedó descartado. A Esteban los profesionales sanitarios le obligaron a firmar una autorización para poder realizar a su pareja una punción lumbar. Esteban dio su consentimiento, y aquella prueba confirmó que Marisa había padecido una meningitis (inflamación del tejido que rodea el cerebro como consencuencia de un virus).
Tras el diagnóstico, Marisa permaneció ingresada durante varios días en una habitación aislada, ya que el virus se podía propagar y contagiar al resto de familiares y pacientes del hospital. Esteban había entrado en estado de shock aquellos días.
La fe ayudó a Esteban y a Marisa
Pero en aquellos momentos difíciles, tanto a Marisa como a Esteban les ayudó la fe. Y más concretamente al Santísimo Cristo del Prado de la localidad toledana de Madridejos, municipio natal de ella y en cuya capilla se casaron diez años antes de aquel percance. Se daba la circunstancia de que unas semanas antes, el Cristo había realizado su camino procesional con motivo de las fiestas del pueblo castellano. Por ello, Esteban contaba con una estampa de la imagen de Jesucristo.
Esteban guardaba con extremo mimo aquella estampa en su cartera, que no dudó en colocar en el cabecero de la cama del hospital donde permanecía ingresada el amor de su vida para que le diera fuerzas y salir de aquello sin secuelas. Esteban rezaba varias veces al día por que aquello acabara bien, y Marisa pudiera volver a su casa sana y salva. Tras una semana de ingreso, Marisa salió del hospital en perfecto estado. Casi quince años después, ambos están seguros que fue consecuencia de la acción del Cristo del Prado.
Tantos años después, Esteban guarda como oro en paño la estampa del Cristo. En la fotografía se puede presenciar que los extremos de la imagen están rasgados como consecuencia de haber despegado el celo de la pared de la habitación donde Marisa estaba ingresada.
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