La iglesia que guarda un milagro eucarístico: ''Se empiezan a conceder gracias de forma constante''

La iglesia de San Millán en Moraleja de Enmedio (Madrid) guarda desde la guerra civil un milagro eucarístico que nos explica su párroco

Video thumbnail
00:00

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Moraleja de Enmedio (Madrid) es un pueblo que pertenece a la diócesis de Getafe y guarda un milagro eucarístico en la parroquia de san Millán. Al comienzo de la guerra civil un grupo de personas fueron a la iglesia a pedirle al párroco las llaves del templo para cerrarlo. El sacerdote se llamaba Clemente Díaz Arévalo.

Unos días después se pudo abrir para celebrar un funeral, ocasión en que don Clemente aprovechó para llevarse la reserva de la Eucaristía en el copón a su casa. Allí cogió 24 formas, las que cabían en otro copón más pequeño por si tenía que dar la comunión a algúin enfermo. El resto las consumió.

El copón fue guardado por los felireses, pasándoselo de casa en casa mientras duró el conflicto, y evitar así la profanación. Después de pasar por temperaturas diferentes, incluso que el copón se oxidase, las formas han seguido intactas. Han pasado 88 años.

Se empiezan a conceder milagros de forma constante

En el año 2013 se cambiaron a un copón de cristal para que puedan ser adoradas. Ya hay peregrinaciones, pues ''se empieza a difundir este prodigio de la Eucaristía'', asegura Rafael de Tomás, el actual párroco. Se piden gracias y milagros ''y se empiezan a conceder de forma constante''.

Rafael lleva como párroco desde 2018. En la parroquia tienen adoración todos los días por las mañanas, de 10:00 hasta el Ángelus de las 12:00. Todos los jueves hacen adoración todo el día al Santísimo en ese copón, de 10:00 a 19:00. La gente se turna esas horas para acompañar la exposición.

También acuden a ese servicio personas de fuera. ''El otro día vino una familia muy numerosa de Talavera de la Reina solamente a rezar quince minutos''. Rafael informa que grupos, parroquias, movimeintos y asociaciones le contactan para ir en pereginación. ''No solamente de la diócesis de Getafe, también de otros lugares de España y de fuera de España''.

''En un año pasan unas setecientas personas''.

Los vecinos ''lo viven con normalidad y naturalidad. Se alegran de que estas sagradas formas sean conocidas, pues tienen devoción al Señor y se jugaron la vida por proteger la Eucaristía''. Se trata de los nietos y bisnietos de los que protegieron las formas. Asegura que dicen con cariño y orgullo: ''mis abuelos no se hubieran imaginado nunca que su acto de fe supusiera que un montón de gente viniera a adorar al Señor y a pedir milagros''.

Para Rafael supone alegría, asombor y sobrerecogimiento. ''Me siento en deuda con Dios por el regalo que me ha hecho tan grande''. Asegura que la presencia del Señor en la Eucaaristía siempre ha sido grande en esa parroquia. ''Intento transmitir la fe que he recibido de mis feligreses''. No es solamente que el sacerdote pueda ayudar, sino que ellos le han ayudado a ''a mí a crecer en el amor a Jesús''. Intenta vivir su misión ''con mucha alegría''.