Francisco Javier Muñoz: "lo importante es que donde esté me entregue al Señor"
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Francisco Javier Muñoz recibirá su ordenación diaconal el viernes, 19 de marzo, solemnidad de San José, en la Santa Iglesia Catedral de manos del obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández
¿Cómo llegaste al Seminario?
Cuando era pequeño iba a misa a mi parroquia en Priego de Córdoba y hacía de monaguillo y de ahí surgió ir al Seminario Menor a conocer los preseminarios, las colonias, en definitiva las actividades vocacionales del seminario. Gracias al cura, a mi madre que era catequista y a unos seminaristas que vinieron a la parroquia en misión empecé a ir al seminario a las colonias, al día del monaguillo. Yo de chico quería ser cura y gracias a esas experiencias fui conociendo el seminario y entré con doce años.
Recuerdo aquellos seis años con mucho cariño, había días buenos y malos, pero fui allí donde me di cuenta que ser sacerdote era mi vocación. El Seminario Menor fue el descubrimiento y el Mayor el crecimiento.
¿Qué han supuesto estos siete años de formación en el Seminario Mayor?
Han supuesto un crecimiento. El Señor ha sido siempre para mí el lugar donde tenía que crecer, madurar, a pesar de no haber acabado aun, obviamente, ese crecimiento. En el seminario he aprendido a tratar más profundamente al Señor. Intelectual, pastoral y humanamente también he crecido aunque sé que me queda mucho por delante. El seminario me ha enseñado a ser cristiano y sacerdote, los consejos de los sacerdotes, los compañeros y las actividades pastorales me han ayudado a saber qué es ser sacerdote en el siglo XXI.
¿Qué destacarías de tu paso por el Seminario?
El trato con el Señor. A pesar de mi debilidad y mi pobreza, Dios me quiere para Él. Me quedo con saberme querido por Dios y llamado por el Señor.
Ahora que se acerca tu ordenación diaconal ¿qué sensación tienes?
Es difícil saberlo, estoy con paz y tranquilad de dejarme llevar en las manos del Señor, me entrego y Él me ayudará. Estoy ilusionado, tengo muchas ganas de ayudar en una parroquia, de llegar al sacerdocio. Me dejo en las manos del Señor.
¿Cómo te enfrentas a tus últimos meses en la que ha sido tu casa los últimos siete años?
Con mucha normalidad, es verdad que llega la ordenación pero quiero vivirlo con normalidad, estudiando, rezando, compartiendo ratos de comunidad con los compañeros, esto no acaba. La ordenación es bonita y esencial pero la quiero vivir con naturalidad y seguir como hasta ahora. Hay que seguir trabajando y creciendo.
En todos estos años jamás habrás pensado que tu ordenación sería en un contexto como el que actualmente tenemos ¿cómo te enfrentas a ello?
Son momentos muy difíciles que nos afectan a todos, pero es una llamada de confianza al Señor que me haya tocado ordenarme el día de San José, que tanto sufrió y pudo con las dificultades. El Señor puede con todo y también con la pandemia, y tenemos que confiar en Él. Doy gracias porque está cuidando mucho a mi familia y a mis amigos.
¿Qué momento destacarías de esta etapa?
Salir de casa con doce años es difícil, los primeros años fueron duros, corté mi relación con mi pueblo, pero a pesar de todo aprendes a no depender tanto de las circunstancias externas. A mí las circunstancias me han hecho madurar y darme cuenta que lo importante es que donde esté me entregue al Señor.
¿Qué momento crees que está viviendo la diócesis de Córdoba?
Aunque aún no tengo mucha idea a nivel diocesano y la fe no es fácil, y menos hoy en día, en la diócesis hay cada vez más grupos de gente con su fe muy arraigada. Esa es mi sensación, a pesar de mi humilde experiencia. La gente joven es otro pilar importante en nuestra Diócesis aunque obviamente hay que seguir trabajando mucho.