“Me gustaría tener hijos, pero no puedo”: La baja natalidad pone en jaque las estructuras del Estado
La inestabilidad económica, el abandono de las administraciones, la falta de conciliación o nuevos fenómenos culturales explican esta crisis demográfica que analizamos en ECCLESIA
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No por ser algo sabido se le debe restar gravedad al asunto: en España cada vez nacen menos niños. Actualmente, nuestro país cuenta con uno de los índices de nacimientos más bajos de Europa, 1,19 hijos por mujer, solo por detrás de Italia. Además, la edad media de las mujeres que tienen su primer hijo es cada vez mayor: 32,6 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Lo más preocupante es que la tendencia sigue siendo a la baja: en 2021 tan solo dieron a luz 336.247 niños, una caída del 1,48% respecto a 2020 y la cifra más baja desde que se tienen registros, en 1941. Para caer en la cuenta de la magnitud de la caída de la natalidad, basta con comparar los datos respecto a hacer una década. En 2011, llegaron al mundo 471.999 bebés.
Si seguimos echando la vista atrás, observamos que la crisis del 2008 propició una notable caída de la natalidad de la que España continúa sin recuperarse. Aquel año nacieron 519.779 pequeños aupados por los ejercicios económicos de bonanza anteriores. Desde entonces nuestro país no superas el umbral del medio millón de nacimientos.
No es por tanto de extrañar que precariedad económica es un factor que lleva a muchas parejas a no animarse a procrear. Basta con preguntar a los jóvenes de entre 20 y 39 años, a los que los bajos salarios y la temporalidad de los contratos les impiden emanciparse y emprender un proyecto de familia aunque realmente lo deseen.
«Ahora mismo mi situación laboral no es muy estable. Me gustaría ser madre, pero mi pareja está con la cosa de que no lo seamos todavía hasta que mi situación laboral mejore»; «Me gustaría tener hijos. Tengo una edad avanzada, 38 años, pero tengo esa ilusión que algún día seré mamá porque quiero tener la experiencia de criar a alguien, darle vida, educar y ver como una personita pueda ser feliz, crecer, madurar... tiene que ser una experiencia bonita», aseguraban a ECCLESIA Almudena y Maribel, dos jóvenes consultadas.
Testimonios como el de ambas, nos ayudan a introducirnos en un debate con aristas: ¿Los españoles no tenemos hijos porque no queremos o porque no podemos?
El hecho de que España tenga un índice de fecundidad inferior a 2,1 por mujer supone que no se garantiza una pirámide de población estable. Algunos expertos se refieren al 'invierno demográfico' como una pandemia silenciosa.
La revolución cultural alejada del individualismo que propone el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello
La Iglesia, que en reiteradas ocasiones ha alertado sobre los peligros que supone el creciente “invierno demográfico” provocando el envejecimiento social y un vuelco a la economía. No obstante, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, expresaba la necesidad de que más allá de las legislaciones que propicien la natalidad, urge una revolución cultural que rompa con el individualismo dominante en nuestra sociedad.
Una mirada que va más allá de los factores económicos que dificulta emprender la aventura de formar una familia: «La Iglesia se ha alegrado siempre por el don de la vida y reconoce en ella una participación en la acción del Dios Creador. Por eso, insiste en que haya ayudas en la vida de todo tipo. Ayudas legislativas, económicas, materiales, propuestas de formas de vida... pero intuye que esto no es suficiente y hace falta una revolución cultural, que a los cristianos nos gusta llamar conversión, el Evangelio, una nueva forma de vivir porque para revertir esta situación hace falta romper el individualismo, redescubrir el valor del sacrificio, caer en la cuenta de que los vínculos no disminuyen la libertad, sino que ayudan a vivirla en plenitud» , remarcaba en ECCLESIA.
Asimismo, el prelado lamentaba percibir entre las administraciones públicas «una especie de rendición» a la hora de implantar políticas que reviertan la crisis demográfica, poniendo como ejemplo la 'Agenda 2050' presentada en mayo de 2021 por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que contemplaba una agudización del 'invierno demográfico'.
«El pronóstico que se hacía para la vida española es una caída drástica de la natalidad. Hay rendición y una especie de justificación en los planteamientos económicos actuales. Si hasta hace poco decíamos que un recién nacido viene con un pan debajo del brazo y que muchas familias precisaba de la prole -conjunto de hijos- para sacar adelante la vida económica y el cuidado de la propia familia, hoy las revoluciones tecnológicas vienen a decirnos que no hace falta tanta población para mantener e incluso incrementar la capacidad de producir», afirmaba.
Una visión que comparten jóvenes como María José y Paco, quienes consideraban que el mundo no necesita mayor tasa de población ante la incertidumbre que reina nuestro planeta, marcadas por las guerras, los efectos del calentamiento global o las desigualdades sociales.
«Tengo 39 años y no tengo hijos, no los quiero tener en el futuro porque no tengo nada de instinto maternal, no es por economía o incertidumbre laboral. No me apetece y creo que traer a un niño al mundo es condenarle a un mundo muy injusto», sostenía María José.
Por su parte Paco consideraba no sentirse preparado para ser padre, y reconocía preferir invertir en él mismo y en su pareja antes que ampliar la familia: «No quiero ser padre porque no estoy preparado, la economía no me lo permite por los gastos que conlleva, por lo que lo que gano lo quiero para nosotros vivir mejor», confesaba.
Maribel tenía claro que las dificultades económicas son un factor importante, pero también reconoció que vivimos en una sociedad «bastante infantil», donde «la gente madura más tarde, tenemos otros pensamientos, otros intereses, y cuesta pararse a decir... voy a cuidar a alguien y sacrificar una parte de mí para poder criar».
En el otro extremo asomaron Jesús y Tamara, quienes defendían que la paternidad no es un obstáculo para exprimir al máximo la vida: «No significa que te conviertas en una persona ermitaña y tengas que estar encerrado 24/7 en casa. Al contrario, a nosotros nos gusta salir, somos jóvenes, no tenemos por qué encerrarnos, la vida es para aprovecharla y disfrutarla», manifestaba Jesús.
«El gasto es mucho mayor pero nosotros que tenemos trabajo salimos adelante y afrontarlo bien. Hay cosas que no haces igual pero puedes salir y disfrutar de la vida igual que si no tuvieras hijos», secundaba Tamara.
Francisco advierte que la precariedad y la incertidumbre afectan a la natalidad
El Papa Francisco también ha mostrado en los años de su Pontificado su preocupación ante los pobres datos demográficos que presentan los países desarrollados desde hace décadas. El 14 de mayo de 2021, el Santo Padre participó en Italia en el congreso 'Estados Generales de la Natalidad' promovido por el Foro de Asociaciones Familiares.
En su discurso, el obispo de Roma denunció el miedo que sienten tantas embarazadas a ser despedidas de sus empleos, lo que incluso las lleva en muchos casos «a ocultar su barriga».
Algo que genera, decía el Papa, «el desconcierto por la incertidumbre laboral», y «los temores dados por los costes cada vez menos sostenibles de la crianza de los hijos» y la «tristeza de verse desanimadas a tener hijos».
Ciertamente, la economía y los efectos de un mundo repleto de incertidumbres parecen ser los principales hándicap a la hora de tener hijos entre los jóvenes en una horquilla de edad que va desde los 25 y hasta los 40 años.
Sara (26 años): «Los precios de alquiler y de la vivienda dificulta también la emancipación, por lo que pensar en traer otra vida al mundo con los gastos que implican hacen difícil que los jóvenes tengan una economía solvente para permitirse formar una familia y mantener una vida digna».
Darío (30 años): «Ahora mismo no tengo hijos y no me lo estoy planteando seriamente a corto y medio plazo. No solo influye mi situación laboral, porque no tengo trabajo, sino que también influye la situación de incertidumbre total que estamos viviendo a todos los niveles: económico, social, político, tanto en el país como en el mundo en general».
Roberto (36 años): «No he podido tener hijos por el tema del trabajo estable que buscamos todos para tener una familia y una estabilidad y dar buena vida a los hijos. Los empleos son temporales y así es difícil dar buena vida a los hijos».
Carmen, 27 años: «Me gustaría ser familia numerosa y tener tres. Ahora mismo podría tener uno, pero la conciliación no es la más adecuada».
El vicepresidente de la CEOE demanda a las administraciones ayudas a la familia
En un contexto de 'invierno demográfico' donde la inestabilidad laboral se presenta como un obstáculo, la visión de la patronal se antoja necesaria. El vicepresidente de la CEOE, Javier González de Lara, aseguró en una entrevista concedida a ECCLESIA que la baja natalidad está encima de la mesa en las reuniones del organismo, aunque apuntaba que «aún no es dramático».
A su juicio, prima la búsqueda de un equilibrio a través del consenso social y la colaboración publico-privada que nos permita garantizar «la natalidad y el futuro de un país si queremos que sea competitivo pero en el marco de la UE».
En este sentido, González de Lara instaba a las administraciones públicas a tomar mayor conciencia y llevar a cabo políticas de ayuda a las familias: «Me atrevo a preguntar a los espectadores qué conciencia tenemos de ayuda concreta por ser familia numerosa o tener el estímulo para tener hijos. Hay poco estímulo público y social», y proponía potenciar «las bonificaciones, desgravaciones fiscales y mayor concienciación social. Tenemos que cambiar la mentalidad y hemos abandonado el concepto nuclear de familia como eje vertebrador, donde la persona es el eje fundamental también desde una visión cristiana, que la persona esté en el centro».
Una idea, la de la ausencia de ayudas públicas a la familia, también muy demandada entre los jóvenes, tanto entre los que tienen hijos como los que no, máxime en un contexto de inflación y crisis energética como la que vivimos en estos tiempos.
Lucía (28 años): «Tengo un hijo de un año y, debido al aumento de los precios, no me puedo permitir trabajar media jornada para cuidar de mi hijo. Salimos a las 19h mi marido y yo y se nos complica. Tenemos que recortar gastos por toda al subida de precios, no me puedo permitir una guardería o una niñera y echo mano de la ayuda de mis padres, que por suerte los tengo, y se encargan de cuidar a los niños mientras trabajamos».
Ana (27 años): «Nos está costando más llegar a fin de mes. Hace un año y medio era más simple. Trabajamos los dos pero con la subida de precio se nota. Vivimos de alquiler, no nos da para comprar una casa».
Eugenio (32 años): «Hoy día, tal y como están las cosas, es cada vez más raro ver a jóvenes siendo padres, aunque es la mejor decisión que hemos podido tomar. A nivel económico cuesta llegar a fin de mes, hay que apretarse el cinturón pero entre mi mujer y yo intentamos exprimirnos al máximo para llegar bien al final de mes» .
En relación con el impulso de medidas en favor de la natalidad, tanto el arzobispo de Valladolid como el vicepresidente de la CEOE ponían como referencia el modelo chino, que tras años de control de la natalidad, ahora impulsa políticas en su favor poniendo en valor instituciones como el matrimonio y la familia.
“Hablan de que es preciso unos cambios legislativos, laborales, de costumbres que hagan que se incremente la fertilidad y crezca la natalidad. Para ello dicen que es importante impulsar el matrimonio y disminuir los abortos, dejar de considerar los abortos como métodos anticonceptivos”, señalaba Argüello.
“La demografía es clave para el desarrollo de la familia, tanto es así que hasta China ha estado controlando la natalidad para no tener hijos, y ahora hay políticas de natalidad, hay ministerios de natalidad, de familia...” secundaba González de Lara.
La conciliación, un caballo de batalla por conquistar: «Por lo menos que flexibilicen los horarios»
La conciliación es otro aspecto a tener en cuenta, y sobre el que ponía el acento Carmen, de 27 años, a quien le gustaría tener familia numerosa en el futuro, aunque lo ve complicado: «Es que la conciliación no es la más adecuada. Si las empresas no quieren que una medida sea la económica, por lo menos que intenten flexibilizar horarios, que haya más libertad para llevar los niños al colegio y no dejarlos con nadie. Si el niño se pone malo ya tienes que estar dando explicaciones en el trabajo. Y esto le pasa sobre todo a las mujeres».
Preguntado por ello al número dos de la CEOE, ha recordado que el organismo que representa a la clase empresarial en España está comprometido con la conciliación laboral y familiar, tal y como demuestra «el consejo de igualdad donde es algo asumido y forma parte de una estrategia para hacer más dinámica la empresa y más productivo los recursos humanos».
Sobre el teletrabajo y la posibilidad de que la pandemia diera con la tecla para resolver el problema de la conciliación en determinados sectores, el vicepresidente de la CEOE afirma que, en efecto, «la digitalización de determinadas actividades empresariales vienen para demostrar que se puede ser productivo», pero matizaba que «no se puede generalizar diciendo que el teletrabajo es extrapolable a cualquier actividad, por ejemplo en turismo, que se limita a determinadas actividades», sostenía.
Al hilo de este argumento, González de Lara animaba a la administración pública a iniciar este tránsito hacia lo digital: «Todos hemos hecho esfuerzo para teletrabajar. La sociedad se ha tenido que poner las pilas, no puede ser un reto del sector privado y en lo público no».
Los efectos del 'invierno demográfico': «Cada uno tendrá que pagar su pensión»
La crisis demográfica que se acentúa en España no es una preocupación interna en los despachos de las instituciones públicas y privadas. Tal vez no sea una conversación de barra de bar, pero entre la población surgen las dudas: ¿cómo nos afectará una España cada vez más envejecida? ¿Tendremos garantizadas las pensiones? ¿Cuál es el futuro de la Sanidad?
Carmen (27 años): «Me preocupa que España tenga una población tan vieja. Hay más ancianos que niños. La natalidad disminuye, no se tienen hijos como antes y estamos creando un país viejo».
Paco (35 años): «Soy consciente de que la natalidad es un problema para el país, pero debido a la economía y a lo que cobro no puedo mantener a un hijo y a mi mujer. Prefiero estarme quieto y vivir mi vida».
Sonia (29 años): «La baja natalidad es un problema. A parte de todo lo que radica para nivel sociedad y de trabajos, para un país tener una población envejecida no es bueno. En Educación lo veo un problema, yo que me dedico a la enseñanza».
Darío (30 años): «Preocupa mucho que el país tenga un problema de natalidad. Es un problema como país que tendremos que afrontar seriamente en un futuro no tan próximo. Claro que me preocupa».
Maribel (38 años): «La baja natalidad puede afectarnos, pero creo que hay otras posibilidades como dejar entrar a inmigrantes, que tienen bastantes niños y pueden ayudarnos a tener una población más activa que trabaje».
Almudena (29 años): «Tengo amigos maestros y saben perfectamente que cada vez hay menos niños en los colegios por la baja natalidad. Es un problema, porque si no hay trabajo y las parejas no quieren tener hijos por la situación económica, pues cae en decadencia».
Roberto (36 años): «El problema de la baja natalidad que tenemos será un gran problema porque la Seguridad Social, la Sanidad y las pensiones se mantienen a base de empleo, natalidad, y que haya gente que pueda mantenerla y pagarlo. Va a ser imposible».
María José (40 años): «Realmente no he pensado si en el futuro me afectará la crisis demográfica, pero viendo lo que nos depara, supongo que las pensiones nos la tendremos que pagar cada uno la nuestra».
Marisol (29 años): «La baja natalidad creo que deriva en problemas asociados, como la Seguridad Social, la Sanidad, el empleo público... cuando seamos mayores, ¿las pensiones de dónde va a salir? Va a costar salir adelante sin eso, porque si no nace gente no va a haber por donde sacarlo».
«La paternidad es la experiencia más bonita que pueda existir»
Pero más allá de las dificultades, son millones los jóvenes que se animan a formar una familia, haciendo frente a las adversidades económicas y sociales. Todos los jóvenes consultados por ECCLESIA les unía un patrón común: ser una experiencia única.
Jesús (29 años): «La paternidad es la experiencia más bonita que pueda existir en la vida de una persona».
Fernando (31 años): «Lo que me ha aportado la paternidad es un proceso de maduración, de crecimiento personal ya que es una gran responsabilidad, tener una familia, riqueza a mi pareja y a mi. Nos ha dado muchas certezas y conocimientos sobre valorar otras cosas como el tiempo, el cariño, la familia y el estar cerca de los que más quieres».
Andrés (34 años): «Es solo ponerme a hablar de qué significa ser padre y me emociono. Ser padre es lo más grande que existe. Si hay una necesidad que trasciende al resto del seer humano es dejar un legado, saber que uno dejará en la tierra algo tan precioso como una criatura buena, en la cual se vuelquen los valores que uno necesite o desee dejar para la posteridad es siempre lo que marca».
Carlos (32 años): «La paternidad lo es todo. Una vez que la paternidad llega, todo en la vida cobra más sentido, no solo por lo que vives ahora, sino por lo que viviste cuando eras pequeño, y cosas que hacían nuestros padres y no entendíamos, ahora tienen un sentido y aplicas esas enseñanzas y valores que nos transmiten nuestros padres. La paternidad ha sido ese pegamento extra a un matrimonio joven como el que tengo con mi mujer Casilda, y la verdad que mi hija Adriana ha sido una bendición».
Eugenio (32 años): «Desde hace dos años soy padre de Marco y nos cambió la vida para bien. La realidad es el motivo número 1 de nuestra felicidad, llegó a nuestra casa sin ser un embarazo buscado pero fue una bendición para nosotros».