"Si hacemos caso de los profesionales, hay salida": el mensaje de una paciente con trastorno mental

Isabel y Cristina viven en un piso tutelado de AISS. Conviven con un trastorno mental, pero la labor de sus profesionales les ha permitido llevar una vida normalizada

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José Melero Campos

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Isabel sufre esquizofrenia desde que tenía 19 años. En los últimos once ha vivido en uno de los pisos tutelados de la asociación AISS (Asociación de Iniciativas Sociales Para Enfermos Mentales), concretamente el que se encuentra ubicado en la céntrica calle Lagasca, en el madrileño barrio de Salamanca.

En la vivienda comparte piso con otras personas que padecen trastornos de salud mental. Entre ellos han formado una familia, aquella que Isabel perdió con el fallecimiento de sus padres, que la cuidaban hasta ser acogida por AISS: “No me quedó otra. Mis padres me dijeron que en casa ya no estaría más. Ya eran mayores y tenían miedo de que me pasara algo y no me pudieran cuidar. Es lo mejor que he podido hacer”, reconoce en declaraciones a ECCLESIA.

Actualmente, Isabel ronda los sesenta años. Asegura sentirse feliz con el trato que recibe por parte de los profesionales de la asociación: “Estoy contentísima”, asegura, aunque en ocasiones sobrevienen algunos brotes que rápidamente son controlados por los médicos.

No solo ayuda profesional, también los compañeros de piso se apoyan unos a otros en lo que cada uno necesite: “Somos una familia, el otro día por ejemplo una compañera estaba con un problema digestivo, y hemos estado pendiente de ella. Tratamos de ayudarnos en lo que podemos”, ha comentado.

En Lagasca lleva una vida ordenada, un déficit común que arrastran personas del perfil de Isabel: “Me levanto cada mañana, desayuno, me tomo la medicación, hago gimnasia aquí al lado y colaboro en una ONG una vez a la semana”. Ya por la tarde dedica su tiempo a su novio, tal y como cuenta con cierta timides: “Le conocí aquí hace muchos años y todavía estamos”, agrega sin dar más detalles.

Isabel: "Si nos tomamos la medicación a rajatabla hay salida"

Como tantas personas con trastornos de salud mental, Isabel ha sufrido en sus carnes el rechazo social, aunque se muestra esperanzada en que poco a poco hay más conciencia sobre este problema que afecta a cada vez más personas: “La gente lo va tomando con más naturalidad porque se ha hecho más propaganda. Parece que la gente tiene más empatía con nosotros, pero hay veces que se nos ha tratado muy mal”, ha lamentado.

Finalmente, ha querido lanzar un mensaje para aquellos que están sufriendo algún tipo de patología mental: “Que no se crean que no tienen salida, hay salida, aunque nos pase de todo, hay salida y si nos tomamos la medicación a rajatabla y hacemos caso de los profesionales, podemos salir adelante”, ha argumentado Isabel.

Cristina: “No sabía vivir sola"

Un caso similar al de Isabel es el de Cristina, quien ingresó hace cuatro años en uno de los pisos tutelados de AISS. Lo primero que ha hecho es corroborar el sentimiento de familia que hay entre los inquilinos de estas viviendas: “Hacemos piña y somos uno. Cuando no está la cuidadora nos tratamos de igual a igual, repartimos tareas, y así no relacionamos muy bien”.

Asimismo, se ha deshecho en elogios hacia su cuidadora, que organiza todo tipo de actividades como visitas a museos o parques turísticos.

Cristina, que tiene diagnosticado un trastorno de bipolaridad, ingresó en uno de los pisos de la asociación por petición de sus hijos tras quedarse viuda: “No sabía vivir sola, y se preocupaban”, asegura.

Al igual que Isabel, Cristina considera que tomó la mejor decisión posible dada su situación. Hoy su relación con sus hijos es de amor: “Todas las semanas nos vemos, o vienen a verme o voy yo. Estamos muy unidos”, ha contado en ECCLESIA.

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